“Nosotros como médicos deberíamos acompañar a los padres”, según Morante

El médico que se puso al frente del debate en el país, desde la universidad de La Plata busca promover la investigación sobre el cannabis y la modificación de la ley prohíbe su uso.

29 Jul 2016
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Marcelo Morante - Foto tomada de www.unlp.edu.ar

Movilizado por una cuestión familiar, en principio, y seguido luego por el deseo de ayudar desde la ciencia, Marcelo Morante uno de los médicos pioneros de la Argentina que promueven la investigación y el uso del cannabis para terapias medicinales.

Para esto, Morante busca -como muchos pacientes- la modificación de la legislación que encuadra a la marihuana como droga peligrosa. El médico, profesor de la Universidad Nacional de La Plata y encargado de investigar los efectos terapéuticos del cannabis, dialogó con LA GACETA sobre la marihuana medicinal y su uso.

Antes que nada, ¿de qué se trata el cannabis medicinal?

A partir de la década de los ‘90 se empieza a registrar como evidencia lo que es el sistema endocannabinoide. Tenemos un sistema propio con una cantidad de receptores a nivel las células en nuestros organismos, que cuando le ponemos el cannabis esta sustancia imita a un compuesto endógeno propio, de esa forma se genera distintas actividades a nivel cerebral, a nivel del corazón y hasta en espermatozoides. En el caso de los niños epilépticos o con autismo, el sistema propio actúa como neuro revelador con el cannabis. Entonces cuando hay un desequilibro, como en una convulsión, y uno le aporta el cannabis desde afuera, pareciera que podría regular el sistema; entonces las neuronas que se están desordenando en convulsión se frenaría. Eso es en grandes rasgos.

¿Esto está totalmente comprobado?

Como profesores de la facultad estamos tratando de descifrar para ver sus funciones en el sistema endocannabinoide. Está comprobado. Pero en medicina la evidencia significa el día a día. La comprobación significa un estudio poblacional, es decir con miles de pacientes, pero acá lamentablemente el cannabis goza de muy mala fama desde lo social. Generar estudios de alta cantidad poblacional en donde predomina la ley vigente es imposible. Hoy en la región se podría hacer el estudio en Uruguay donde la legislación lo permite. Aquí en Argentina hay una legislación insuficiente.

¿Cómo toman este tema la comunidad médica de la Argentina, sus propios colegas?

La comunidad médica está resistente básicamente por dos cosas, una, porque es una evidencia muy reciente y lo segundo, es porque al no haber una legislación a veces el médico siente que se está metiendo con la ilegalidad.

Ahora la evidencia es lo que dice la mamá, porque ella ve la mejora en su hijo, no necesita otra evidencia; con ver a su nene mejor eso le alcanza y es lógico.

Pero nosotros científicos tenemos que seguir trabajando para verificar y recepcionar estas respuestas y ver qué porcentajes de respuestas positivas encontramos con el aceite y cuántas negativas. Es un trabajo científico. Lo que no podemos negar es que hay ciertos padres que los están usando y están viendo mejorías.  La mejoría existe y nosotros como médicos deberíamos acompañar.


¿Por eso la promoción de un nuevo proyecto de ley? ¿De qué se trata?

El proyecto de modificación a la ley es porque en la legislación actual no le reconoce ningún tipo de poder terapéutico al cannabis, está encuadrado dentro de las drogas peligrosas y de abuso. La modificación la separaría de esas drogas peligrosas y las pondría en un lugar donde sería una sustancia con poder terapéutico y entraría en una regulación como las de herramientas terapéuticas.

¿Cómo diferenciar el medicinal del consumo recreativo y la venta clandestina?

Eso lo hace un Estado presente; en este tipo de situaciones genera regulaciones. Es muy fácil diferenciar los mercados, porque el cannabis original requiere una serie de estándares de calidad que la volvería costosa para los usuarios recreativos. Los mercados rápidamente se separarían. Hoy se confunden porque no está regulado, hoy lo que consumen los pacientes lo proveen los recreativos. O sea que hoy el Estado está ausente. Cuando el estado esté y corrobore la calidad, los mercados se diferenciarían.

¿Para qué patologías serviría?

Por ejemplo para el dolor oncológico, que es un dolor crónico que tiene tres meses de evolución, no solo duele sino que también condiciona la calidad del sueño y del apetito. Hay muchos pacientes que serían candidatos para esta sustancia, como los que sufren de fibromialgia, el tumor neuropático, la artrosis, el parkison, los estados oncológicos que generan arterioesclerosis.

¿Pero estas enfermedades no tienen cura, serían para paliar dolores entonces?   

Nadie puede decir que con el cannabis se curó de la epilepsia. Todo es paliativo, que no es algo menor. Cuando pregunto en las clases cuántas enfermedades curamos los médicos, y la verdad que mayormente sabemos los síntomas de las enfermedades, hay pocas que se curan como la gente piensa que se tendría curar. No es algo menor porque que el paciente tenga una mejor calidad de vida no es un dato menor. Es una medicina que hoy nos toca asistir. Es lo mejor que podemos hacer por los pacientes.

¿Cómo avanza el tema en el Congreso?

Hace poco más de un mes que estuve ahí, en la comisión de salud, con algunos padres y  el proyecto de modificación de ley. Fue la primera vez que fui convocado por una comisión de salud, siempre fui convocado por comisiones que tenían que ver más con lo penal. Al ser convocado por una comisión de salud me dio la alegría que se estaba discutiendo el tema donde debería discutirse, porque este es un proceso o una herramienta terapéutica.

¿Y cuáles son las expectativas?

Expectativas… creo que a corto plazo habrá novedad, habrá una modificación del proyecto de la ley. Esta modificación hará que se esté más cerca de los pacientes y que estos padres sientan que hay un Estado que los apoya.

¿Qué lo movilizó a promover al cannabis para el uso medicinal en la Argentina?

Siempre hay una motivación en lo personal que se mezcla. Cuando entré como profesor de la facultad de medicina tuve una cuestión personal, por mi propia hermana. Ella tiene una enfermedad refractaria al tratamiento convencional del lupus; en la medida que tuve que asistir a mi propia hermana, que también es médica, hizo que me movilizara desde lo emocional para encontrar una herramienta alternativa.

¿Cómo está hoy su hermana?

Hoy está mejor. Tiene una calidad de vida bastante adecuada. Consume una serie de cannabis para descansar mejor, más allá de los antiepilépticos. Ella consume toda la medicación tradicional más el aceite de cannabis.

Lo que uno fue aprendiendo de todo esto es que el aceite de cannabis no viene a reemplazar la medicina tradicional, sino que viene a complementar.


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