El uso de antibióticos para covid-19 puede ser un arma mortal
La automedicación y laprescripción médica errónea vuelven resistentes las bacterias. Qué hacer a nivel individual y colectivo.
GRAVE. El uso indebido de antibióticos es muy peligroso, porque fortalece las bacterias y las hace resistentes.
“Existe el peligro de que un hombre ignorante pueda fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico, y, al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento, los haga resistentes”, dijo de Alexander Fleming, descubridor de la penicilina en 1928, cuando le entregaron el premio Nobel de Medicina por ese hallazgo, el 24 de octubre de 1945. Fue profético; sólo le faltó imaginar que ese hombres podía ser médico.
Casi exactamente 75 años después, el 19 de noviembre, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, renovó las alertas: “la resistencia a los antibacterianos (RAB) no parece tan urgente como una pandemia, pero es igualmente peligrosa”, advirtió y la calificó como “una de las mayores amenazas para la salud de nuestro tiempo”. “Podría destruir un siglo de progresos médicos y nos deja indefensos frente a infecciones que hoy pueden ser tratadas fácilmente”, añadió.
“Y hoy, con el uso incorrecto y hasta indebido de antibióticos (AB) para tratar covid-19, ese peligro se ha multiplicado muchísimas veces -dice a LA GACETA María Cecilia Rodríguez, investigadora en el laboratorio de Genética y Biología Molecular del Cerela (Conicet), y experta en RAB.
“Por un lado se está haciendo un mal manejo médico de la enfermedad. Es cierto, y hay que reconocerlo: nadie sabía de SARS-CoV-2; y mucho sigue sin saberse; nada está claro, se les queman los papeles y atacan con todo... Pero no debería: todo médico aprendió en la universidad que los antibióticos se usan para tratar bacterias, no virus. Y lo real es que (aquí y en el resto del mundo) pacientes covid-19 asintomáticos salen de los consultorios febriles con prescripción de antibióticos... A ello hay que sumar la automedicación y la venta sin receta”, añade.
Coincide con ella Daniel Grassi, director del Departamento de Posgrado de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral: “según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por la sigla en inglés) de EE.UU., entre un tercio y dos tercios de las indicaciones de antibióticos de los médicos son inadecuadas”,
“Y en el contexto de pandemia por covid-19 hemos podido observar, además, que muchos pacientes se automedican con antibióticos, principalmente en caso de fiebre inespecífica, obteniendo así una falsa sensación de seguridad”. Falsa, porque los antibióticos no atacan virus -resalta Rodríguez-; pero además, peligrosa. Porque mal usados, generan resistencia y dejan de causar efecto.
“Ello hace que las infecciones comunes sean cada vez más difíciles de tratar, y que aumente el riesgo de mayos propagación de enfermedades, de sufrir formas graves de las enfermedades y de muerte”, señala el último documento de la OMS sobre el tema.
¿Quién se resiste a qué?
Intuitivamente suele pensarse que nos resistimos los pacientes, pero no. Se defienden las bacterias... del antibiótico con el que queremos matarlas; su defensa es mutar y volverlos ineficaces.
“La resistencia es en ellas un fenómeno evolutivo natural y les otorga ventajas adaptativas”, advierte Rodríguez y explica que la información genética esencial para la vida de la bacteria está contenida en su única molécula de ADN, que es el cromosoma bacteriano. Pero además muchas poseen también ADN extracromosómico, y allí disponen de información sobre funciones que no son esenciales, pero les dan “habilidades”, entre ellas, mutar.
“Y estas estructuras no esenciales tienen capacidad para ‘moverse’ de una bacteria y otra, no necesariamente de la misma especie, lo que favorece la diseminación de la resistencia”, agrega.
“La prescripción indebida y la automedicación (que no son un fenómeno sólo nuestro ni de ahora, y que se incrementaron muchísimo durante la pandemia) aceleran y profundizan esas mutaciones, y están ejerciendo gran presión de selección, lo que lleva al agravamiento de la RAB, porque hace que cambie la plataforma en la que se mueven los genes de las bacterias... y estas se hagan inmunes a los antibióticos”, advierte.
A qué se llama mal uso
En términos generales, a tres prácticas lamentablemente muy frecuentes: la administración de antibióticos (con prescripción medica o sin ella) cuando no son necesarios (como con los virus); a la inadecuada elección del medicamento respecto del germen infectante y a las fallas en la administración: dosis y/o duración incorrectas, señala Grassi.
“Es muy frecuente que para infecciones leves se vaya directo a los antibióticos de amplio espectro, como la citromicina o la claritromicina, que deberían ser la última opción terapéutica -resalta Rodríguez-. Así nos vamos quedando sin opciones para tratar infecciones causadas por bacterias multirresistentes (BMR), es decir, las que resisten a más de tres familias diferentes de antibióticos, o (peor) a todos los antibióticos que tenemos disponibles en el mercado”.
Y, de nuevo, la pandemia de covid-19 agrava la situación.
En tiempos normales -explica Rodríguez, el sistema de salud tiene herramientas para minimizar el impacto y la circulación de BMR. “Por un lado, evitando su propagación en hospitales (donde se desarrollan con mayor frecuencia) aislando totalmente al paciente y el equipamiento que se usa, cosa que con el sistema de salud al borde del colapso hoy es casi imposible”, explica.
“Por el otro, con la red de monitoreo y vigilancia de RAM, que en Argentina funciona, sobre la base de la información de todos los laboratorios -agrega-. Pero también están superados por covid-19, y la vigilancia fue puesta en crisis ... Así que casi podemos pensar, y lo señalan ya muchos expertos, que la próxima pandemia puede ser la resistencia de las bacterias... y sus consecuencias”.
Cuándo sí se usan: sólo la coinfección bacteriana en pacientes covid-19 graves puede requerir antibióticos
“Dado que los antibióticos no combaten virus, carece de sentido (y en cambio, genera problemas) administrarlos a pacientes asintomáticos o con síntomas, pero en cuadros no graves”, señala enfáticamente María Cecilia Rodríguez, del laboratorio de Genética y Biología Molecular del Cerela (Conicet), experta en resistencia a los antibióticos. “Existen protocolos y están claros, pero son poco manejados por los médicos, muchos de los cuales debieron dejar especialidades no clínicas para atender covid-19. Los protocolos indican que se indican a pacientes ya graves, en general intubados, en los que se confirma o se sospecha fuertemente coinfección con bacterias”, agrega.
Por su parte, el documento “Consideraciones para el uso responsable de antibióticos en covid-19”, de la Sociedad Argentina de Infectología destaca: “La infección por SARS-CoV-2 nos enfrenta con múltiples desafíos. Uno de ellos es indudablemente el discernimiento del uso adecuado de los recursos, entre los cuales los antibióticos (ATB) son tal vez uno de los más valiosos. La inadecuada prescripción de ATB podría asociarse a un aumento en las tasas de resistencia antimicrobiana, por lo que se debe extremar la prudencia y la responsabilidad en su uso”. Por tal motivo recomienda “considerar iniciar antibióticos solamente en pacientes donde la infección bacteriana concomitante es fuertemente sospechada y/o el cuadro reviste gravedad (...). Ante sospecha de neumonía asociada a respirador, solicitar muestra y tratar con antibióticos de acuerdo con la epidemiología local”.