Agustín Pichot: “es muy loco lo que está pasando”
Alejado de World Rugby, pero cerca de la “cocina” política, Agustín Pichot hace una lectura del panorama actual.
EN CASA. “Ahora puedo darme placeres en persona con mi familia que antes me daba por videollamada desde un aeropuerto en Doha a las 3 de la mañana”, d
Desde que perdió la elección por la presidencia de World Rugby a manos de su antiguo socio Bill Beaumont (el inglés fue reelegido como chairman hasta 2024), Agustín Pichot decidió que era momento de bajar revoluciones y volver a las bases. Apagó el micrófono de campaña, renunció a sus cargos dirigenciales en el rugby internacional (tanto en World Rugby como en Rugby World Cup y en Sudamérica Rugby) y tomó las riendas de un proyecto mucho más pequeño: entrenar la M17 de su club, el CASI. No fue un berrinche por haber perdido, aclara. Entiende que se eligió una propuesta distinta a la suya y no le interesa seguir estando por estar. “Pero no me escapo de ningún lado. Si me llaman para consultarme algo, desde la UAR o desde Sanzaar, no me hago a un costado”, sostuvo al respecto en el ciclo “Eden Park”, del que LG Deportiva participa.
Y es que, aunque se haya despegado de las mesas de reuniones, su visión y su experiencia siguen siendo consultadas de manera permanente, sobre todo en un momento de total desconcierto como el que vive el rugby mundial actualmente a causa de la pandemia. El ex capitán ya sabe lo que es avanzar a ciegas, porque fue el que se cansó de golpear puertas para que el rugby argentino entrara a un mundo completamente desconocido: el del profesionalismo. “Pero en ese momento, era Argentina contra el mundo. Ahora es Argentina con el mundo, en el mismo quilombo. Es un reset para todos. Hay un reacomodamiento general, hay una nueva coyuntura, y esto recién empieza”, anticipa “Ficha”.
- ¿Cómo ves este nuevo panorama?
- Es muy loco lo que está pasando. El año pasado habíamos acordado que el Súper Rugby seguíapor un nuevo ciclo de cinco años. Ya estaba hecho el calendario, ya estaba el formato, ya había dos contratos de televisación firmados, y pasó todo esto. Ante este nuevo panorama, Nueva Zelanda toma de manera egoísta la decisión de que en 2021 va a jugar su torneo doméstico. Nos dejó a nosotros, a Sudáfrica y a Australia mirando sin saber qué hacer. La UAR hizo muy bien en no especular con los jugadores y liberarlos por si les llegaban ofertas desde Europa, porque no se sabe qué se va a jugar el año que viene. No sólo nosotros; no lo sabe nadie.
- ¿Por qué crees que Nueva Zelanda adoptó esa actitud?
- A ver, antes que nada hay que tener en claro que esto no afecta a Los Pumas, que seguirán teniendo 12 partidos por año y jugando el Rugby Championship. Por otro lado, a todos nos duele que el año que viene no haya Súper Rugby como hasta ahora. Sería lindo que Mark Robinson (CEO de New Zealand Rugby) explique por qué tomaron esa decisión. Ahora, me parece que, ante este nuevo contexto, Nueva Zelanda buscó su mejor opción, que es su torneo interno. Tiene un rating altísimo, las canchas están llenas y les sale mucho más barato. ¿Qué te van a decir? ¿Que volvamos al Súper Rugby de los viajes largos, con canchas semivacías y diferentes husos horarios?
- ¿Ves más viable que Jaguares juegue la Superliga Americana o en algún torneo del exterior?
- No puedo decir algo que no se sabe. Hoy es tan posible una cosa como la otra. Pero hay que analizar lo que significa establecer una franquicia en otro país, sin público propio. Por ejemplo, llevar a los Pampas a la Vodacom fue una inversión de 800.000 dólares por año, que los tomamos pidiéndole a los sponsors que nos adelantaran lo que iban a poner para la entrada al Rugby Championship. Era mucha plata, considerando que el presupuesto de la UAR rondaba era de más o menos cinco millones de dólares. Fue una apuesta arriesgada, que salió bien. Hoy tener una franquicia como Jaguares en Sudáfrica durante cinco meses te costaría unos 10 millones de dólares. ¿Quién pone la plata? Como están las cosas en el país, la UAR no puede hacer semejante gasto.
- ¿Y con inversores externos?
- Lo que pasa en ese caso es que te tenés que ajustar a los parámetros del inversor, que ante todo quiere ganar plata. Y a lo mejor Mario Ledesma necesita que tal jugador descanse para tenerlo fresco contra Sudáfrica, pero el inversor quiere que juegue. Entonces Jaguares se transforma en un fin y no en un medio para fortalecer a Los Pumas. Con mucho esfuerzo se logró que Jaguares sea 100% propiedad del rugby argentino, pero si en algún momento la UAR considera que la salida es ir a jugar afuera, puede planteárselo.
- ¿Le están pasando factura a Argentina por la elección?
- No, eso es un mito. En este país somos muy aficionados a las teorías conspirativas. Si yo hubiese ganado las elecciones, hubiera pasado lo mismo. Lo de Nueva Zelanda se empezó a gestar cuando la elección ya estaba definida.
- Algunos hablan de que hubo fraude en la elección...
- Hay que ser buen perdedor. Hubiera sido desleal de mi parte zapatear por promesas que se le hicieron a ciertos países a cambio de su voto. Me apena que no hayan compartido mi visión de rugby global, pero si gracias a que perdí, Fiji y Japón consiguieron entrar al Seis Naciones, yo soy feliz. Tuve la posibilidad de negociar pero no quise hacerlo. Si entran al Seis Naciones o al Rugby Championship, quiero que sea por un proyecto de competencia y no a cambio de votos en una elección. Y hay que ver qué hacen en Europa con Georgia y Rumania, que hace rato vienen golpeando la puerta del Seis Naciones.
- ¿Podrían venir a la Superliga?
- Es una opción. Pero hay que ver cómo se acomoda primero el calendario mundial. Hoy se piensa en los intereses de 10 países nomás. Y yo proponía algo global, que pensáramos en los intereses de 24 países y luego ir ampliando.
- Decís que te sacaste la mochila de World Rugby. ¿La extrañas?
- Ahora me puse la de la M17 de mi club. Pero la de un proyecto global de World Rugby está ahí, a un costadito, y me mira todo el tiempo. Cada vez que hay alguna noticia es como que me llama, pero le digo que se quede quietita ahí, al menos por ahora. Pasaron dos meses y me hizo muy bien despejar la cabeza, ponerme otra mochila, pensar en otras cosas.