Doce formas de mirar La piedad
Este viernes se inaugura una muestra de fotografía en el MAC, que escrutan una de las obras más famosas de Miguel Ángel.
Se calcula que entre los años 1498 y 1499 Miguel Ángel creó La Piedad. Más de 500 años después, en Salta, se estrenará una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo en el que se podrán ver 12 proyectos de distintos artistas, revisitando esa escultura.
El proyecto se llama La piedad: doce proyectos fotográficos” e incluye a fotógrafos de Tucumán, Salta, Córdoba, Jujuy y Buenos Aires.
El artista Roly Arias y el filósofo Hernán Ulm forman parte de este proyecto
“La idea era tomar como excusa la obra de Miguel Ángel, que todo el mundo reconoce y pensar a partir de eso el concepto mismo de la piedad en el mundo contemporáneo. Entonces esas fotos, partiendo de la escena de La piedad de Miguel Ángel, un poco lo que se trata de hacer, con estéticas y miradas políticas bastante diferentes, es reapropiarse del sentido de lo que es la piedad en el mundo contemporáneo”, dijo Ulm.
Estos son los artistas que forman parte del proyecto, que se inaugurará a las 20.30, en la planta baja del museo:
La muestra tendrá, además, un sitio web, donde la gente podrá ver ahí las fotos y otros datos, videos, el backstage de cada uno de los proyectos. Habrá, además, un código qr para que quienes concurran se puedan “llevar las fotos” y verlas en el celular.
“Para mí La Piedad tiene esa fuerza de todas las figuras que transitan en el mundo de lo religioso; pero que lo exceden. Tiene esa fuerza erótica, esa pasión misteriosa de lo religioso, que pone en el límite la sensibilidad ante la muerte, en este caso. A mí me interesó de la piedad, más que el gesto religioso, el hecho de cómo se recibe a la muerte. Esa madre recibiendo a un hijo muerto me parece que es un tema que hoy no deja de ser pregnante en nuestra sociedad. Me parece que una pregunta interesante para la muestra y que emana de la muestra es si somos capaces de recibir a la muerte. Tendemos a ocultar la muerte. Tendemos a hacer de la muerte un acto privado, a recluir a los hospitales, a circunscribirla a un acontecimiento familiar, y no nos damos cuenta que por ahí la muerte nos está atravesando en el mundo cotidiano de diversas maneras y nuestra indiferencia hace quizá que ya no podamos ni siquiera recibir al cadáver que nos llega. Todos los días nos llegan cadáveres a través de las noticias, a través de la vida cotidiana, sea de lo más lejano (bombardeos en cualquier lugar) o en la periferia de nuestras ciudades, y no somos capaces de estar atentos a cómo se recibe la presencia de esa muerte. Entonces creo que La piedad un poco es el ejercicio de pensar eso. Qué hacemos con esa muerte que nos bombardea día a día en nuestra experiencia cotidiana. Eso me parece que fue pensado por muchos de nosotros”, dijo Ulm.
Roly Arias hizo su foto en España. Formar parte de este proyecto le significó un nuevo desafío: correrse de su lugar habitual (como dibujante, como pintor) y convertirse en actor o formar parte de algo performático.
Dijo Roly Arias: “Ir a hacerme el muerto en una playa donde hay gente y tenés el fotógrafo trabajando y alguien atrás tuyo está haciendo de Virgen María… eso de correrme de la práctica habitual. Lo que yo considero artístico generalmente está circunscripto a un tablero de dibujo. Y pasé a ser casi un actor. No es algo que digo lo haría todo el tiempo, porque me cuesta un montón, pero haberlo hecho ya lo considero una ganancia en cuanto a la experiencia y también a ese trabajo colectivo, que tiene que ver con ceder lo que sucede, porque el concepto, la idea era mía, pero de ahí en más era la idea del fotógrafo”.
Ulm analiza la foto de Roly, al borde del mar: “Es interesante por la cantidad de citas que se acumulan en esa foto – dice Ulm- Por un lado el mar, como lugar que devuelve aquello que no pertenece a él, pero también el mar como ese fluido, esa especie de magma que nos retiene, ese especie de útero gigante del cual todos nosotros o ese mar en donde el mundo antiguo veía el nacimiento del amor. Hoy es el mar en el que los refugiados de los países no europeos transitan para huir de la muerte y talvez lo que hacen es encontrarse más rápido con ella. Es una de las fotos que, por ahí, más me interesa de la muestra”.
- ¿Por qué se banaliza o se oculta la muerte?
