Conocé la historia del conmovedor abrazo entre un gendarme y su papá

“No queríamos mirar los cuerpos sin vida por miedo a encontrarnos con lo peor”, cuenta Arturo Palma, padre de un joven gendarme que viajaba atrás del colectivo que volcó en la ruta 34.

16 Dic 2015
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Ayer la familia Palma de Orán vivió una de las mañanas más angustiantes de su vida. Su hijo, Horacio, integraba la delegación de gendarmes que el lunes a la madrugaba viajaba desde Santiago del Estero a Jujuy por la ruta nacional 34. La comitiva estaba integrada por tres colectivos, uno de ellos protagonizó una de las tragedias viales más impactantes del país cerca de Rosario de la Frontera: 42 de sus 51 ocupantes murieron.

El gendarme oranense iba en el vehículo de atrás y, junto a sus compañeros, fue testigo de la muerte de sus colegas. Su familia se comunicó con él antes del viaje, después perdió el rastro. Cuando se enteraron del accidente salieron a buscarlo. No sabían si estaba muerto o había sobrevivido. Finalmente, dieron con él. Estaba en el lugar del siniestro ayudando a rescatar a sus compañeros. El reencuentro entre padre e hijo quedó plasmado en un conmovedor abrazo.

Arturo Palma, padre de Horacio, cuenta que se despertó el lunes con la noticia del fatal accidente. “Nos habíamos comunicado con mi hijo la noche anterior, alrededor de las 22.30 y sabíamos que viajaba en esa delegación. Intentamos llamarlo pero no podíamos hablar con él. La incertidumbre y la desesperación nos hizo viajar a Rosario de la Frontera a buscarlo”, relata.

Los Palma llegaron al lugar del siniestro pero no los dejaron pasar. Consultaron sin suerte en la Policía y también en el hospital. “Unos nos decían que estaba en Jujuy y otros en Santiago del Estero. No sabíamos que hacer”, recuerda.

Finalmente, cansada de dar vueltas, la familia volvió a la ruta y logró entrar a la zona donde se encontraba el colectivo. “En el lugar había cuerpos sin vida, algunos en cajones, otros tapados al costado de la ruta y todavía trabajaban para rescatar a otros hombres muertos. Nosotros no nos animábamos a mirar por miedo a toparnos con una realidad que no queríamos. Temíamos lo peor”, recalca Arturo.

Allí, los Palma se identificaron y la Policía fue a buscar a Horacio. “Mi hijo estaba con el uniforme verde, ensangrentado porque había trabajado toda la noche”. Arturo y Horacio se abrazaron en medio de la sensación de dolor que invadía la zona. Para los Palma, la mañana dramática tuvo un final feliz.

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