La leche materna es el mejor alimento para tu bebé a nivel
nutricional pero también es el mejor alimento emocional. Entre los innumerables
beneficios de la lactancia se encuentra el fortalecimiento del apego y la
consolidación de ese vínculo incomparable que se da entre una mamá y su bebé.
El apego entre una
madre y su hijo ha comenzado a desarrollarse desde el embarazo o incluso antes,
ya desde el momento en el que surge en ella el deseo de convertirse en mamá.
Más tarde se afianza y se fortalece en gran parte gracias a la lactancia
materna. Apego y lactancia son dos grandes pilares en la salud física, emocional
e intelectual del niño. Los especialistas tienen muy claro que hay que trabajar
fuertemente en fomentarlos y que los primeros momentos después del parto son de
vital importancia.
Al nacer el bebé debe
ser colocado en el pecho de la madre, si no existieran complicaciones que lo
impidan. Lo ideal es que el niño se prenda a la teta en la primera hora de
vida, es de gran ayuda el contacto piel a piel y que ambos puedan identificarse
a través del sentido del olfato. Por lo que no se recomienda higienizar
demasiado al bebé o colocarle perfumes de ningún tipo. La mamá instintivamente
acariciará y besará a su hijo lo que estimula favorablemente su neurodesarrollo
desde el inicio de su vida. Si bien el recién nacido no puede ver muy bien
podrá establecer contacto visual con el pezón y la cara de la mamá.
Un momento tan
sublime como este debe fluir de la manera más natural posible y la madre debe
confiar en su instinto y sentido común, pero prepararse para el parto y la
lactancia con el asesoramiento de profesionales de la salud o a través de los
cursos de psico-profilaxis, es de gran ayuda porque se adquiere seguridad manejando
cierta información y despejando las dudas.
Los bebés que son
rápidamente separados de la madre, presentan mecanismos fisiológicos de defensa
debido a la ansiedad y la desolación que les genera. Esto dificulta la
regulación de los signos vitales y su temperatura y obstaculiza el inicio
exitoso de la lactancia. Son entre 40 y 60 minutos los que el recién nacido
permanece en estado de alerta completamente preparado para esta mágica
interacción, si es retirado en este lapso de tiempo del contacto con la mamá, se
priva a ambos de una de las vivencias más maravillosas que se puedan
experimentar.
Poco a poco se irá
instaurando la comunicación madre-hijo. Ella le hablará suave y con tono
amoroso y el expresará sus necesidades a través del llanto. Es común que
algunas mamás sientan miedo, no se consideren capaces de atender a sus bebés,
teman no poder comprender los códigos del niño para saber si tiene hambre,
sueño o está sucio. Esto es normal y a casi todas les pasa. No debe preocupar
demasiado a la madre si es que en corto tiempo va logrando establecer un buen apego
e inicio de la lactancia, pero si esta situación se prolonga y la madre se
deprime o tiende a rechazar a su pequeño, deberá buscar contención psicológica.
¿Cúando hay un buen apego?
Cuando al niño se lo ve feliz y saludable, se calma en
los brazos de la mamá, tiene hambre, se alimenta regularmente y no tiene
cólicos. La madre está contenta y embelesada con su recién nacido y maneja con calma
las demandas de su niño.