Actuar el sentimiento
Norma Aleandro presentó el sábado su unipersonal "Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor", en la Casa de la Cultura.
ACTRIZ EN ACCIÓN. Norma Aleandro interpretó un fragmento de "La señorita de Tacna". FOTO GENTILEZA PRODUCTORA NORMA ALEANDRO.
El primer acto de magia es convertir el silencio en una materia palpable, visible, con la que irá fabricando durante una hora y media las escenografías, los personajes, los fondos que los cuentos le vayan pidiendo.
Norma Aleandro aparece en el escenario y es todas las mujeres, los hombres, incluso los perros que necesite la historia. Así funciona su talento, y sobre esa certeza levantó en 1976 uno de sus más exitosos unipersonales: "Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor".
El sábado, ante la sala llena de la Casa de la Cultura, la actriz lo presentó al público salteño, y la esperaron ovaciones. Vestida de telón de terciopelo bordó, largo hasta los pies, liviano hasta los muslos para bailar coplas y un cuplé.
Textos propios, de Félix Lope de Vega, de Gabriel García Márquez, Pedro Muñóz Seca, Baltazar del Alcázar, de Mario Vargas Llosa, intervenidos por la guitarra de Oscar Migueles, que por momentos suena como una orquesta con redoblantes y tambores, que toca con una sola mano o acompaña a la actriz cuando se pone a cantar.
Norma le canta y lo cuenta al amor, pero antes que nada va a reírse de sus penas, como en "El ahogado más hermoso del mundo", de García Márquez, o a rendirles un homenaje conmovedor, con un fragmento de "La señorita de Tacna", de Vargas Llosa, con el que cierra el espectáculo. Allí aparece como la anciana de voz quebrada, cubierta por un manto para la confesión, y se transforma en virgen pudorosa y enamorada por la gestión efectiva del recuerdo y un cambio de luz. Aleandro es inmensa y cada mano, cada gesto del torso, de los ojos, es un episodio que dice.
Scherezade la inspira, tanto como su abuela que le contaba historias, como las mujeres que han pasado por los amores en sus cuentos. A ellas le dedica el show, les pone la voz y el ejercicio impecable de su memoria para decirlas en todos sus vericuetos. La actriz se desdibuja y se reconstruye diciéndolas. Verla, escucharla, es delicioso.