Alejandro Dolina: “el gobierno que tenemos no se parece a mí”
El viernes estará con “La venganza será terrible” en el Teatro Provincial y en esta nota habla sobre la gira por los 30 años del programa, sobre la desesperanza y la independencia.
Lo primero que quiere hacer Alejandro Dolina antes de llegar a Salta es pedir disculpas. En su última presentación en la ciudad, en 2010, la transmisión de "La Venganza será terrible" desde el Teatro Provincial terminó en un corte de la calle, cuando cientos de admiradores suyos se amontonaron a la salida para sacarse fotos y pedirle autógrafos. “Los autos no podían pasar, comenzaron a tocar bocina y ahí nos corrimos, pero en el tránsito esos minutos de demora son muchos y al otro día se enojó uno que no habrá podido pasar y publicó en el diario una queja diciendo que yo me había puesto a propósito en el medio de la calle para llamar la atención”, cuenta, en una charla telefónica con LA GACETA. “Yo aprovecho ahora para decir que en realidad no me había dado cuenta y pido disculpas por los inconvenientes causados”, dice, y promete que el viernes intentará por todos los medios no provocar ningún otro piquete involuntario.
“Me siento primero que nada preocupado por si me va a salir bien o no, si la gente va a responder. Después muy feliz por cómo se va desarrollando y por volver a lugares a los que me gusta mucho ir”, dice sobre la gira que desde hace varios meses lo tiene en circulación por todo el país, con la celebración de los 30 años del programa que en la medianoche de Radio Del Plata (FM 89.7 en Salta).
-¿Qué te gustaría que pase el viernes?
-Me gustaría que pase lo mismo que la última vez, pero descontando el incidente de los autos. Ojalá venga mucha gente y podamos hacer algo digno. Estamos haciendo unos espectáculos un poquitito más teatrales, les hemos sacado las pausas, es todo de un tirón, porque no va a la hora exacta de la transmisión sino que lo grabamos un par de horas antes para que la gente tenga un horario más conveniente a los efectos de una gira. En Buenos Aires está bueno que seamos un poco clandestinos, pero cuando viajamos a una ciudad, vamos a la hora conveniente de las visitas. Si a uno le tocan el timbre a las dos de la mañana, no está del todo bien.
-¿Por qué hacer la gira en escena?
-Ya que estamos en un teatro y con el público instalado de esta manera, lo mejor es darle un convite lo más teatral posible, pero por otra parte, el programa nuestro de por sí es más teatral que radial. Lo hacemos siempre con público y, aunque se trate de una dramaturgia elemental, prevalece allí la narrativa y la convivencia con el público y se afantasman los códigos radiales. No aparece el tipo de las noticias, el que está llamando desde afuera para informar cómo está el transporte. Eso no hay, para algunos es una decepción, como el oyente que necesita que cada 15 minutos les digan si hace calor. Para quienes nos vienen a ver, es mejor. A mí me parece que hacemos el programa para los que están allí, y después por reflejo lunar, el programa se recibe en las casas.
-Hacerlo en vivo es también eliminar esa ausencia con la que definís a la radio
-La radio no tendría sentido, no se habría inventado de no existir la institución de la ausencia. Si estuviéramos todos presentes, todo el tiempo, en todas partes, la radio no sería necesaria.
-Alguna vez dijiste que cuando los gobiernos se nos parecen es una conquista. ¿A quién se parece este gobierno?
-El gobierno que tenemos ciertamente no se parece a mí. Para el gobierno esto es una suerte y decirlo es casi elogiarlo. Lo que quiero decir es que vivo este momento con muchísima preocupación, tristeza y algo de desesperanza. Lo digo no tanto como una cuestión política sino como un acto de introspección, mirándome a mí mismo. Me noto desesperanzado. Me parece también que habría que repensar los decires políticos para que no se conviertan en una cuestión psicoanalítica y donde cada uno que agarra el micrófono empieza a quejarse de sus propios males. Sería mejor darle una dinámica política a la queja y la indignación, a este rajarse como dicen los mejicanos. Son declaraciones muy subjetivas y creo que a esa energía hay que trasladarla a la acción política.
-¿Qué dirías que prevaleció a la hora de elegir este cambio de signo político?
