El “bullying” es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Es más frecuente su aparición con el inicio de la adolescencia, entre los 12 y 13 años, pero se da también en edades menores.
¿Cómo podemos detectar si nuestros hijos son victimas
de bullying?
Hay que estar atento al estado de ánimo de los niños.
Los chicos son por naturaleza alegres y activos, y una alteración en estos
parámetros nos puede dar una señal de alarma. Las víctimas se aterrorizan al
asistir a la escuela, se muestran nerviosos, tristes y solitarios. Hay que
prestar atención si nuestro hijo, de repente se pone triste el domingo a la
noche, porque al otro día tiene que ir a la escuela, o pide que lo cambien de
colegio con insistencia.
¿Por qué se origina?
Tiene que ver con un problema en el registro de los
límites. Los niños acosadores no tienen incorporado el concepto del otro, su
dignidad y sus derechos.
En el devenir de un niño acosador intervienen tres
cuestiones: por un lado, las particularidades de ese niño, es decir su
estructura psicológica y su estilo de personalidad; por otra parte su entorno
familiar y finalmente el rol institucional. No hay que perder de vista que muchas veces el niño
acosador, es un niño acosado en otros ámbitos.
¿El acosador actúa solo?
En el bullying hay un acosado, y acosadores. Y
hablamos en éste último caso en plural, porque por un lado hay un líder o dos,
con personalidades más fuertes, y por el otro, un grupo de “cómplices” que se
acoplan muchas veces porque tienen miedo a ser foco de ataques.
¿Cómo prevenirlo?
Hay distintos niveles de acción, arrancando por la “Prevención
Primaria” que tiene que ver con el rol de los padres en una educación
democrática y no autoritaria. Por otra parte, el nivel de “Prevención
Secundaria” es la toma de medidas concretas sobre la población en riesgo;
promoviendo un cambio en la mentalidad en cuanto a la importancia de denunciar estos
casos.
¿Qué secuelas puede dejar el bullying si no se aborda
a tiempo?
Para la víctima, fundamentalmente una merma importante
en su autoestima. Además, se pueden despertar patologías que estaban ocultas en
el niño y se gatillan por estas situaciones, como por ejemplo una fobia social.
En el caso de los acosadores, hay una agudización en el tiempo de esas faltas
de límites y reconocimiento de la autoridad, que les genera dificultades más
adelante en la universidad, en el trabajo y hasta en el ámbito íntimo, porque
no siempre encontrarán gente que les tolere o permita sus conductas.
Con el asesoramiento de María de