Lucrecia Martel:"cuando uno se para en el lugar del bueno, está errado"

La directora acompañó la proyección de "La mujer sin cabeza" en el Cerro San Bernardo y habló sobre el filme, su manera de contar historias y la clase media salteña que las inspira.

24 Dic 2016
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Dicen los ilusionistas que mirar una película es lo más parecido a dejarse hipnotizar. Que si la atención puesta en un único estímulo tiene intensidad suficiente, todo lo demás desaparece, se hace oscuridad o silencio, se pierde en el fondo. La proyección de "La mujer sin cabeza" de Lucrecia Martel, en la noche del jueves en el Mirador del San Bernardo, consiguió ese efecto durante la hora y media de cine exquisito del filme y lo sostuvo durante la charla posterior que dio la directora salteña para el público que se quedó para escucharla.

"Si no les gusta la película pueden mirar para otro lado. Tengo esa ventaja", dijo a modo de presentación, poco antes de que comenzara y con el fondo imponente del atardecer sobre la ciudad desde el cerro. "Hace ocho años que no la veo", dijo también, y contó que la última vez fue durante la edición del sonido, poco antes del estreno en el Festival de Cannes, en 2008. Después se acomodó entre el público y con los aplausos finales volvió al diálogo para responder preguntas, escuchar y hablar sobre su manera de encontrar historias y también del cine como espacio político y la clase media salteña que inspira sus personajes.

Si te lo perdiste, estos fueron algunos de los temas y preguntas que rondaron el encuentro.

Propiedad de la tierra, comunidades originarias y postergaciones. "En nuestra provincia hay 400 comunidades indígenas. La situación de la tierra para esa gente es precarísima. La complejidad para resolverla es enorme también. La tierra es un tema que a los salteños nos toca en un lugar muy particular. La legitimidad con la que se define la propiedad solamente nos resuelve los problemas a la clase media y media alta. Salta es la provincia con mayor cantidad de comunidades indígenas y lenguas no españolas y es un mundo que está en una situación de precariedad tremenda".

Corrupción, nepotismo y familia. "Me parece una vergüenza la cantidad de primos, tíos, abuelos, sobrinos que hay en torno al poder. Es una vergüenza la cantidad de negocios privados que no son compatibles con la función pública y se ejercen igual, más allá de los partidos, no se salva nadie. La corrupción se genera y empieza en la familia. Es lamentable, pero todos los gérmenes de la corrupción están en la familia, no es algo que nos es ajeno. Cuando hablamos de los funcionarios corruptos nos sacamos la responsabilidad, y esto es algo de todos".

Injusticia, servicio doméstico y racismo. "Lo primero que hace falta para cometer una injusticia es no ver el problema. Pero no ver el problema es muy difícil, es un ejercicio que tenés que mamar de pequeño para lograr no ver la injusticia. En Salta no sé cuánta gente de servicio está en blanco. La situación de servicio, sobre todo en Salta, naturaliza una zona de privilegio. Estamos rodeados de gente que nos resuelve cosas que son carísimas de resolver y por las que pagamos muy poco. En muchos países el servicio doméstico es carísimo. Acá uno ve casas con dos o tres empleados y si se enferman nos incomodan... El servicio en Salta está visto como que es de los más marroncitos a los más blanquitos. Cualquiera que va a un hospital público y lo atiende un morocho o una morocha, desconfía. Eso pasa todavía hoy.

Cine y compromiso político. "Cuando hago una película siento que es la única forma que tengo de comprometerme políticamente. No la hago pensando en que hay otros malos y yo no, sino que trato de hablar de la clase social donde pertenezco y donde he visto las peores lavadas de manos. El asunto es que desgraciadamente el cine genera cambios muy despacito, muy de a poquito, y necesitamos que las cosas cambien más rápido. Siento que mi tarea es un poco inútil, pero es la única forma que encontré para comprometerme con la vida de los ciudadanos, no con los partidos políticos".

El oficio de contar y la felicidad. "Toda vez que uno se para en el lugar del bueno, está errado. Estamos en la zona del bien por muchas cosas, pero si te paraste ahí sonaste. Servirá para mentirle a la gente en la política, pero para la humanidad, para narrar, observar, pararse en el lugar del bueno no sirve. Hay que pararse en el lugar del malo complejo, con buenas intenciones, pero no el del alma pura, porque si no enseguida te exonerás, te salvás, y no hay que salvarse, sino tratar de que la felicidad sea general. No conocemos la felicidad en común, sino como un privilegio. Qué lindo si le pudiéramos entregar a la nueva generación una felicidad más accesible, tener un horizonte, una perspectiva de hacer cosas, de moverse". 

Verosimilitud y mentiras. "Para escribir hay que saber escuchar y en Salta hay tantas frases, expresiones más maravillosas que los Valles Calchaquíes. Es tan fácil escribir los diálogos teniendo las resonancias de Salta. A mí me llega de la infancia, de donde nací y me crié. Tengo buena memoria de cómo se dicen las cosas, es un ejercicio que hago por mi trabajo, pero todos podemos hacerlo".

"Todo lo que hago es mentira, es falso, artificial, todo está armado, está todo calculado. Hay actores que les gusta la improvisación. En mis películas no hay nada improvisado, porque es otra clase de películas, es un artefacto con una ingeniería que es la que puedo manejar y la única manera que sé hacerlo. Todo lo que ves, bueno o malo, está calculado".

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