Termas en verano: cuatro destinos para disfrutarlas
¿Quién dijo que las aguas termales son sólo para el invierno? Te proponemos programas que conjugan historia con salud, placer y descanso.
Hoy es un buen día para derribar algún preconcepto: soñamos con convencerte de que las aguas termales también pueden ser para el verano. Y algunas de estas termas “aptas para todo clima” cuentan con sus propios hoteles, antiguos y majestuosos, y en dos de ellos -que además están bien cerquita- podés hospedarte y pasar unos días increíbles: el de Rosario de la Frontera, en Salta -primer balneario termal de Argentina-, que fue inaugurado en 1880; y el de Termas de Reyes, en Jujuy, que abrió sus puertas, por primera vez en 1938. En ambos casos se suman a las aguas termominerales y a la naturaleza del entorno servicios de muy buena calidad, lo que hace de ellos opciones para unas confortables vacaciones saludables y de rélax.
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En Mendoza
Allí donde el manantial deja brotar aguas que todavía llegan a nuestra mesa está el hotel Villavicencio, que para 1943 era grande y lujoso, aunque su “primera versión” (una posta para viajeros) ya funcionaba en el siglo XVI. Por ahora no podrás pasar la noche, pero bien vale la pena la visita. La restauración de la fachada del edificio, declarado patrimonio Histórico Nacional en 2013, terminó en 2017; el sueño de la empresa es reabrirlo pronto.
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Reyes, Jujuy; nivel internacional entre los cerros
Nació en 1938, a cargo del Estado jujeño, recostado en los cerros y con una vista a la quebrada increíble. Eso sigue siendo así, y cuenta con 40 habitaciones, cuatro suites “normales” y una panorámica. Entre 1946 y 1955 funcionó una escuela albergue; a partir de 1958 funcionó de nuevo bien como hotel, pero en 1975 comenzó la decadencia y se fue abandonando. Por fin, en 1999 se licitó, y una empresa jujeña se hizo cargo de reacondicionarlo. A precios de hoy, una habitación doble con desayuno incluido ronda los $4.000, más impuestos. Hay gimnasio, sauna, pileta... y la gloria del paisaje y la paz.
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Villaviencio, Mendoza: en el corazón de una reserva natural
Ya 1561 por Villevicencio se comunicaban Chile y Buenos Aires, y funcionaba una posta. En 1923 un empresario funda un pequeño hotel y decide explotar las aguas moninerales. En 1934 un aluvión inhabilitó el Tren Trasandino (estuvo cerrado 10 años), lo que hizo que la ruta floreciera de nuevo, y con ella, el hotel: pasó a tener 30 habitaciones con baño privado y agua termal; muebles rústicos y amplios espacios comunes. Funcionó entre 1940 y 1978, cuando empezó a pasar por ditintas manos hasta que Aguas Danone de Argentina adquirió las tierras (72.000 hectáreas), creó la Reserva Natural Provincial de Villavicencio y en 2015 abrió el Parador Villavicencio, con propuestas gastronómicas saludables; generó senderos como el de geopaleontología, y el de la Quebrada, construido con puro material reciclado.
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Rosario de la Frontera: el más antiguo balneario termal de Argentina
En 1878 el médico español Antonio Palau llegó a Rosario de la Frontera atraído por sus aguas curativas, arrendó tierras y levantó un pequeño hotel. Palau murió en 1906, y los nuevos propietarios (la sociedad Seguí & Tornquist), lo lanzaron “con todo” en 1914, y durante 30 años fue un boom, al punto de que en 1921 se levantó la estación para que el tren llegara desde Buenos Aires. En la década de 1940 comenzó a decaer, pero se revirtió el proceso. En la actualidad está abierto al público mientras se termina la recuperación del edificio. Además de las habitaciones dobles y triples, ofrece departamentos cuádruples o quíntuples (en todos los casos, con desayuno incluido); todas tiene agua termal. Hay además dos piscinas termales con cuatro variedades de agua y cancha de golf de 9 hoyos.
Una oferta diferente: aguas termales cerca del mar
Muy cerca de San Clemente del Tuyú, aguas termominerales saladas surgen a 43° desde las capas más profundas de la Tierra.
Corría el año 1999 cuando una investigación geológica realizada casi a los pies del Faro de San Antonio, en el ángulo zona norte de las 40 hectáreas de Mundo Marino (el oceanario más grande de la Argentina) permitió pensar la posibilidad de que existiera agua termal. Se hicieron tres perforaciones; y, como dice el refrán, la tercera fue la vencida: del pozo salió el agua deseada, a 55°, y marcó el nacimiento de las termas de Mundo Marino. Se trata de un parque un rodeado de bosques con cinco piscinas termales, dos cubiertas y tres al aire libre, además de una plaza de agua para los más chiquitos y dos toboganes acuáticos. También se puede visitar el faro.
Las aguas termales no reciben tratamiento ni manipuleo, y por sus características físico-químicas se definen como mineromedicinales, de fuerte mineralización. Su coloración se debe a esos minerales y a los diferentes estados de sus algas.
Durante enero y febrero el parque está abierto de 10 a 20; los mayores (a partir de los 11 años) pagan $640 en boletería y $544 si se compra la entrada por Internet (www.termasmarinas.com.ar/compra-entradas-tickets.php).
Los menores hasta 3 años pagan $470 y $399, respectivamente. También es posible sacar “pasaportes” por más de una visita. No hay hospedaje en el parque.