Video: se tiró en parapente para proponerle matrimonio a su pareja
Diana lo esperaba en el aterrizaje, sin saber que Augusto venía con el anillo en el bolsillo.
Ni un cable a tierra ni un ancla en este mundo. Para Augusto Abraham el amor tiene alas y eso de sentarse en un bar con mariachis para proponerle casamiento a su novia, cree, a ellos les queda corto. Muchas tormentas ha tenido que enfrentar este matrimonio como para quedarse en formalidades. Él, para jurarle amor eterno a Diana, ha elegido tirarse en parapente desde el cerro San Javier de Tucumán.
El plan para llevarla a Diana, engañada claro, al sitio de aterrizaje, fue orquestada entre Augusto y Julia Chavarría y Bruno Favotto, editora y cámara de la productora CH, que armaron un video con la propuesta de boda. "Le dijimos que estábamos filmando una publicidad y que nos esperen abajo. Nosotros fuimos con Bruno, el novio de Julia, hasta el despegue Los Pinos y ahí comencé a vestirme", dice Augusto.
Entre pilotos de gafas deportivas y rompevientos flúor, aparece en la loma del depegue un muñeco de torta. Ojo, así se ha descrito él mismo. Aparece un Augusto con riguroso traje negro, camisa blanca y moñito, ramo de flores en mano y anillo de bodas en el bolsillo. Y a volar con el piloto Raúl Fort.
NUNCA VISTO. Augusto de zapatos y traje arriba del parapente. Gentileza Raúl Fort.
En el cielo de los parapentistas se habían visto ya varios fenómenos, según cuentan algunos de ellos. Como cuando un músico sacó un violín en el aire y se puso a hacer música. Pero una propuesta de amor, no.
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"Nosotros estamos juntos desde hace ocho años, ya somos una familia. Tenemos cuatro hijos, uno de ellos, Alma, en común. Yo tengo dos hijos míos y ella uno. Nos enamoramos y yo me fui a Buenos Aires a buscarla, directamente a vivir conmigo. Somos una familia ensamblada, todos muy compañeros, y tenemos una relación maravillosa. Pero creo que faltaba esta bendición del matrimonio", describe Augusto.
Cuando llegó Diana, el inventario de cosas de la casa era una lágrima. "Dos cucharitas, dos tenedores... tengo la lista todavía. Vivíamos en una piecita los tres, con Santino de tres años, y de a poco, con mucho trabajo y compañerismo nos fuimos armando. Hoy estamos bien", se enorgullece el novio volador. Él se dedica a la venta directa de libros y ella está a cargo de la peluquería familiar, en Villa Luján.
El mayor valor de su pareja, según Augusto, es haberte puesto frente a frente para superar las relaciones anteriores y unificar un proyecto de vida. "Cuando vos decís: 'esto es lo que yo quiero para mi vida'", lo hace simple él. Pero no siempre es tan simple. Por todas esas cosas a Augusto le dejaba gusto a poco una propuesta de casamiento debajo de un sauce.
PURA EMOCIÓN. Diana no entendía nada, pero dio el sí. Gentileza Raúl Fort.
"El viaje en parapente en sí no era el objetivo. El objetivo era proponerle matrimonio. En esos 12 minutos en el aire, que los disfruté un montón, pensé en muchas cosas de nosotros. Y al final, entre los nervios del vuelo y los de proponerle matrimonio me salió: '¿sos el amor de mi vida, te querés casar conmigo?'"
La reflexión de Augusto en ese vuelo, el primero de su vida, era que el tiempo pasa rápido y que hay que tener coraje para tomar decisiones. "Pasaron ocho años y nunca pusimos como prioridad lo del casamiento. En enero íbamos a empezar a construir nuestra casa, pero antes quería que nos casemos, que tomemos esa decisión. En el viaje iba agradecido por haber tomado la decisión", finaliza Augusto.
La fiesta y la iglesia es el 10 de enero. Diana le ha dicho que sí.