Sudáfrica, campeón del mundo de rugby: los héroes de la nación
Los Springboks recuperaron su identidad y en dos años pasaron de tocar fondo a tocar el cielo.
Que Sudáfrica sea el primer seleccionado en ganar en un mismo año el Mundial y el Rugby Championship (el torneo que enfrenta anualmente a las cuatro potencias del Hemisferio Sur) termina siendo un dato menor en comparación con el vertiginoso ascenso de los Boks en estos últimos dos años, en los que pasaron de tocar fondo y ser destrozados por las críticas a recibir un baño de elogios tras conquistar el máximo trofeo del planeta rugby por tercera vez.
Realmente, cuesta encontrar puntos en común entre esos Springboks que llegaron a perder ocho de los 12 partidos que jugaron en 2016 (y sufriendo derrotas contra rivales inferiores como Italia, o goleadas vergonzosas como el 0-57 a manos de los All Blacks en 2017), al que llega a noviembre de 2019 con dos títulos y una sola derrota en 11 encuentros disputados en el año, precisamente la que sufrió ante Nueva Zelanda en el debut en Japón.
El responsable de ese cambio de cabeza (porque por ahí empieza todo) fue la llegada del entrenador Johan “Rassie” Erasmus, que se propuso devolver el juego de Sudáfrica a sus bases. Y lo logró: ya desde el Rugby Championship, los Springboks se mostraron como un equipo demoledor, con una defensa prolija, asfixiante y granítica, muy potente en las formaciones y con buen uso táctico del pie.
Lo curioso es que el propio Erasmus confesó que el año pasado había estado a punto de dar un paso al costado luego de que Sudáfrica fuera derrotada por Los Pumas en Mendoza y por Australia en Brisbane. Si no lograba vencer a Nueva Zelanda en el partido siguiente, hubiera presentado su renuncia. “Decidí tratar a ese test como si fueran los cuartos de final del Mundial. Nunca había perdido tres partidos seguidos, y si ello ocurría, hubiese significado que no merecía ser entrenador del seleccionado”, comentó Erasmus. La victoria sobre los All Blacks por 36-34 en Wellington fue el click emocional que el equipo necesitaba para darse cuenta de su potencial. Desde entonces, todo cambió para los Springboks.
Erasmus anticipó que no continuará como head coach, pero que seguirá ligado como Director de Rugby. Sabe que su trabajo ya está hecho, y que es tiempo de pasar el mando. Quien sea su sucesor (probablemente Jacques Nienaber, entrenador de defensa) tendrá un gran desafío por delante.
Formaciones
El scrum y el maul fueron dos de las armas más letales de Sudáfrica gracias a un pack de forwards demoledor, que resultó clave en el triunfo sobre Inglaterra en la final.
La cabeza
El coach Rassie Erasmus tomó un equipo devastado y en apenas dos años lo llevó a la cima del mundo, recuperando la identidad de los Springboks: el poder físico.
Conducción
Al volante de la máquina estuvieron Faf de Klerk (foto), un crack con una gran visión de juego, y Handré Pollard, que además fue el goleador del Mundial con 69 tantos.
Poder ofensivo
La defensa se complementó con un línea de ataque muy efectiva. Makazole Mapimpi (foto) aportó seis de los 33 tries del equipo más goleador del torneo, con 262 tantos.
Defensa
Fue la clave de todo. Tackles contundentes, sacrificio y una buena cobertura de espacios convirtieron a Sudáfrica en una muralla. Recibió apenas cuatro tries en siete duelos.