LA GACETA SALTA
Triple Frontera: turismo de naturaleza y compras libres de impuestos
El territorio que comparten Argentina, Brasil y Paraguay ofrece otras atracciones además de las Cataratas del Iguazú.
17 Feb 2016
El territorio compartido entre Argentina, Brasil y Paraguay, conocido como la Triple Frontera, alberga en su seno además del reconocido destino Cataratas del Iguazú, otras atracciones que lo convierten en una experiencia particular.
Tanto la ciudad misionera de Puerto Iguazú, como sus vecinas Foz do Iguazú, en Brasil, y Ciudad del Este, en Paraguay (a las que se suma la también paraguaya Presidente Franco) conforman un circuito único y también extraño, por la sensación de estar en tres países a la vez pero vivir diversas culturas en un mismo lugar.
En Puerto Iguazú, salvo por su especial tierra colorada, la vida no difiere mucho de cualquier otra del país, con sus mañanas ajetreadas, tardes de descanso y una vida nocturna que se extiende más allá de la medianoche, es uno de los posibles puntos de base para comenzar con la experiencia.
Guardiana del Parque Nacional Iguazú y puerta de entrada a las Cataratas, cuenta con una infraestructura hotelera y gastronómica que se adapta a diferentes gustos y presupuestos.
Su oferta incluye campings, bungalows, hospedajes y hoteles de diferentes estrellatos, tanto en la ciudad como en la colindante región conocida como Selva Yryapú, un espacio verde de 600 hectáreas, que permitió un incremento del 30% en la cantidad de plazas disponibles en la ciudad.
A la hora del almuerzo o la cena, el turista se sorprenderá por la abundancia de los platos que se sirven tanto en restaurantes y parrilllas del centro, como en los ubicados en cercanías del puerto.
El recorrido por la avenida Río Iguazú es un paseo ribereño imperdible; desde el renovado hito fronterizo argentino hasta el pequeño puerto, ofrece a cada metro una sucesión de maravillosos paisajes que tienen como protagonistas a los ríos Iguazú y Paraná.
Desde el anfiteatro, ubicado a los pies de hito fronterizo, se puede observar la confluencia de ambos ríos y el propio epicentro de la triple frontera.
Al norte, sobre la parte más alta de la barranca, el hito verde y amarillo anuncia el inicio del territorio brasileño, y al oeste, el monumento tricolor de Paraguay corona una larga franja costera interrumpida, a la distancia, por el Puente de la Amistad.
Si la intención del viajero es cruzar a Foz do Iguazú, el puente internacional Tancredo Neves, epílogo de la ruta nacional 12, es el nexo con el vecino país.
Esta ciudad brasileña ofrece muy buenas opciones de hospedaje, en especial los hoteles ubicados sobre la avenida Cataratas y algunos de la zona céntrica, los que, en conjunto, ofrecen más de 10 mil plazas.
Allí, a diferencia de Iguazú, la actividad comercial comienza temprano y termina al caer la tarde, y los negocios -a excepción de bares y restaurantes- cierran sus puertas entre las 18 y las 19.
Movilizarse por el centro comercial de la ciudad es una experiencia muy diferente de lo que sucede del lado argentino: vendedores ambulantes ofrecen, en tres idiomas, sus mercaderías a lo largo de las nueve cuadras de la avenida Brasil, entremezclándose con turistas.
A 12 kilómetros del centro, la represa hidroeléctrica Itaipú se yerge imponente sobre el horizonte; su muro de concreto se extiende por más de ocho kilómetros y hace pasar inadvertida su colosal altura de 144 metros.
Promovida por Itaupú Turismo, las instalaciones pueden visitarse en recorridos asistidos que dan cabal noción de lo imponente que es la obra, con la posibilidad de conducir un auto eléctrico, visitar un ecosistema protegido y realizar un paseo en catamarán por el lago.
Además del obligado paso por el lado brasileño de las Cataratas, muchos turistas eligen Foz como base para tours de compras en Ciudad del Este, donde miles de personas son atraídas por los bajos precios y la diversidad de productos ofrecidos.
La ciudad paraguaya tiene un estilo único: por ser destino netamente comercial, sus calles céntricas son portadoras de una contaminación visual exasperante, debido a la sucesión interminable de marquesinas y anuncios publicitarios.
Su ritmo es febril, lo que puede apreciarse desde antes de ingresar: enjambres de mototaxis, automóviles, ómnibus y camiones pugnan por un lugar en la calzada del puente internacional, tanto para entrar como para salir.
Esto se volverá a repetir en la cuadrícula urbana céntrica: puestos callejeros, "guías de compras", peatones y vehículos se confunden en una marea multicolor que tiene el claro objetivo de ofrecer y conseguir el mejor precio.
La recompensa de atravesar esto es la posibilidad de retornar con soñadas posesiones obtenidas a precios irrisorios.
(Télam)
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