Covid-19: ¿por qué es tan importante que más del 28 % se haya curado?

Quienes superan la enfermedad desarrollan anticuerpos, y estos no sólo los defienden a ellos. Se están probando para curar a otros.

26 Abr 2020
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DONACIÓN DE PLASMA. Ciertos anticuerpos de pacientes recuperados se están probando como tratamiento.

Como todas las mañanas, ayer el informe de Casa Rosada anunció la cantidad de pacientes dados de alta: 1.030 sobre 3.607, el 28,56% del total de infectados Estas personas superaron la enfermedad y desarrollaron inmunidad contra el virus‎ SARS-CoV-2 (así el complicado nombre del que tiene a la humanidad en total sobresalto).

Más allá de la inmensamente buena nueva de cada ser humano que se salva, esta inmunidad es colectivamente importante por al menos dos motivos: en primer lugar, porque las personas inmunizadas después de un contagio proporcionan protección indirecta a los demás; es lo que se conoce como inmunidad de rebaño. Para esto, 1.030 casos son pocos aún, pero seguirán creciendo.

El otro motivo es que esas personas desarrollaron anticuerpos, y ahí son fundamentales: una de las líneas de tratamiento que se está probando es utilizar esos anticuerpos en enfermos muy graves. Y es aquí donde ya mismo la cura individual puede tener -a pesar de los pocos casos- efectos en la comunidad.

Paso a paso

Para comprender cómo esto es posible vamos a hacernos un par de preguntas: ¿cómo se detecta que alguien se curó? ¿Cómo hace el cuerpo para curarse? ¿Cómo eso ayuda a los demás?

“A priori parece simple -explica Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología-. Para que se le dé el alta a alguien hacen falta dos PCR (ver “La prueba”) negativos, la segunda 24 horas después de la primera Pero no es tan simple, porque a medida que tenemos más información vemos que el tiempo que puede pasar hasta que el virus deja de estar en el cuerpo varía. Por eso van cambiando los parámetros; en este caso, el tiempo de espera para realizar los controles”.

Las primeras indicaciones (para pacientes internados) ordenaban PCR de control siete días después de iniciados los síntomas si el paciente presentaba mejoría clínica y había pasado 48 horas sin fiebre. “Pero el 16 de abril el Ministerio indicó, para esos pacientes, que hayan transcurrido 15 días del inicio de síntomas y mejoría clínica, y 72 horas afebriles”, destaca Sued y agrega que a pacientes en aislamiento domiciliario, o internados en centros intermedios, se les indica PCR al día 10 de iniciados los síntomas, si hay mejoría clínica y 72 horas sin fiebre.

“En todos los casos, después de dos PCR negativas los pacientes deben mantener otros 14 días de aislamiento igual al que hacían cuando tenían síntomas”, destaca y agrega que si entonces no reaparecen síntomas, se da el alta definitiva. Podemos hablar de cura.

La comunidad

Esa cura significa que el cuerpo ha vencido el virus porque generó un sistema de defensa. Son los famosos anticuerpos, moléculas que emplea el sistema inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños. Hay de varios tipos, pero los que nos interesan ahora se llaman neutralizantes.

“Cuando el cuerpo detecta una presencia extraña, reacciona defensivamente -explica la viróloga tucumana Guadalupe Vizoso Pinto, del Laboratorio de Biología de las Infecciones (Insibio, Conicet-UNT)-. Esa respuesta inmune es muy compleja; una pequeña parte de ella consiste en la activación de un tipo de glóbulo banco llamado célula B, que tiene un receptor que reconoce una partecita del virus. En el contexto de un sistema de señales que emiten las células frente al patógeno, su mensaje es ‘mirá lo que encontré; hay una infección’. Entonces, esa célula B se multiplica y se convierte en célula B plasmática, que es la que genera los anticuerpos neutralizantes”.

“Se llaman así porque bloquean la posibilidad de que el virus reconozca cómo ingresar a la célula e infectarla, que es su única manera de replicarse o multiplicarse. Porque el virus no vive por sí mismo, sino en un hospedero”, aclara.

En las personas que se han curado de una infección, los anticuerpos permanecen en el plasma sanguíneo, y es lo que hace que no vuelvan a enfermarse. Es entonces cuando se vuelven escudos de protección para otros.

“En el caso de covid-19 aún no se sabe si esa inmunidad será para toda la vida, como la que nos da curarnos del sarampión (o habernos vacunado contra él) o si la duración será más breve -explica Sued-. Todavía ha pasado poco tiempo desde los primeros casos de cura”.

“Pero las evidencias que dejó la experiencia con otros virus (influenza, ébola, SARS), y las recientes con este SARS-CoV-2, sugieren que el plasma de los convalecientes puede ayudar a revertir la gravedad del curso de la enfermedad, a reducir días de hospitalización, y a prevenir la infección de personas expuestas”, destaca Vizoso Pinto.

“Esos anticuerpos neutralizantes se están probando mediante la administración directa del plasma o usando un concentrado de las proteínas de esos anticuerpos, llamado gamaglobulina hiperinmune”, describe Sued.

Esfuerzos norteños

En este marco, los científicos y los sistemas de salud del NOA tienen un gran proyecto: generar entre el Conicet; las universidades nacionales de Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca; y los ministerios de Salud de las tres provincias, un biobanco que permita guardar muestras de plasma de pacientes recuperados de covid-19; determinar la cantidad y la calidad de los anticuerposanti-SARS-CoV-2 y, en lo posible, de los anticuerpos neutralizantes de los pacientes recuperados, explica Vizoso Pinto.

“Durante el estudio, se le consultaría al paciente si estaría dispuesto a donar plasma una vez recuperado, y construiríamos una base de datos. Con esa información, se podrá tomar la decisión de aplicar terapia con plasma y rápidamente contactar con los donantes”, agrega.

El sueño es poder armar un laboratorio con nivel 3 de seguridad (muy estricto). “Sería el primer laboratorio de este tipo en el NOA, y no sólo serviría en esta crisis para ayudar a los sistemas de salud y científicos locales, sino en el futuro, frente a otros virus emergentes”, resalta.

Si el sueño se cumple, será otra de las buenas cosas que le deberemos a la pandemia.

La prueba

Qué es y qué hace el PCR

PCR (Polymerase Chain Reaction) es la sigla en inglés de un proceso llamado reacción en cadena de la polimerasa, una técnica que fue inventada por el bioquímico estadounidense Kary Mullis en 1985, y que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1993. 

La polimerasa es una enzima que permite amplificar pequeñas regiones específicas del genoma del virus en laboratorio. “Hace que una partecita del ácido nucleico del virus -que es como su DNI-, que pasaría inadvertido en un análisis cualquiera, se multiplique millones de veces y así sea más fácil de encontrar”, explica la bioquímica Susana López de Caillou, ex jefa de la división de Virología del Siprosa y ex profesora de Virología de la UNT. 

“Es la misma prueba que se hace para el dengue, sólo que en este caso las muestras se toman de la nariz y de la faringe con unos hisopos especiales y estériles: no deben ser de madera ni tener algodón, sino una fibra que se llama dacrón”, agrega. Cuando la muestra llega al laboratorio (ambiente rigurosamente controlado) se busca detectar el ARN aprovechando las capacidades multiplicadoras de la PCR. Pero para que se pueda detectar es necesario que haya cierta cantidad de virus en el cuerpo, y eso depende de las personas, del tipo de muestra, y hasta de cómo se tomó la muestra”, aclara. 

“Si se obtiene muy temprano, pueden aparecer falsos negativos”, añade.

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