La infancia de Argerich, Barenboim y Gelber, en un libro

“En la edad de las promesas” será presentado hoy por su autora, Cecilia Scalisi, junto a Bruno Gelber.

30 Sep 2015
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SOBRE GENIOS. Scalisi indaga cómo se gestaron tres grandes pianistas.

“El ambiente compartido por Martha Argerich, Daniel Barenboim y Bruno Gelber, tres infancias dedicadas al piano; el rico microcosmos porteño de la música; las magníficas tertulias en las residencias privadas; las aulas de los grandes maestros, las vivencias inolvidables en el Teatro Colón, el contacto con los artistas del mundo, los sueños, valores y las aspiraciones de toda una generación que palpitaba con la música. Es una biografía en la que el lector puede sumergirse como en una novela”.

Cecilia Scalisi describe la materia de su libro “En la edad de las promesas”, que publicó Sudamericana. Junto al maestro Gelber hoy, a las 18, la escritora cordobesa presentará la obra en el Teatro Orestes Caviglia (San Martín 251) en el marco del 55º Septiembre Musical.

Scalisi estudió piano, es musicóloga, crítica musical y periodista. Ha publicado también “Cartas del padre a su hija”, sobre el compositor Alberto Ginastera.

- ¿En qué período transcurre “En la edad de las promesas”?

- Hay un presente literario que recorre todo el libro y ocurre en el otoño alemán de 2013. Todo comienza en la platea de la Filarmónica de Berlín (durante un concierto de Barenboim con Argerich) cuando rememoro las historias. Esa es una línea de tiempo al que regreso como referencia de presente. La otra línea de tiempo es la de la biografía en sí, en la infancia de los tres prodigios, desde mediados de los años 40 hasta el año 60, en que Bruno Gelber parte de la Argentina a París. Barenboim se había ido en 1952 a Israel; Martha en el 55 a Viena. Con la partida de Bruno concluye el libro y se cierra a mi modo de ver la historia, ese ciclo maravilloso e irrepetible. Scaramuzza, el gran maestro forjador de voluntades, muere ocho años después.

-¿Qué pasaba en Buenos Aires para que hayan surgido tres genios?

- Una conjunción de factores muy favorables: el primero, los tres eran niños superdotados. La música, y en particular el piano, formaban parte de la educación básica en los hogares de la clase media argentina. Luego, fue decisivo que vinieran maestros de Europa, con distintas escuelas pianísticas. Sobresale la figura del maestro Scaramuzza, un calabrés que llegó a la Argentina en 1907. Sin duda los impulsaron los maestros, pero sobre todo las familias; los padres, reconociendo el talento y dedicando la vida a sostener el camino de esos prodigios hasta su madurez; las carreras no hubiesen llegado a donde llegaron.

- ¿Sufrieron su condición de niños prodigio?

- Barenboim tuvo una infancia normal. Fue al colegio, jugaba a la pelota en la calle y el piano formaba parte de su vida como una actividad más. Él contó que su momento delicado fue superar la etapa del prodigio. Bruno, por su parte, ama desde niño el escenario; disfruta de la fama y el brillo del concierto, de ser la estrella. En cambio Martha sí experimentó el agobio de su propia genialidad, la exposición, el pánico escénico, la exclusividad del estudio y el aislamiento.

- ¿En la música académica argentina actual hay referentes que se acerquen al nivel musical de Argerich, Barenboim o Gelber?

- No. ¡En absoluto! Podrán surgir talentos, otro tipo de genialidades y carreras exitosas, pero cada uno de ellos fue y es único. Cada uno, con su estilo, entró en la historia de la música y dejó una huella particular.

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