¿Cuándo nos vamos a vivir juntos?
En la vida en pareja existe un momento crucial que marca un antes y un después en la relación: el paso a la convivencia. Según los especialistas, la clave para dar ese salto, que muchas veces queda postergado por el miedo, está en la comunicación.
Todas las parejas, tarde o temprano, piensan en la posibilidad de la convivencia, de mudarse y de comenzar un nuevo ciclo bajo un mismo techo.
Aunque parezca fácil, pues la convivencia sería con quien uno ama, dar ese paso no siempre resulta tan sencillo. Surgen dudas, miedos, inseguridades, y nunca se sabe realmente cuándo se está listo para tomar esa decisión. Es por eso que cada vez más parejas dilatan el momento de empezar a convivir.
“Establecer una buena convivencia requiere de un trabajo arduo en diferentes niveles de intimidad. Este desafío tiene mayores posibilidades de éxito cuando hay proyectos en común y una base de comunicación, ternura y respeto”, sostuvo Amelia Del Sueldo Padilla, sexóloga y terapeuta de pareja.
La especialista destacó que hay dos situaciones usuales en estos casos: la adolescencia tardía en casa de los padres o la salida apresurada de la vivienda familiar.
“El momento oportuno para vivir en pareja depende de muchas variables -agrega-. A veces, la falta de estabilidad económica y laboral impide acceder a una vivienda y es así como vivir con la familia se ha extendido hasta cerca de los 30 años. Otras veces, hay crisis familiares de las que las personas huyen y piensan que lo mejor es vivir en pareja, creyendo que así tendrán la estabilidad que necesitan, pero su salida del hogar es apresurada y la convivencia por lo general es un fracaso”.
Arturo Gómez López, otro de los especialistas consultados por LA GACETA, apuntó que no hay un tiempo cronológico para saber cuándo pasar a la convivencia. “Tiene más que ver con cómo fueron construyendo el vínculo, qué tanto se dieron a conocer el uno con el otro”, advirtió.
De los padres a la pareja
Cuando uno es joven y está en pareja siempre piensa en el día en que deba abandonar la casa de sus padres, y es ahí cuando puede surgir la duda: ¿ir a vivir solo primero y después con su novia/novio, o pasar directamente a la convivencia con la pareja? Ante esta duda, Del Sueldo Padilla recomienda, en primer lugar, una estadía en soledad antes de intentar la convivencia. “Tener un espacio, disfrutarlo, adueñarse, reconocerse es lo ideal. Y cuando aparezca la necesidad de compartir más tiempo y proyectar algo juntos, es posible una convivencia”, indicó.
Gómez López coincidió con Del Sueldo Padilla en que un cambio abrupto, como pasar de la convivencia con los padres a una con la pareja, no es la mejor idea. “Nada de lo que se haga abruptamente tiene estabilidad y confiabilidad. Antes de pasar a la convivencia hay que darle desarrollo al vínculo lo suficiente como para tener claro quién soy yo, quién es el otro, cosas en común que tenemos, los acuerdos que logramos y los desacuerdos que quedan pendientes. La idea de esto es, siendo conscientes de la evolución del vínculo, no tomar la decisión apresurada de irse de la casa de los padres a la convivencia”, expresó.
Es crucial ante esta circunstancia pensar, armar, el paso a esa nueva etapa de vivir juntos, para que no se produzca una disrupción en la relación. “Hay que darle tiempo al proceso de armado, para que la convivencia tenga más probabilidades de ser una experiencia de evolución y no una sorpresa desagradable por haber tomado una decisión apresurada”, explicó el profesional.
Antes y después
A la hora de pensar en dar el salto a la convivencia, las parejas deben realizar un análisis de su situación, donde la comunicación y los acuerdos entre ambos se transforman en fundamentales para que el vínculo avance. “Si bien es cierto que aparecen imponderables, mientras más áreas estén habladas menos fricciones habrá por los acuerdos previos”, dijo al respecto Del Sueldo Padilla.
Los problemas referidos a la división de tareas, el aporte de cada uno y los espacios compartidos y privados de los que dispondrán, cuánto tiempo libre tienen y cómo piensan emplearlo, qué días compartirán con una familia y con la otra, si habrá exclusividad sexual o permisos, y hasta dónde llegará ese permiso en caso de haberlo, representan desafíos para cualquier pareja. “En la medida en que estas situaciones estén habladas y acordadas será mucho más fácil la convivencia”, sostuvo la experta.
Sin embargo, el diálogo y los acuerdos antes de pasar a vivir juntos no necesariamente pueden significar que ese paso será virtuoso desde un principio. Siempre existe la posibilidad de que, aunque sea en un primer momento, haya conflictos entre las partes. “Hasta que logren ensamblarse y construir una suerte de ‘manual de la convivencia’ que represente los intereses, necesidades, deseos y límites de ambos, la primera etapa suele ser conflictiva”, enfatizó Gómez López.
Entonces, lo más común es enfrentar momentos, sobre todo al comienzo, de disgusto. Esto puede traer dudas a las partes, que no saben si la decisión tomada era la correcta, pero en esos momentos es cuando no se debe ‘perder la cabeza’ y buscar construir que el vínculo prospere.
Para lograr eso, Mileva Pavicich, sexóloga y psicóloga de pareja, explica que la solución a estos problemas es revisar y mejorar los acuerdos, buscar los cambios que se necesiten por medio de la comunicación. “El diálogo es la herramienta más poderosa para la pareja, siendo honestos pueden ver qué está faltando o sobrando para lograr una convivencia armónica donde ambos sientan que están bien y que son un apoyo mutuo”, afirmó.
Cuando estamos en una relación las personas podemos dramatizar una situación problemática, o encerrarnos en una dificultad que a veces sentimos que no tiene salida. Según Pavicich, la solución pasa por conversar, no sólo entre los integrantes de la pareja, sino también con seres queridos y amigos que podrán orientarlos. “Si no logran resolver sus problemas de ese modo, lo más sano es pasar a la terapia de pareja para revisar y trabajar los cambios que necesiten”, explicó. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)