LA GACETA SALTA
Como “Big Heroe 6”, los robots se ablandan para ganar funcionalidad
Laboratorios de punta desarrollan propuestas de “robótica blanda”, con materiales más maleables y económicos que los usados en los robots rígidos. Por Quentin Hardy / The New York Times.
03 May 2015
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UNA OPCIÓN POR LA FLEXIBILIDAD. Un robot blando en producción en la fábrica de Griffith, en San Francisco. the new york times
SAN FRANCISCO.– En una fábrica de la ciudad, Saul Griffith trabaja en productos inteligentes, baratos y, sobre todo, maleables. En la compañía de investigación de Griffith Otherlab, pequeños equipos se reúnen en torno de cortadoras láser y herramientas. Algunos trabajan en grupos de paneles solares que siguen al sol, guiados por lo que parecen botellas de refresco acanaladas y operados por medio de presión neumática. Otros manipulan exoesqueletos inflables destinados a ayudar a soldados a correr con cargas pesadas o a ayudar a caminar a parapléjicos.
Los productos futuristas prometidos por años por la ingeniería convencional ahora son realidad gracias a un puñado de inventores con bajo presupuesto y con una visión inusual: quieren reemplazar la fuerza y el metal tradicionales con materiales poco convencionales para crear máquinas blandas más baratas y más efectivas.
“Todos los problemas en la ingeniería mecánica han sido abordados con más peso, más potencia y más rigidez”, dijo Griffith, co-fundador y director ejecutivo de Otherlab. “Pero la naturaleza –el mundo real– es maleable”. Griffith lidera el movimiento conocido como robótica blanda, que pretende revolucionar la forma en que pensamos la construcción de cosas.
Más que ficción
Investigadores en Harvard han dado a conocer un estuche de herramientas para hacer altavoces y manos prostéticas usando materiales blandos. La exitosa película “Big Hero 6” presentó un robot de cuerpo blando inspirado en un trabajo de la Universidad Carnegie Mellon.
A muchos de los proyectos de Griffith les faltan algunos años para ser ofrecidos al público. Sin embargo, al crear varias compañías que están haciendo robótica blanda, Griffith espera acelerar esa tendencia.
El trabajo contrasta con una robótica más tradicional. Los drones de Amazon y los seleccionadores en las fábricas, o los robots soldadores en Tesla, son rígidos y usan enfoques de ingeniería mecánica tradicionales. Muchas de esas máquinas tienen brazos pesados y necesitan que los objetos sean colocados en la misma posición siempre, para que puedan moverse rápidamente a la ubicación correcta.
Los exoesqueletos biónicos tradicionales propuestos para los militares y parapléjicos también son pesados. Más peso en el robot o el exoesqueleto requerirá más energía para que se muevan las partes. Eso se traduce en una vida de batería corta o una fuente de energía externa.
Las cosas maleables tienen movimientos menos precisos que las rígidas y necesitan muchos sensores y semiconductores que corrijan sus movimientos. Esas partes alguna vez costosas se han vuelto más baratas gracias a la explosión de los teléfonos celulares, que usan muchos de los mismos componentes. Levantar cosas sin aplastarlas, un problema con los robots de metal, también es más fácil con los robots blandos inteligentes. Y, con suficiente aire, también pueden ser firmes.
El primer gran proyecto de Griffith en la Bahía de San Francisco fue Makani Power, un esfuerzo respaldado por Google para generar energía volando cometas gigantes; y aprovechando sus formas blandas para soportar las tormentas. Perdió la compañía en la crisis financiera de 2008, aunque Google persiste en la idea.
Después de trabajar en el MIT en ideas iniciales sobre convertir formas bidimensionales en objetos tridimensionales usando matemáticas complejas, Griffith co-fundó Otherlab para atraer a jóvenes ingenieros a las nuevas ideas sobre las formas blandas y la computación.
Barato, sustentable
Griffith trata de abaratar costos. El prototipo para el manipulador de paneles solares fue creado con una botella de refresco y un hornillo, en vez de una propuesta máquina de 150.000 dólares.
Westport, el mayor fabricante de tecnología para motores de gas natural comprimido del mundo, ha invertido en Volute, una de las compañías engendradas por Otherlab, que produce tanques de gas blandos. Al reemplazar un solo tanque con tubos más pequeños que pueden ser plegados, es posible mantener más combustible en la misma área o crear una forma que se ajuste mejor a los contornos del vehículo, con válvulas de seguridad en cada segmento para minimizar el daño en una explosión. Hay un trabajo blando similar en marcha en iRobot, que produce la aspiradora Roomba y robots militares rígidos.
