“Me dejaron un marido tirado”: llora Adriana la muerte por coronavirus de su esposo
Eduardo Chañe estuvo ocho horas esperando ser atendido en una clínica, donde la obra social dispuso el traslado. Se sintió abandonado y solo, en estado crítico, hasta que lo derivaron al hospital San Bernardo donde murió tras colapsar sus pulmones.
Adriana revisa las fotos y las redes sociales, ve las imágenes y llora. Siente algo punzante en el corazón, dice. Es el dolor. Su esposo y compañero de hace 20 años murió por coronavirus, tras esperar más de ocho horas en la guardia de una clínica de Salta para ser atendido y luego de ser derivado a un hospital público, pese a tener obra social.
Eduardo Chañe murió el lunes, después de colapsar sus pulmones. No resistió la enfermedad. Tampoco se sintió acompañado antes de llegar a ese estado. En un duro audio de whasapp le contó a su esposa Adriana Mücher que se sintió abandonado y luego presintió el peor final.
“Me cuesta horrores escucharlo. En él había mucho enojo y la sensación de abandono”, recuerda Adriana, mientras mira las publicaciones de afecto y condolencias por su marido en las redes sociales.
“En el Imac tuvo un trato peor que a un animal. Me dejaron un marido tirado”, reclama con angustia.
La Justicia ordenó a las clínicas no derivar pacientes covid-19 a los hospitales
Eduardo era papá de dos niñas. También periodista, docente y trabajador de prensa de la secretaría de Deporte de la provincia. Era un hombre conocido y querido en el ambiente. Ella lo sabe y lo agradece. Aunque desea que nada de esto hubiera ocurrido. Pero ante la dureza de su realidad, solo ruega que a nadie le pase lo que pasó su compañero.
El martes de la semana pasada, él llama al servicio de asistencia médica telefónica de su obra social, del Instituto Provincial de Salta (IPS), porque le dolía el oído. Le recomiendan que tome un antibiótico y así lo hace. Pero no pasa bien la noche y el miércoles “apenas anda”, cuenta Adriana.
El jueves, llama la médica del IPS para saber cómo estaba y al ver que no había mejorado pide la internación. Había que hacerle hisopado por coronavirus, ya que tenía todas las probabilidades de estar contagiado.
“Pido el traslado. Viene el Samec y del IPS llaman para derivarlo al Imac. Yo me quedo con mis hijas en mi casa pensando que lo iban atender ahí”, relata. Ocho horas después le avisan que su esposo era trasladado al hospital San Bernardo, porque no había cama en la clínica.
“Después me informan que mi marido estaba más crítico, que tenía que estar en una terapia de una clínica porque él tenía obra social”, continúa. Pero desde el IPS insistían que no había camas, hasta que del San Bernardo le comunican que habían logrado hacer un lugar y le iban a dar oxígeno a Eduardo.
“El viernes él quiso hablar con sus hijas y nos cuenta todo lo que vivió. Me dijo que lo abandonaron en la guardia de la clínica, que ni el baño pudo usar en esas horas de espera”, recuerda.
Al día siguiente, Eduardo hace una videollamada para decirles a sus hijas y a su esposa todo lo que las amaba y les cuenta que lo tenían que “entubar”.
Necesitaba la asistencia mecánica de un respirador artificial.
Desde las clínicas de Salta advierten estar colapsadas y repudian el accionar del Gobierno
“El domingo me avisa la médica para decirme que le estaban bajando la dosis de las drogas porque estaba un poquito mejor, dentro de lo crítico que estaba, y el lunes me llaman para decirme que ya no estaba más, que lamentablemente habían colapsado sus pulmones”, sintetiza Adriana y llora. “Pregunté a uno de los médicos que me atendió si esas 8 horas que él pasó tirado en la guardia del Imac hubieran salvado su vida y me dijo que sí, que esas horas eran vitales”.
Adriana no pudo tampoco despedirse de su esposo. Sus hijas recuerdan que ni siquiera lo pudieron abrazar antes de que subiera a la ambulancia. “Ellas están destruidas. La más chica se pone la ropa de su papá y camina por la casa pidiendo que vuelva. La más grande no entiende por qué pasó lo que pasó; ella festejó recién sus quince y después se lo llevaron a su papá”, cuenta la esposa de este periodista, cuyo periplo indignó a los salteños y hasta el gobernador de Salta, Gustavo Saénz, quien dijo que pidió investigar lo que ocurrió, tras cuestionar el accionar de ciertas clínicas y obras sociales con los pacientes covid-19.
“Yo no busco nada, nada me lo va a devolver. Sólo busco que no vuelva a pasar”, asegura Adriana que hoy espera tener la urna con las cenizas de su compañero.