La AFA del 40-0 y el rebelde que no fue
No tenemos fútbol jugado. Pero sí de escritorio. Y pesado. Nunca desde la muerte de Julio Grondona un dirigente argentino había logrado tanto poder como el que construyó Claudio “Chiqui” Tapia al ser reelegido presidente de la AFA, con posibilidad de mandato hasta 2029 y con el control recuperado de la vieja Superliga, ahora Liga de Fútbol Profesional (LFP). Tapia fue aclamado. Ni siquiera hizo falta la votación. Lo apoyaron todos. Los representantes de los que están enojados porque no ascenderán y los que defendían hasta último momento a la Superliga. Hasta el rebelde Andrés Fassi, de Talleres de Córdoba, aceptó que su candidatura única era lo mejor. Algunos se alarman por tanta unanimidad. Por la vuelta de esas votaciones 40-0 que recuerdan algunos vicios de los viejos tiempos de Grondona. También, es cierto, podría decirse que el fútbol decidió unirse como nunca. Porque los tiempos son más difíciles que nunca.
Talleres, siempre bajo la mira en la AFA porque Fassi viene de un pasado de Clubes SA y suele ser polémico, difundió igualmente un documento crítico sobre cómo negociaron la AFA y los clubes los contratos de TV y su inquietud por sobre cómo lo harán en el futuro. El documento alerta sobre las pérdidas que provocará un futuro campeonato con veintiocho clubes y cita informes que avisan que el dinero que paga la TV es cada vez más flaco. Los recursos de los clubes, afirma el documento, se basan en un 30 por ciento en la venta de jugadores, un rubro que sufrirá y mucho cuando comience el nuevo fútbol de la pospandemia. El segundo ingreso son las cuotas sociales (19 por ciento), también resentido por la crisis. Y, recién en tercer lugar, aparece la TV (14 por ciento). ¿Será cierto que, de 2018 hasta aquí, la venta de derechos facturó 31.900 millones de pesos, pero al fútbol sólo le quedaron 9.100 millones? ¿Qué pasará con el contrato de Torneos sobre la venta de derechos al exterior que finaliza el 30 de junio?
Un primer informe de más de treinta páginas y presentado por Fassi unos días antes de la Asamblea que consagró a Tapia ni siquiera fue respondido. El origen mexicano de Fútbol SA del proyecto de Fassi en Talleres sigue suscitando sospechas y críticas. Me cuentan que también otros clubes apoyaron la última movida de Talleres. Pero que terminaron corriéndose a la hora de la verdad. Es cierto que la línea que más cerca estuvo del proyecto Fassi desaprovechó su cuarto de hora. Fue durante el gobierno anterior. El poder político liderado por el gobierno de Cambiemos hasta intervino la AFA, después de aquella votación 38-38, tan inquietante como los 40-0. Sabemos que esa intervención terminó mal. Que ahora triunfó otro proyecto político y deportivo. Y que a este nuevo proyecto se sumaron entusiasmados muchos de los que antes juraban amor eterno a la Superliga.
La pandemia, está claro, obliga hoy más que nunca a cuidar a nuestros clubes asociaciones civiles, una historia que excede y por mucho a un equipo que pone once jugadores en la cancha y termina primero o último en la tabla. Un club es mucho más que eso. Lo saben hoy los barrios sufrientes con el coronavirus. Por eso se comprende cierta protección extra que busca dar la AFA en estos tiempos inciertos y difíciles. Hoy más moderado en el tono, Fassi fue despectivo hacia muchos de esos clubes. Si no pueden seguir, que desaparezcan, dijo. También fueron despectivos días atrás en un estudio de TV. Pero eso no legitima la vuelta a campeonatos inviables, a negociaciones cerradas para vender derechos de TV ni a algunos cambios estatutarios que parecen más interesados en el poder que en otra cosa.