“Los brazos y las manos serán la primera área” de desarrollo, dijo Chris Jones, director de desarrollo de tecnología estratégica de iRobot. “Las estructuras inflables pueden ser muy fuertes pero, si se reduce la presión, también muy blandas. Se puede relajar la precisión que se necesita”.
“Si queremos hacer robots como los que vemos en las películas, tenemos que cambiar el juego”, dijo. “Estamos tratando de ver cómo será la manufactura dentro de 50 años”.
Los productos futuristas prometidos por años por la ingeniería convencional ahora son realidad gracias a un puñado de inventores con bajo presupuesto y con una visión inusual: quieren reemplazar la fuerza y el metal tradicionales con materiales poco convencionales para crear máquinas blandas más baratas y más efectivas.
“Todos los problemas en la ingeniería mecánica han sido abordados con más peso, más potencia y más rigidez”, dijo Griffith, co-fundador y director ejecutivo de Otherlab. “Pero la naturaleza –el mundo real– es maleable”. Griffith lidera el movimiento conocido como robótica blanda, que pretende revolucionar la forma en que pensamos la construcción de cosas.
Más que ficción
Investigadores en Harvard han dado a conocer un estuche de herramientas para hacer altavoces y manos prostéticas usando materiales blandos. La exitosa película “Big Hero 6” presentó un robot de cuerpo blando inspirado en un trabajo de la Universidad Carnegie Mellon.
A muchos de los proyectos de Griffith les faltan algunos años para ser ofrecidos al público. Sin embargo, al crear varias compañías que están haciendo robótica blanda, Griffith espera acelerar esa tendencia.
El trabajo contrasta con una robótica más tradicional. Los drones de Amazon y los seleccionadores en las fábricas, o los robots soldadores en Tesla, son rígidos y usan enfoques de ingeniería mecánica tradicionales. Muchas de esas máquinas tienen brazos pesados y necesitan que los objetos sean colocados en la misma posición siempre, para que puedan moverse rápidamente a la ubicación correcta.
Los exoesqueletos biónicos tradicionales propuestos para los militares y parapléjicos también son pesados. Más peso en el robot o el exoesqueleto requerirá más energía para que se muevan las partes. Eso se traduce en una vida de batería corta o una fuente de energía externa.
Las cosas maleables tienen movimientos menos precisos que las rígidas y necesitan muchos sensores y semiconductores que corrijan sus movimientos. Esas partes alguna vez costosas se han vuelto más baratas gracias a la explosión de los teléfonos celulares, que usan muchos de los mismos componentes. Levantar cosas sin aplastarlas, un problema con los robots de metal, también es más fácil con los robots blandos inteligentes. Y, con suficiente aire, también pueden ser firmes.
El primer gran proyecto de Griffith en la Bahía de San Francisco fue Makani Power, un esfuerzo respaldado por Google para generar energía volando cometas gigantes; y aprovechando sus formas blandas para soportar las tormentas. Perdió la compañía en la crisis financiera de 2008, aunque Google persiste en la idea.
Después de trabajar en el MIT en ideas iniciales sobre convertir formas bidimensionales en objetos tridimensionales usando matemáticas complejas, Griffith co-fundó Otherlab para atraer a jóvenes ingenieros a las nuevas ideas sobre las formas blandas y la computación.
Barato, sustentable
Griffith trata de abaratar costos. El prototipo para el manipulador de paneles solares fue creado con una botella de refresco y un hornillo, en vez de una propuesta máquina de 150.000 dólares.
Westport, el mayor fabricante de tecnología para motores de gas natural comprimido del mundo, ha invertido en Volute, una de las compañías engendradas por Otherlab, que produce tanques de gas blandos. Al reemplazar un solo tanque con tubos más pequeños que pueden ser plegados, es posible mantener más combustible en la misma área o crear una forma que se ajuste mejor a los contornos del vehículo, con válvulas de seguridad en cada segmento para minimizar el daño en una explosión. Hay un trabajo blando similar en marcha en iRobot, que produce la aspiradora Roomba y robots militares rígidos.
“Los brazos y las manos serán la primera área” de desarrollo, dijo Chris Jones, director de desarrollo de tecnología estratégica de iRobot. “Las estructuras inflables pueden ser muy fuertes pero, si se reduce la presión, también muy blandas. Se puede relajar la precisión que se necesita”.
“Si queremos hacer robots como los que vemos en las películas, tenemos que cambiar el juego”, dijo. “Estamos tratando de ver cómo será la manufactura dentro de 50 años”.
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