El dolor de la familia de Abigail: “era mi princesita y me la quitaron”
El padre de la niña se desmayó durante el velorio.
Mientras un grupo reducido de personas quería hacer justicia por mano propia, la familia de Abigail Riquel, la nena de 9 años que fue asesinada el domingo, se mantenía al margen de esa discusión. En la casa de la víctima, durante el velorio, no cabía un alfiler. Casi un centenar de personas estuvieron presentes ayer y no había lugar más que para el dolor de la pérdida y la gratitud hacia los vecinos.
“Queremos despedirla como el ángel que es, junto a su familia y sus amigos. Era una nena alegre, que le gustaba pintarse y decir que era una princesa, y es lo que era realmente: era mi princesita y me la han quitado”, describió Pablo Riquel devastado por las lágrimas. El padre esperaba en su humilde vivienda a que los forenses le devolvieran el cuerpo de su pequeña para iniciar el velorio.
Cerca de las 13.30, comenzaron a sonar aplausos, Sofía Coman llegaba con el cotejo fúnebre de su hija. La mujer fue recibida con largos abrazos por sus amigas. “Mi hija era una nena que se hacía querer a donde iba, no entiendo cómo puede existir gente capaz de hacer algo tan horroroso. No era más que una niña de nueve años”, le dijo la madre a LA GACETA.
El cuerpo fue velado a cajón cerrado y la familia Riquel tuvo su momento a solas para desahogarse frente a féretro. Pocos pudieron contener las lágrimas al escuchar el desgarrador grito que salió de la habitación: “¡¿por qué le hizo esto a nuestra nena? Nos destruyó la familia!”. El llanto se contagió entre los presentes, que no encontraban una respuesta a esa pregunta.
Las puertas del comedor se abrieron, y como si e tratara de un solo ente, la muchedumbre ingresó en la pequeña sala para dar sus respetos y despedir a la pequeña.
El calor no dio tregua y complicó las cosas. Los 40° se cobraron al menos dos desmayos, entre ellos estaba Pablo Riquel, que no soportó el dolor de ver a su familia destrozada junto al cajón de Abigail. El hombre perdió el conocimiento por unos minutos, fue sacado al patio por tres hombres que lo sentaron y comenzaron a abanicarlo. Las gaseosas y las aguas saborizadas pasaron de mano en mano para devolverle el aliento.
El retrato de la niña
Rocío Abigail Riquel asistía a la escuela 240 Manuel Lainez, ubicada en barrio Feput, de la capital. Allí la niña cosechó muchas amistades y llegó incluso a ser abanderaba por sus buenas notas, según cuentan sus tíos y demuestran las fotos de los actos escolares. Hubo muchos niños en el velorio, algunos eran sus compañeros de grado. Las madres de los chicos se deshicieron en lágrimas junto a Coman, que era abanicada por sus comadres.
“‘Abi’ y sus amigos solían jugar en el predio donde la encontramos, jugaban buscando latitas, o algún juguete que encontraban tirado. Era la diversión que tenían y eran felices con eso. Justo ese día su amiguita no podía salir porque se estaba entrando a bañar y ella se fue solita al terreno”, contó el padre de la criatura, que espera que la Policía localice al sospechoso del crimen, un joven de 25 años.