Caso Trogliero Álvarez: le negaron la prisión domiciliaria a Gómez Paz

Si bien la fecha aún no está establecida, abogados que trabajan en la causa por el homicidio de Javier Trogliero Álvarez en barrio El Huaico, revelaron que desde el Tribunal les aseguraron que el juicio se realizará en septiembre pese a depender de la agenda del Juzgado. Mientras tanto, al imputado y detenido por el crimen, Juan Carlos Gómez Paz, le negaron la prisión domiciliaria.

Más de tres años pasaron desde la noche del 1 de junio de 2013, cuando en medio de una reunión entre amigos, algo desencadenó una feroz pelea entre víctima y victimario. Gómez Paz confesó haber apuñalado a Trogliero, pero sostuvo siempre que lo hizo en defensa propia.

Por este hecho el imputado por el homicidio permanece detenido en la cárcel de Villa Las Rosas, donde permanecerá incluso durante el juicio debido a que la Justicia negó el pedido de someterlo a prisión domiciliaria que había solicitado su defensa.

Gómez Paz está imputado por el delito de homicidio simple, aunque no se descarta que la figura pueda ser agravada por el fiscal Federico Obeid. Los otros dos amigos que estuvieron esa noche fueron Mario Del Barco (dueño de la casa en donde se habían reunido) y Sebastián Guitián. Ambos se encuentran en libertad pero imputados por encubrimiento agravado por el que el Código Penal prevé una pena de uno a seis años de prisión.

Gómez Paz se expresa por Facebook

Aunque continúa detenido, la cuenta de Facebook del imputado casi mensualmente emite comunicados de su parte, aclarando que son dichos por él pero escrito por personas de su confianza.

Por medio de la red social expresa sus sentimientos y mantiene su postura acerca de lo sucedido. En una de las últimas se refiere a lo sucedido aquella noche:

“… me veo en la necesidad de aclarar, principal y fundamentalmente dos cosas: no es cierto que apuñalé a Javier Trogliero por la espalda ni que quise su muerte. Jamás tuve nada en contra de Javier Trogliero a quien solo conocía de vista y lamentaré profundamente su muerte el resto de mi vida”.

“¿Qué me impulsaría a abandonar todo y arruinar mi vida en un instante? Absolutamente nada. La respuesta es que realicé una defensa inexperta, con impericia y error, pero defensa al fin.Esa noche fui a despedir a un amigo que se iba al extranjero. La noche transcurrió sin novedades y cuando me retiraba del lugar, el Sr. Trogliero salió del baño directamente a insultarme y luego agredirme físicamente, para luego amenazarme de muerte desde el patio durante unos 20 min mientras era contenido por otra persona. Una vez que fue convencido de salir del inmueble esperó a que yo salga y quede solo en la calle para volver a atacarme”.

“Repito y no me cansaré de hacerlo, que en las 3 oportunidades que me atacó yo respondí hablándole, tratando que reflexione, se tranquilice y no pase a mayores. Fue el Sr. Trogliero quien originó una situación de gran violencia y peligro que hasta ese momento no había existido en la reunión y fue él quien mantuvo el dominio de la situación todo el tiempo”.

“Sobre el inexplicable y obstinado ataque solo puedo decir con total firmeza que yo no provoqué, ni originé ni busque esa situación, e incluso una vez planteada traté de evitar la confrontación tanto como fue posible. Desconozco los motivos de su insistente hostigamiento y hasta el día de hoy lo pienso diariamente tratando de buscar un motivo. No descarto el consumo de otra sustancia que no sea alcohol ya que inexplicablemente no se le realizó un examen toxicológico. En el 3° ataque, estando los 2 solos en la calle, el Sr. Trogliero toma una sevillana de pesca, tras un forcejeo logro quedarme con la sevillana recibiendo algunos golpes ”.

“A su vez, sabiendo Trogliero que yo retrocedo armado, él va a mi encuentro arrojándome golpes, me derriba y una vez arriba mío colocó su antebrazo en mi cuello asfixiándome”.

“A pesar de tener pleno alcance a zonas vitales de su cuerpo como cara, cuello, pecho, abdomen, que habrían producido un aseguramiento de muerte en el instante, quise herirlo en el hombro con la sola intención de debilitarlo. Ya nada podía hacer que no sea defenderme. Y así lo intenté, sin poder ver bien su posición lo herí, creyendo yo que en su hombro, pero con los movimientos de ambos lo herí en la línea media axilar, luego arrojé la sevillana. Fue un acto instintivo y no pensado, realizado con error e impericia pero con la sola finalidad de evitar la continuidad de la asfixia”.