¿Por qué no deja de arder Australia?: la explicación de un experto en Climatología de la UNT
La magnitud de los incendios amenaza a la biodiversidad del país oceánico.
El país más importante de Oceanía vive en carne propia el infierno. 24 personas muertas, al menos trece millones de hectáreas devoradas por el fuego y la posibilidad de que un gran número de animales exóticos se extingan han puesto vilo al mundo entero. Pero, ¿cuál es la causa de este desastre?
El fenómeno se venía gestando desde el año pasado: en septiembre empezaron los primeros incendios y, más tarde, en diciembre, Australia vivió la temperatura más alta registrada en su historia: 41,9 grados centígrados, fenómeno producto de los cambios climatológicos que venía sufriendo, según la Oficina de Meteorología de aquel país la temperatura promedio anual rondaba en 1,5 grados Celsius, superior a la media de 30 años.
Un coctel letal que combina: incendios, sequías y fuertes vientos, escenario donde el clima juega un rol fundamental.
Realmente el cambio climático de los cuales el gobierno de Australia desconoce o pretende no aceptar las teorías del cambio climático causa fenómenos extremos que ya se están viviendo en el planeta desde hace 60 años. Ante esto, LA GACETA consultó a un experto.
“Precipitaciones intensas en distintos lugares del planeta, sequías muy severas como es la que afecta este caso y otras partes del globo hacen que se produzcan incendios de tal magnitud. Los incendios en Australia son causados por las altas temperaturas que superan los 40 grados que, combinados con la intensa sequía, que ya lleva varios meses llevaron, a que se produzcan fuegos espontáneos los cuales fueron, a su vez, generados por un vidrio que concentra la radiación solar que producen pequeñas llamas y ahí se empiezan a extender. Situación que empeora aún más por la vegetación local que es altamente inflamable”, precisó a LA GACETA Mauricio César Costa, profesor titular de la cátedra de Climatología de la UNT.
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Desde diciembre, autoridades de distintas regiones advirtieron que en poco tiempo se quedarían sin agua y ya se preparaban para el “día cero”: limitar las reservar de agua y dosificarlas de forma más precisa.
“Se estima que muchas ciudades del país se quedarán sin agua al mismo tiempo. ¿A dónde vamos a ir a buscarla entonces?”, cuestionó Simon Murray, alcalde de la ciudad de Guyra.
Como si fuera poco, la situación solo empeora, a la receta de fuego y casi nulos niveles de agua se le añade un tercer ingrediente: fuertes vientos que enardecen aún más el panorama, las ráfagas alcanzaron una velocidad de 96 kilómetros por hora.
“La magnitud de los incendios en Oceanía pueden causar una perturbación muy importante, tal es así que a niveles medios de la troposfera, alrededor de los 5.000 metros llegó humo a las costas de América del Sur. Esas perturbaciones atmosféricas, al igual que las erupciones volcánicas pueden durar muchos años porque las cenizas permanecen en la atmosfera en suspensión y solamente son arrastradas hacia la tierra con las precipitaciones. El incremento de las partículas inorgánicas en la atmosfera causa la intersección de la radiación incidente y puede tener un impacto de distinta magnitud sobre todo el planeta”, explicó Costa.
Por lo pronto, el impacto ya se siente de muchas formas: 500 millones de animales murieron, al menos 2.000 casas destruidas y la furia de unos 70 focos latentes a lo largo de todo el país.