¿Cómo se encontraban los hospitales públicos cuando asumió Gustavo Sáenz?

Antes de dar a conocer el cambio de la persona a cargo en el Ministerio de Salud, el gobernador habló de la pesada herencia urtubeycista en materia sanitaria. ¿Qué fue lo que heredó realmente?

12 Sep 2020
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Foto ilustrativa. Sáenz maneja la ambulancia que entregó en Aguas Blancas. Foto Facebook/ @GustavoSaenzOK1

En estos días en que se multiplican las quejas y las protestas por la deficiencia en los principales  hospitales de la provincia y que el mismo Gobernador debió acudir, en pleno auge de la pandemia,  a un cambio en el Ministerio de Salud, no está mal revisar cuál era el estado de los hospitales públicos cuando asumió Gustavo Sáenz.

La Auditoría General de la Provincia publicó, a fines de noviembre de 2019, dos detallados informes sobre la situación de los hospitales Juan Domingo Perón y San Vicente de Paul, de Tartagal y Orán respectivamente, hoy puntos álgidos de la pandemia y del descontento de la sociedad.  

San Vicente de Paul

El informe detalla que en el nosocomio de Orán “a pesar del crecimiento demográfico, se produjo una reducción en la cantidad de profesionales con especialidad de Ginecología y/o Obstetricia”. La falta de persona se tradujo en que en uno de los años no se hicieran mamografías de rutina  y sólo se concretó el 21,37% de los estudios para detectar cáncer de útero.

Los datos más alarmantes del informe es que las falencias en el sistema de salud de Orán eran sistemáticas y van en detrimento de los sectores más débiles: mujeres, bebés y niños.

El hospital “San Vicente de Paul” debe realizar un fuerte trabajo de prevención de pacientes sanas, con controles de rutina y prevención y controles prenatales en embarazadas.  Pero el trabajo de prevención disminuyó de la mano de la disminución del número de profesionales. En comparación con el 2013, penúltimo año auditado, el hospital perdió a 30,76% de los profesionales con especialidad de Ginecología y Obstetricia;  en el caso de los residentes, la disminución representa un 55,55 %.

El control prenatal comprende la serie de entrevistas o visitas programadas de la embarazada con los integrantes del equipo de salud, con el objetivo de vigilar la evolución del embarazo y obtener una adecuada preparación para el parto y la crianza.  Pero un estudio sobre 2016 demostró que el Hospital San Vicente de Paul registró 2.951 partos pero sólo 3.777 consultas. El dato es importante porque de acuerdo a las recomendaciones de la Dirección Nacional de Maternidad e Infancia, se deben realizar al menos, 5 controles a embarazadas con bajo riesgo. Atento a ello, el Servicio debió efectuar 20.975 controles programados durante el ejercicio 2016.

Los problemas edilicios tampoco han cambiado. Según este informe, el nosocomio inaugurado en 1981 aún no dispone de planos de estructura sismorresistente, visados por del Consejo Profesional de Agrimensores, Ingenieros y Profesiones Afines (COPAIPA). Tampoco cuenta con Certificado de Aprobación contra Riesgo de Incendio y Catástrofe de la División de Bomberos de la Policía de la Provincia y el edificio no dispone de rampas ni vías alternativas de escape.

Además, si bien está categorizado en un nivel IV de complejidad, no posee requisitos fundamentales:

•a) No cuenta con los siguientes servicios de alta complejidad: Medicina nuclear, Estudios Neuro y/o Angioradiológicas ni Tomografía.

•b) El edificio, dispuesto en altura, no cuenta de rampas.

•c) El traslado del material esterilizado a las áreas críticas, no dispone vías de circulación diferenciadas.

También se observa, en el estudio, que la localización de las oficinas de enfermería “inhabilita el uso de un sector de ascensores”. Y que, además, no tiene delimitados los sectores limpios de los sucios.

El área de Esterilización posee otros problemas. No dispone de vías diferenciadas, para el traslado del material esterilizado hacia los servicios críticos localizados en el primero y segundo piso del edificio.

