Apuntes sobre “La masacre de Kruguer”
Hay otras maneras de narrar el horror. La nueva novela de Luciano Lamberti es una prueba de eso.
Por Daniel Medina
La trama de la novela de Luciano Lamberti se podría sintetizar en una frase: un día todos los habitantes de un pueblito se matan entre sí.
Esas doce palabras, sin embargo, no dicen nada de lo que es, realmente, La masacre de Kruguer. Es decir: sí, hay un pequeño pueblo, en un lugar lleno de nieve, a muchos kilómetros de una ciudad. Y también hay una orgía de sangre, que se desata en el año 1987 y deja unos 100 muertos. Pero hay más. Decir que eso significaría quedarnos en la superficie cuando lo importante de una buena novela es que es mucho más que su trama.
Hay algo que hace Lamberti en esta novela que es muy complicado de lograr: por un lado multiplica los puntos de vista, los narradores y las voces: no hay una sola masacre, sino tantas como testigos o protagonistas. Este desafío técnico en ningún momento entorpece la lectura. Por el contrario: la vuelve más ágil.
La novela es como un rompecabezas de piezas ensangrentadas: a medida que leemos vamos conociendo una parte de un todo que sólo podemos intuir.
El escritor Tomas Downey dijo, sobre La masacre de Kruguer: “Los personajes de La masacre de Jruguer son conscientes del horror al que se entregan, pero no lo pueden evitar. La misma experiencia tendrán los lectores de esta nueva pesadilla de Lamberti”.
Downey da en el clavo: hay algo hipnótico y adictivo: uno necesita seguir leyendo. Porque todo es tan aterrador como fascinante.
En muchos cuentos de Lamberti la tensión se palpa desde la primera línea. En esta novela esa tensión no está tan condensada en unas pocas páginas, pero es constante y sólo cuando terminamos de leer el libro nos damos cuenta que las palabras siguen activas, quemándonos a fuego lento.