Ulm: “creo que las formas neoliberales de gobierno lo que hacen es banalizar nuestras pasiones. Creo que un modo despolitizar una pasión es banalizarla. Por el contrario, creo que nuestras pasiones que han sido tan maltratadas por el pensamiento occidental ahora son recuperadas en su valor político: el resentimiento, el odio, la muerte, la tristeza, la sensación ante la muerte. Son pasiones que pueden tener una reinserción en el espacio político, como un punto de partida para una resistencia organizada ante la banalidad del mundo que nos rodea. Creo que una estrategia de este presente que tanto nos entristece es banalizar a través del espectáculo esas pasiones. NO ES CASUAL que la muerte se haya convertido en espectáculo en el mundo televisivo, en el mundo audiovisual en general. Creo que la banalización lo que produce es la indiferencia ante un suceso. Entonces mientras más lo mostremos, mientras más lo espectacularicemos, mientras más lo hagamos cotidiano, menos densidad política va a tener un acontecimiento. Con la muerte pasa eso. Se la trata de banalizar transformándola en un hecho cotidiano de la comunicación diaria y de esa forma descontextualizarla de su fuerza política. Nos quedamos con el niño que muere; pero no con la política que hace morir al niño. Nos sensibilizamos y por cinco minutos hablamos del niño que llega muerto a la orilla del mar mediterráneo, pero no pensamos en la condición política que impulsó a ese niño a llegar hasta ese lugar. Creo que la banalización tiene que ver con eso, con la estupidización de lo espectacular… Deleuze decía en su texto sobre cine que el pensamiento como arte, en este caso, que el arte como forma de pensamiento tiene que luchar contra la banalización, lo más intolerable del mundo contemporáneo es que se ha vuelto banal, una pura banalidad, entonces el arte debe intentar de arrancarse de la realidad, debe tratar de convertirse en un acto no banal, al menos. Creo que esa es una buena perspectiva. Tratar de romper con la banalidad, con ese sentido común que ya lo ha visto todo y ya no hay nada para hacer. En ese sentido nuestra propuesta es: hay algo para hacer. Se pueden recuperar algunas cosas. Incluso la imagen de Miguel Ángel resultaría banal, porque todos la conocemos hasta el hartazgo. La vimos tantas veces. En tantas películas. Y la idea es revitalizarla, sacarla de ese lugar común, mostrar otras formas de ese recogimiento del cadáver, de esa asunción de la muerte, creo que es un gesto político que todavía podemos tener esperanzas de hacer.
- ¿Se pude hacer arte sin mirar el pasado? ¿Cúal es la importancia del pasado para el artista? ¿Es posible hacer arte como si nadie lo hubiera hecho antes?
Rolly Arias: “Yo creo que eso va por la edad. Y si yo hago un repaso de mi vida, me veo en un momento de absoluta independencia con respecto a lo que había sucedido antes. Eso viéndolo desde un punto de vista autobiográfico. Por lo cual, entiendo que en un caso puede ser una cuestión de la edad. Lo usual sería, al menos esa es mi experiencia, que en el ejercicio de algo, en este caso de gente que ve cine, en algún momento se empiezan a filtrar las otras cosas y uno ya tiene una pequeña sensibilidad ejercitada que hacen reconocer a estas otras cosas que por ahí en un primer inicio no eran digeribles, empiezan a aparecer gente que marca diferencia con respecto de lo que uno leía, veía. Un enamorado de determinada poesía, por ejemplo Neruda, algunos de sus libros son muy populares, en algún momento llega a otro autor y después de ese viene otro. Creo que hay un aprendizaje en el bucear en el pasado. Creo que estamos conviviendo y de hecho la experiencia que uno tiene habitando esos mundos previos, de la forma en que lo permite el arte, es justamente destacar la actualidad de esas obras que perviven. Entonces creería que no hay nada más actual que leer la biblia por ejemplo, que me parece un libro literario increíble. Y constantemente estamos buceando en imágenes del pasado, pero sí creo que hay un momento, que creo que tiene que ser así, en el que la juventud arrogante rompe con el pasado y agarra la lanza y va hacia el frente, creyendo que el camino que está transitando lo está transitando él por primera vez. Y después se da cuenta que ese camino ya estaba pavimentado por otro…
Creo que es una etapa que necesariamente se supera y que si no se supera es algo grave. Yo, así, expandiendo la conversación a otros ámbitos, me encuentro por ahí con compañeros de colegio que siguen escuchando la música que escuchaban en la secundaria. Yo creo que aquella persona que asume un compromiso frente a lo que hace, va a tener un desafío en avanzar, en evolucionar y buscar otras cosas. También ver qué de lo que está pasando ahora es nuevo, qué rápido envejece lo nuevo en algunos casos y ahí ves cómo pierde vigencia mucha producción artística basada en los efectos del momento. El futuro es siempre en una fantasía, no se puede saber hacia dónde va todo. El pasado es esa ancla que está ahí y en la que vamos a seguir buscando cosas. Es inagotable. Y hay en el caso de salta quizá lo que nos falta son las herramientas para tener acceso a artistas locales y lo que hicieron. Hay un hueco bibliográfico. A una persona interesada en el arte le va a costar encontrar las huellas de lo que pasó en salta en los últimos 20 años.”