LA GACETA SALTA
Alfonsina: misteriosa, perdurable y esencial
12 Ago 2014
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IMPRESCINDIBLES. “La inquietud del rosal”, “Ocre” y “Poemas de amor” son sus libros más aclamados.
“Dientes de flores, cofia de rocío, / manos de hierbas, tú, nodriza fina, / tenme prestas las sábanas terrosas / y el edredón de musgos escardados. / Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. / Ponme una lámpara a la cabecera; / una constelación; la que te guste; /todas son buenas; bájala un poquito. / Déjame sola: oyes romper los brotes... / te acuna un pie celeste desde arriba /y un pájaro te traza unos compases / para que olvides... Gracias... Ah, un encargo: /si él llama nuevamente por teléfono / le dices que no insista, que he salido...” (“Voy a dormir”)
El 26 de octubre de 1938, el diario La Nación publicó estos versos conmovedores de Alfonsina Storni, una de las poetas más importantes de las letras hispanas. El día anterior, la escritora se había suicidado entrando al mar desde la playa La Perla, en Mar del Plata. La acechaba un cáncer fulminante del que había sido operada tres años antes. Su cuerpo enfermo distaba de ser el de aquella aguerrida defensora de los derechos civiles de la mujer. Y, por eso, eligió seguir el mismo camino que su amigo, el escritor Horacio Quiroga, que se había suicidado dos años antes.
Storni dejó una obra enorme, atravesada por una prosa diáfana pero muy crítica. Sus poemas, de hecho, eran un reflejo de la vida de una mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales que se imponían a la mujer de su época, pero también de una poeta con mayúsculas. Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en un cantón de la Suiza italiana y llegó a la Argentina cuatro años después. Su familia se estableció primero en San Juan y más tarde en Rosario.
Apenas entraba en la adolescencia cuando murió su padre, y para ganarse la vida trabajó como cocinera. También fue obrera de una fábrica y probó suerte con la actuación. Terminó por recibirse de maestra en la Escuela Normal Mixta de Coronda, en Santa Fe.
Mientras ejercía la docencia, en 1910, publicó sus primeros poemas: “El mundo rosarino” y “Monos y monadas”. Dos años después nació su hijo, Alejandro Alfonso, con el que se fue vivir a Buenos Aires.
Su primer libro de versos, “La inquietud del rosal”, apareció en 1916. Siguieron “El dulce daño”, “Languidez”, “Ocre” -considerado por muchos críticos su mejor obra poética-, “Mundo de siete pozos” y “Mascarilla y trébol”. En prosa publicó “Poemas de amor” y el ensayo “Desovillando la raíz porteña”.
El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada del cáncer de mama. La mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental recrudecieron.
El 25 de octubre decidió irse a dormir y entró a la historia junto con la espuma del mar.
El 26 de octubre de 1938, el diario La Nación publicó estos versos conmovedores de Alfonsina Storni, una de las poetas más importantes de las letras hispanas. El día anterior, la escritora se había suicidado entrando al mar desde la playa La Perla, en Mar del Plata. La acechaba un cáncer fulminante del que había sido operada tres años antes. Su cuerpo enfermo distaba de ser el de aquella aguerrida defensora de los derechos civiles de la mujer. Y, por eso, eligió seguir el mismo camino que su amigo, el escritor Horacio Quiroga, que se había suicidado dos años antes.
Storni dejó una obra enorme, atravesada por una prosa diáfana pero muy crítica. Sus poemas, de hecho, eran un reflejo de la vida de una mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales que se imponían a la mujer de su época, pero también de una poeta con mayúsculas. Alfonsina Storni nació el 29 de mayo de 1892 en un cantón de la Suiza italiana y llegó a la Argentina cuatro años después. Su familia se estableció primero en San Juan y más tarde en Rosario.
Apenas entraba en la adolescencia cuando murió su padre, y para ganarse la vida trabajó como cocinera. También fue obrera de una fábrica y probó suerte con la actuación. Terminó por recibirse de maestra en la Escuela Normal Mixta de Coronda, en Santa Fe.
Mientras ejercía la docencia, en 1910, publicó sus primeros poemas: “El mundo rosarino” y “Monos y monadas”. Dos años después nació su hijo, Alejandro Alfonso, con el que se fue vivir a Buenos Aires.
Su primer libro de versos, “La inquietud del rosal”, apareció en 1916. Siguieron “El dulce daño”, “Languidez”, “Ocre” -considerado por muchos críticos su mejor obra poética-, “Mundo de siete pozos” y “Mascarilla y trébol”. En prosa publicó “Poemas de amor” y el ensayo “Desovillando la raíz porteña”.
El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada del cáncer de mama. La mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental recrudecieron.
El 25 de octubre decidió irse a dormir y entró a la historia junto con la espuma del mar.
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