Es la primera causa de ceguera en
niños en países de renta media o media/alta como Argentina. Los bebés que
nacen antes de las 37 semanas de gestación pueden sufrir esta enfermedad de los
ojos que afecta la retina. Cuanto menor sea su edad gestacional, mayor será el
riesgo de padecerla.
En nuestro país más
de 800 niños reciben tratamiento por Retinopatía del prematuro. Entre un 10 y
un 15% de los casos evoluciona con baja visión o ceguera, por lo que en el
transcurso de los últimos 10 años se han acumulado 1000 niños con esta
discapacidad.
La quinta parte de
los casos detectados son inusuales y muchos de ellos evitables. Se trata de aquellos chicos que no tendrían que
sufrir Retinopatía o al menos no sufrirla en sus formas más graves.
No todos los
hospitales están preparados y equipados para recibir bebés de alto riesgo. Lo ideal sería que estos chiquitos nazcan en
maternidades seguras para que las mamás reciban una adecuada atención, diagnóstico
y tratamiento para su amenaza de prematuro y la recepción y tratamiento de
estos niños en unidades que cuenten con la capacidad técnica y el recurso
humano especializado.
La detección temprana
siempre lleva a lograr mejores resultados, pero es cierto que aunque muchas
veces se trate de manera correcta muchos chicos lamentablemente quedan con
secuelas.
Presentada la
patología el 90% se cura sin tratamiento y de los que necesitan tratamiento un
mínimo porcentaje queda con una disminución de la agudeza visual importante. Si
no se hiciera prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno habría una gran
cantidad de chicos ciegos.
La prematurez muchas
veces está condicionada por la decisión de los médicos en conjunto con la
familia, dada una patología determinada en la embarazada o en el bebé que viene
en camino. Otras veces el trabajo de parto se desencadena antes de lo previsto
sin demasiado aviso, sin una causa aparente y de forma espontánea. También está
el caso de “los prematuros tardíos” llamados así por los médicos asociando sus
nacimientos en forma precoz con las “cesáreas programadas”. En los últimos años
este tipo de partos aumentó en forma dramática sobre todo en el sector privado.
Es una elección de cada mamá y como tal hay que respetarla, pero lo que deben
saber es que la cesárea no debe programarse
antes de las 39 o 40 semanas de gestación y si es posible hay que
esperar a que se produzca el trabajo de parto, ya que esto evita futuras
complicaciones.
Ante una amenaza de
parto prematuro el médico indicará la administración de corticoides prenatales
y al recién nacido se lo tratará con oxígeno en forma controlada. Esta y otras
acciones como la prevención y tratamiento de infecciones, la reducción de
transfusiones y una buena nutrición (especialmente con leche materna), ayudan a
disminuir el impacto del nacimiento prematuro sobre la visión del niño.
El diagnóstico de esta enfermedad se realiza evaluando la retina mediante un
fondo de ojo. Deben ser evaluados todos los recién nacidos con peso menor a
1500 gramos al nacer y 32 semanas de gestación o menos. Recién nacidos prematuros con mayor peso al
nacer y/o edad gestacional superior a 32 semanas que hayan requerido oxígeno en
cualquier momento y por cualquier cantidad de tiempo.
Con
el asesoramiento de Ernesto Alda. Médico Pediatra. Referente para la Comisión de la Retinopatía del Prematuro en Argentina.