Abrieron un merendero al ver la necesidad del barrio pero se les hace difícil seguir adelante
Claudio, Leonardo, Brenda y Brian Herrera junto a Miriam comenzaron a repartir merienda en plazas y canchas de barrio Unión. Ahora consiguieron un techo pero los recursos no alcanzan.
La difícil situación económica que atraviesan cada vez más familias podría hacer que esta sea una historia más de las muchas que se ven a diario este tiempo.
Pero lo que ocurre en barrio Unión, en la zona norte de la capital salteña, tiene un tinte diferente. Cuatro hermanos y las familias de cada uno advirtieron la difícil realidad que afecta sobre todo a los niños y tomaron el asunto en sus manos.
Claudio, Leonardo, Brenda y Brian Herrera junto a Miriam, a quien cariñosamente llaman “Elli” un día decidieron comenzar a repartir merienda por las tardes en las plazas y canchas del barrio, ahí a donde veían niños. Al poco tiempo ya se vieron en la necesidad de buscar un espacio físico para albergar a los chicos.
Todo comenzó hace más de cuatro meses cuando jarra en mano los hermanos y sus parejas salían por las calles a combatir la necesidad de sus vecinos más pequeños. Las lluvias, los fríos, los calores intensos y demás inclemencias del tiempo los llevaron a buscar un techo para albergar a esos niños mientras meriendan.
Por eso, hace un mes que están en “un lugar prestado” como ellos mismos afirman. El espíritu solidario de esta familia y de sus vecinos los llevó a conseguir algunos tablones y banquetas, pero aún están muy lejos de tener lo que materialmente se necesita para mantener un merendero.
“Por la sonrisa de los niños” se llama el lugar que fueron creando a pulmón y con más voluntad que recursos. “Se llama así porque para nosotros la sonrisa de ellos es importante, ellos vienen y se van contentos”, explica Leonardo. Luego sintetiza: “lo hacemos de corazón”.
El número de asistentes no ha parado de crecer desde que se abrió el merendero y quienes lo atienden afirman que “la plata ya no alcanza para nada”. Por eso se acercan mamás con chicos desde los ocho meses, niños de hasta 13 años, personas discapacitadas y ancianos.
Cerca de 100 vecinos del barrio meriendan en la casa de la calle 3 manzana 354 A lote 4 de barrio Unión los lunes, miércoles y viernes porque la economía en el hogar está difícil.
Últimamente, Miriam y los hermanos Herrera decidieron que los viernes se les brinde la cena y no la merienda, ya que un plato de comida es mejor que una taza de té. Todos coinciden en que les gustaría que el merendero brinde comida todos los días, pero los recursos no alcanzan.
Los varones de la familia tienen como oficio la construcción y a veces hay épocas mejores que otras cuentan, a veces se trabaja todos los días, a veces tres veces por semana y en otros casos el trabajo escasea. Pero se las arreglan para sostener el merendero.
“Se van sumando chicos y no podemos decirles que no”, comenta Leonardo y sobre la situación de los vecinos del barrio afirma que: “hay muchas madres solas, padres sin trabajo, la plata no alcanza”.
Con venta de bollos y empanadas, en las ferias de la zona u ofreciendo casa por casa logran comprar algunos insumos con los que preparan merienda y eventualmente la cena, pero no siempre alcanza.
Por eso solicitan la donación de mercaderías, tazas, jarras, mesas o bancas, ya que “todo es prestado”, según afirman los encargados del merendero.
“Queremos que esto crezca, que no falte nada” se ilusionan los hermanos.
Para colaborar con el merendero Por la Sonrisa de los Niños podés comunicarte con Miriam al 3875351975