Todas las intimidades de la inspección en el ex Juzgado de Reynoso
Enterate cómo se comportó el ex juez de Orán, qué se discutió en el relevamiento y cómo lo valoraron las partes.
Pasaron casi dos años desde que se desató el escándalo en el Juzgado Federal de Orán por la acusación contra el juez Raúl Reynoso, por cobrar coimas para beneficiar a narcos. Después de 23 meses, el ahora ex magistrado, volvió por primera vez al lugar en el que trabajó durante 11 años pero en una condición absolutamente distinta: como procesado, detenido y enjuiciado.
Como era de esperarse, su retorno no pasó desapercibido ya que se produjo en el marco de una inspección judicial sobre el Juzgado en el que, presuntamente, se concretaron muchas de las maniobras entre Reynoso y los abogados imputados para el pago de dádivas. La idea era recrear el funcionamiento normal del lugar, por lo que los actuales empleados y los que ya no están, tuvieron que presentarse y sentarse en sus respectivos lugares.
Custodiado por gendarmes y efectivos del Servicio Penitenciario Federal, Reynoso hizo su ingreso al Juzgado con chaleco antibalas y muy serio. Según fuentes internas del Juzgado que presenciaron la inspección, el ex juez no saludó a nadie, entró mirando al piso y sin ninguna expresión en su rostro.
Para los empleados fue un momento especial, la mayoría fue la primera vez que lo vio desde que se allanó el Juzgado y se desató el escándalo el 4 de noviembre de 2015. Días después fue suspendido y separado provisionalmente de su cargo hasta que renunció y quedó detenido el 1 de mayo de 2016. “Hay familiares del él y amigos de la infancia que siguen trabajando ahí”, le dijo uno de los presentes -que prefirió reservar su nombre- a LA GACETA.
El ex juez Reynoso volvió a Orán como imputado y lo recibieron con un curioso pasacalle
Bajo la conducción y dirección del juez Federico Díaz (presidente del Tribunal Oral que lleva adelante el juicio) se hizo un recorrido por cada rincón del edificio. Los empleados, sentados en sus puestos de trabajo solo podían contar cuánto tiempo llevaban trabajando, cuál es o era su ubicación y qué es lo que se ve desde allí.
Tanto el juez como el fiscal Carlos Amad y las defensas de los imputados estaban habilitados para preguntar pero limitados a los puntos expuestos. Fue una suerte de testimonial acotada, ya que no podían declarar porque aún no lo hicieron como testigos en la audiencia correspondiente. Hasta el propio Reynoso hizo preguntas pero tuvo que ser advertido por Díaz cuando se extralimitó.
REYNOSO OBSERVA CÓMO SE REALIZA LA INSPECCIÓN
Dos gendarmes filmaron todo lo actuado mientras eran acompañados también por los otros imputados Arsenio Gaona, María Elena Esper, Ramón Valor, Miguel Ángel Saavedra, César y Rosalía Aparicio, junto con sus abogados. El único que no estuvo presente fue René Gómez, quien designó al abogado Miguel Ángel Fernández (defensor de Gaona) como su representante para este acto.
La discusión por un mueble
El objetivo central de la medida era determinar si los empleados podían ver el ingreso de los abogados y saber a dónde se dirigían o si entraban directamente al despacho del juez. Muchos de ellos declararon que eso observaban, que veían cómo Valor, Gaona o Esper entraban al Juzgado y se dirigían sin anunciarse al despacho de Reynoso, a diferencia de lo que hacían los demás. Esta es parte de la acusación contra el ex magistrado por su trato diferencial con los abogados imputados, quienes, según la acusación fiscal, eran los que lograban las sospechosas liberaciones de sus defendidos.
“Este año movieron un mueble que obstruye la visión pero aclaramos que antes no estaba puesto de esa forma y que por eso veíamos todo”, señaló la fuente al asegurar que los abogados imputados pasaban derecho a ver a Saavedra, quien se ubicaba box de por medio.
CROQUIS DEL JUZGADO
Sin embargo, el abogado Ramón Saldaño (representante de Valor) analizó lo sucedido de manera diferente. Contó que varios testigos dijeron que desde sus puestos de trabajo veían como se ingresaban al despacho del juez pero le restó importancia: “quedó demostrado que es imposible ver eso desde sus lugares por el mobiliario que había, el testimonio de ellos se cae porque no pueden ver a dónde ingresaban los abogados”, consideró en diálogo con este medio.
El abogado detalló que el camarógrafo de Gendarmería se sentó en los escritorios, hizo las tomas según la visión de los empleados y su altura que, a su criterio, fueron determinantes para descartar los dichos de los empleados durante la instrucción.
Agua para su molino
Una hora y media después de comenzar, llegó a su fin la inspección y desde un lado y el otro lo tomaron como una medida provechosa.
El fiscal Amad destacó que sirvió para saber dónde se sentaba cada uno, desde qué fecha trabajaba en el Juzgado y si los muebles fueron corridos o no y que sirvió para “obtener un pantallazo general de qué función y lugar ocupaban las personas que deben declarar”. Esto va a funcionar como una base de información a la hora de pensar las preguntas que les formulará a los empleados cuando declaren en el juicio.
Desde el lado de las defensas, Saldaño consideró que la inspección fue muy positiva porque favoreció a los imputados porque se recurrió no solo a lo que se puede ver sino también a lo que se escucha y se percibe.
Uno de los empleados que participó de la inspección judicial consideró que sirvió para clarificar al juez y al fiscal que no conocían bien el funcionamiento del Juzgado y lo que cada uno de sus integrantes puede ver desde su lugar.