Luis Ferrario: “el gran motor que impulsa la creación poética es el deseo”

El poeta ganó el concurso provincial y el domingo presenta “Paga y no alumbres”, su nuevo poemario.

25 Nov 2015
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Más allá de las posibilidades de publicación, no para de escribir. Luis Ferrario tiene, en alguna parte de su biblioteca, 18 o 19 manuscritos: todos libros de poesía que quizá nunca vean la luz. Pero eso no lo detiene: él solo sigue escribiendo. Gracias a que este año ganó el concurso provincial de poesía, el libro “Paga y no Alumbres” sale a la luz este domingo, en la presentación oficial de Expo-Libros. En este libro se puede leer:

Los versos están por los rincones/

entre la mugre y el desasosiego./

Hay que agacharse/,

deslizarse en el polvo,/

poner la cara contra el piso/

para verlos. /

Ferrario cuenta que este poemario fue trabajado a lo largo de unos seis o siete años, entre 2003 y 2010 aproximadamente. “En realidad son varios libros. Cada apartado que presenta lleva el título de uno de esos libros. Lo que pasa es que después de tener todos esos textos decidí realizar una rigurosa selección. Y lo que quedó después de esa selección es lo que presenté al concurso”, cuenta a LA GACETA.

“No maduró el horror/

en este sitio/

Creció hasta hacerse omnipresente/

y abarcar los rincones más pequeños/

pero no ha madurado.

“Creo que el rasgo temático común que vincula estos poemas consiste en que prácticamente todos están sacados de una experiencia vital y puntual que en algún momento he experimentado. Son vivencias cotidianas e inmediatas que de pronto actuaron como un disparador que me llevaron a indagar en su sentido”. Y añade “Esa indagación no es intelectual ni reflexiva sino puramente emocional. El primer poema, por ejemplo, "Alas", surgió de la visión real de un pájaro que pasó volando frente a mí una tarde. Es un hecho real y sencillo que desató en mi interior la sensación del paso irrevocable y veloz del tiempo. Pero la asociación entre ese pájaro y la fugacidad se me dio de una manera emocional, irracional. Creo que con cada poema de este libro me pasó lo mismo, aun cuando la temática pueda resultar variada”

A mí me gusta la poesía/

que no disfraza las cosas/

y dice abiertamente que el mundo/

tal como está es un chiquero/

porque no puede ser otra cosa/

un lugar donde hay ricos y pobres/ y un vasto entramado de leyes/

para justificar tanto crimen, /

un lugar donde la hipocresía/

vuelve sabio y justo al más salvaje/

aunque las raíces de su fortuna

crezcan chorreando sangre y barro”

Desechó alrededor del 80 % de los textos. Para hacerlo se apoyó en la intuición que suele no ser desacertada. “Sobre todo me apoyé en las sabias apreciaciones que al respecto me ofreció esa poeta soberana que es Kuky Herrán. Su aporte me resultó invalorable y lo voy a agradecer siempre”, dijo.

Cuando se le preguntó por qué sigue escribiendo, cuál es el motor que lo hace seguir escribiendo, respondió: “Creo que el gran motor que impulsa el afán de la creación poética, y la creación artística en general, es el deseo. Deseo de expresar, deseo de perdurar, deseo de recuperar cosas que el tiempo se ha llevado pero que han quedado en la memoria y que la alquimia de la nostalgia ha convertido en ideales. En buena medida, es un impulso ciego el que alienta la escritura lírica. No se sabe bien por qué. Una suerte de imperativo que está en la sangre y que ordena transitar por los senderos de la poesía. Un encanto, un hechizo capaz de obligarnos a persistir en su búsqueda incesante. Cernuda tituló el conjunto de su magnífica obra “La realidad y el deseo”. En ese título la realidad es la materia del mundo configurada de acuerdo a las exigencias de las leyes físicas y a las pautas del ordenamiento social de los hombres. Y el deseo es la poesía, los anhelos profundos, la pasión, la fantasía. Realidad y deseo casi nunca o nunca coinciden. Pero esa polarización creo que bien puede mostrarnos la división fundamental de la existencia entre el mundo y el hombre. La poesía es lo más propiamente humano, lo más raigal del hombre, y está presente en todo lo que éste hace para interpretar el sentido de lo que sucede. Es natural entonces que tal deseo resulte intenso y abismal en el interior de la persona. Y eso hace que a pesar de todo siempre se prosiga con esta tarea”


La política se filtra, en este contexto, de manera inevitable en la conversación. Y sobre esa extraña relación entre poesía y política, dijo: “la poesía va a seguir siempre. Será una poesía desgarrada, desestructurada, amarga y dolorosa, pero va a seguir en pos de los rastros del paraíso perdido”. También sostiene que la política es una temática más que la poesía legítimamente puede y debe abordar. “Nada de lo humano es ajeno a la poesía y mucho menos ese aspecto tan importante que consiste en organizar y regular la interacción de los hombres en el seno de la sociedad. Lejos del panfleto y de la actividad partidaria pero sí como testigo y manifestación pasional de lo que algunos grandes estadistas, muy pocos por desgracia, logran construir para sus pueblos. O, desde la otra orilla, como severo juez que fustiga las atrocidades que las políticas perversas causaron y causan en el mundo”, dijo. Y concluyó: “Yo creo que la poesía podría cambiar la realidad, tiene potencial de sobra para eso, pero desgraciadamente no suele encontrar un ámbito de recepción lo suficientemente amplio como para producir un efecto semejante. En este sentido, la batalla cultural emprendida por los grandes gobiernos progresistas de Latinoamérica, entre los que se cuentan por supuesto los de Néstor y Cristina, significa la madre de todas las batallas para nuestras naciones siempre postergadas. Y es una batalla que no se puede ganar porque la presión de las fuerzas conservadoras y oligárquicas, dueñas del poder económico efectivo, lo impide a través de sus enormes aparatos colonizadores. No puede haber ámbito de recepción propicio para la poesía si lo que se consume no pasa de Clarín y La Nación, por más suplementos culturales que estos periódicos se dignen en sacar”.

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