-Creo que prevaleció el deseo de oponerse al gobierno anterior, que a mi juicio tuvo muchísimos logros. Creo que desató también muchísima controversia y tal vez no supo establecer las alianzas correspondientes, tampoco supo ser flexible en momentos en que no estaba tan potente desde el punto de vista electoral. De manera que no le alcanzó su propio bagaje y perdió por poco. Hubo gravísimos errores de cálculo en el diseño político de las campañas electorales y ahora se puso muchísimo más difícil por los motivos que todos ya conocen.
-Hace poco se cumplió el Bicentenario de la Independencia ¿cómo dirías que encuentra al país este festejo?
-Creo que nos sorprende en un momento muy poco independiente. El país tiene cada vez más gestos genuflexos ante los grandes poderes del mundo, pero también es cierto que hay una interdependencia que hay que calcular en el mundo que se vive. La independencia absoluta no existe, pero también sabemos que hay unas ciertas ideologías que prevalecen en el mundo, que son las de los países centrales, que se diseñan en Estados Unidos, la Unión Europea, y en realidad no nos favorecen. Más que independencia, más bien esperaría gestos independientes: como el de un cierto keynesianismo, un cierto diseño de políticas económicas que nos permitieran tener mayor nivel de decisión. También ahí sería conveniente que las ideologías tuvieran un diseño tal que favorecieran a los sectores que menos poseen.
-Una ideología que redefina entonces el rol del Estado
-Sería momento de preguntarse cuál es el sentido histórico del Estado como tal, para qué se crea un Estado. Si es para repartir lo que sobra cuando sobra, entonces asegurarse que aquellos que no pueden ganarse el sustento tan eficientemente, sean asistidos; para que los que menos poseen tengan algo, un mínimo. Ese es el origen histórico del Estado. Si ante la complejidad de las relaciones políticas y económicas el Estado se convierte en un agente de los que más tienen, entonces estamos equivocando el camino. Esos pensamientos acerca de qué es ser independiente en estos tiempos y cuál es la función del Estado, deberían ser el eje de los festejos del Día de la Independencia, pensando hasta qué punto la tenemos.
-¿Cuál es la forma que podría tomar ese pensamiento en este momento?
-Hay quienes sí piensan que el liberalismo político sí es algo bueno, pero quienes no pensamos así sería mejor que le diéramos alguna forma verdaderamente política a nuestro pensamiento, si no toda la discusión política se traduce en quién se robó qué. Mejor sería que pensemos en cómo se distribuyen los bienes, quiénes son los merecedores de cada cosa, y en qué consiste ese reparto y por qué. Eso es pensar en términos políticos sobre el rol del Estado y la verdadera independencia.
-¿Qué lectura hacés de este momento de los medios de comunicación?
-Creo que está difícil conservar el trabajo, pero también creo que cada uno tiene derecho a pensar como quiera. Me parece que hay que alejarse de los gestos de provocación y ataque gratuito. El uso de lenguajes agresivos, ásperos, pero va a ser difícil, porque la controversia es cada vez mayor.
-¿Te llaman la atención la formas nuevas de la seducción en tiempos de las redes sociales?
-Las redes sociales son muy divertidas y son un espejo de la sociedad, y son lo peor de la sociedad, pero es un espejo finalmente. Soy un seguidor, no diría entusiasta, pero de ningún modo un negador. Han servido para abrir muchas puertas, incluso las del infierno.
-Se dice que las nuevas generaciones le tienen miedo al compromiso amoroso ¿El compromiso asusta o las instituciones están obsoletas?
-Si la mayoría de las personas no sigue los caminos formales trazados por la ley o la costumbre, será porque esas leyes o costumbres deberían revisar su vigencia. Uno de los criterios que se utilizan en derecho y filosofía para establecer la validez de estas normas jurídicas es si realmente se cumplen. Si una norma no se cumple, empieza a no ser válida. Si hay un altísimo porcentaje de personas que no se someten a las costumbres de formalización ni a las reglas del matrimonio, será cuestión de revisar si tienen algún sentido. Lo verdadero es lo que hace la gente, el amor es una cuestión que requiere de una amplísima libertad de decisión. La gente lo hace como quiere hacerlo, y al parecer no es como las leyes quieren que lo hagamos. Lo correcto no es modificar lo que hacemos sino cambiar las leyes que lo reglamentan.
PARA AGENDAR
"La venganza será terrible". Viernes a las 21.30 en el Teatro Provincial, Zuviría 70. Precio de las entradas Platea: $300 Palco: $300 Pullman: $250 Super Pullman: $150