Los servicios de Laboratorio Bioquímico y Bacteriológico no cuentan con la habilitación del Colegio de Bioquímicos de Salta.

En la observación N°14 se destaca que hay varios servicios que no poseen los requerimientos de equipamiento mínimo. En el servicio de Cirugía hay mesas en las que no funcionan los sistemas de movilización para acomodar al paciente y el equipo de Laparoscopía se encuentra fuera de servicio por rotura de fibra óptica. El sector de Neonatología y Pediatría tampoco posee la cantidad suficiente de monitores y respiradores.

El informe, de 79 páginas, también señala que el plantel médico profesional resulta insuficiente, tanto en el sector de Cirugía, por la falta de anestesistas, como en las áreas de Neonatología y Pediatría.

Juan Domingo Perón

El recorte de personal también se sufrió en el principal nosocomio del departamento San Martín y esto tuvo, como consecuencia, una reducción importante de los análisis clínicos vinculados al cáncer, tanto de mama como de útero. El informe reseña que se observó que durante 2016 se realizaron 126 mamografías en el Hospital Juan Domingo Perón de Tartagal. Esto implica que el estudio llegó solamente al 2,68% de las mujeres que forman parte de la población objetivo. El total de PAP realizados en el hospital ese año fue de 822 tomas. Esto involucra el 7,97% de la población objetivo.

Una terapia sin especialistas

En una auditoría anterior sobre ese mismo nosocomio, se detectó que faltaban profesionales y había  muchas salitas cerradas, porque la unidad sanitaria del hospital tiene, bajo su funcionamiento, cinco centros de salud, diez puestos sanitarios y un puesto fijo en Misión Pacará; sin embargo durante las inspecciones no encontraron funcionando los centros de salud de San Roque y Misión Cherenta, ni los puestos sanitarios de Granja La Rosa, Tranquitas, San Antonio, 9 de Julio, San Silvestre y 200 viviendas.

En parte por esto se llega a unos de los datos más preocupantes del informe: hubo 47.192 consultas pero “de cada 100 pacientes menores que recurren al hospital en busca de turno, 10 niños no son atendidos” (sic).

Otro problema detectado en el hospital: “el servicio de unidad de terapia intensivas de pediatría no prestó servicio durante el periodo auditado, por no haber médico especializado.”

Para tratar de mitigar el impacto de falta de personal, los profesionales realizan obras extras, las cuales facturas como monotributistas, lo que no es legal, puesto que el personal de planta permanente tiene prohibido cobrar por otros servicios. El tope de guardias activas debe tener un techo de 120 horas; pero ese año los médicos llegaron a hacer 144 horas.

No son menores los problemas edilicios del hospital. El servicio de Pediatría no cuenta con habilitación categorizante, el edificio sólo dispone de planos de arquitectura, sin la aprobación pertinente, no cuenta con planos de estructura sismorresistente, no posee planos de infraestructura eléctrica. Además, no hay separación de residuos comunes y biopatogénicos.

“El servicio de pediatría no dispone de estudio de seguridad edilicio, ante la ocurrencia de fenómenos naturales o eventos producidos por el ser humano, tales como: sismos, inundaciones, deslizamiento de tierra, incendios, accidentes de tránsito, avalanchas humanas”. Tampoco hay luces de emergencia, señalética indicativa de los medios de egreso y vías de evacuación.

Coronavirus

Los informes dejan en claro el nivel de precariedad de dos hospitales ubicados en lugares donde el coronavirus hace estragos. La herencia recibida fue pesada, sin lugar a dudas. Pero tampoco alcanza como excusa: el Ministerio de Salud tuvo, desde marzo, para prepararse para esta arremetida del virus. Las cuarentenas debían servir para eso: ganar tiempo para la batalla. Y ahora, que esa batalla empezó, la sensación es que nada se hizo en estos seis meses. Que los salteños están tan desprotegidos como si la pandemia hubiera empezado a hacer estragos a comienzos de año. 


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