Alejandro Luna: “siempre me ha conmovido mucho la promiscuidad de Salta”

El poeta y escritor habla de una novela que tiene en preparación, también reflexiona sobre el campo cultural y comenta sobre la vida que lleva en el sur del país, desde hace más de dos años.

17 Ago 2017
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Cuando se publicó Libro de las humillaciones varias, en 2011, se abrió un nuevo camino. Para los jóvenes que leyeron esos cuentos de Alejandro Luna, se hizo claro que otra literatura se podía escribir en Salta.

Luna no era un autor inédito. Sus poemas ya circulaban dentro y fuera de la Universidad Nacional de Salta, donde estudió Letras.

Desde hace más de dos años que vive en el sur del país, donde emigró por cuestiones laborales. En julio tuvo un breve paso por Salta y fue la ocasión precisa para dialogar sobre los grupos literarios, la relación entre generaciones, e incluso sobre una novela que escribió y que aún busca publicar. 

"A mí la literatura que me interesa no es la literatura que habla de la dictadura, me interesa la literatura post dictadura en Salta" 

- Cómo empezaste a escribir

Dice que fue muy extraño. “Yo creo como que vine a realizar un proyecto frustrado de mi viejo, el loco era ferroviario, pero siempre había tenido aspiraciones de escribir, de ser poeta, entonces siempre tenía muchos libros en la casa”, dice.

Uno de los primeros libros que leyó fue El Borracho, de Joaquín Castellanos. En esa biblioteca también estaba Juan Carlos Dávalos y Manuel J. Castilla. La poesía, en su caso, además le llegó por el oído: el folclore y el tango fueron sus inicios en la poesía. “Esos fueron mis inicios en la poesía, la primera vez que pude determinar que ahí había un cierto encanto”, dice Luna. A su padre esas composiciones lo conmovían, y siempre renegó por no poder dedicarse a la escritura.

“Muy chico empecé a leer, suponete que iba a la primaria y ya estaba leyendo esos libros, pero quizá sin entenderlos muy bien, hasta que fui creciendo y los volví a agarrar, ya con una lectura desde otro lugar”, dice.


En la secundaria, en Jujuy, empezó a entrar en concursos de literatura; también sintió mucho más la emoción en torno a la poesía. Esa emoción debe haber sido determinante, porque decidió estudiar Letras, en la Universidad Nacional de Salta. “Hay gente que reniega mucho con esto, dicen que la universidad no enseña a escribir, de que uno se hace escritor solo. Yo nunca he renegado de la universidad, me ha parecido que mi formación viene de ahí, es bastante académica, quizá lo que en este sentido ha tenido como cierta efectividad en no perder la cuestión popular ha sido eso que te cuento: el folclore, porque yo he mamado mucho folclore, yo he crecido escuchando mucho tango y folclore”, dice.

Después, en la charla, vuelve a hablar de esta relación entre escritor y universidad. “Yo creo que uno tiene que diferenciar, hay cuestiones críticas, hay otras de un escritor más ligado a la poesía, a la narrativa, la gente que piensa que la universidad no te enseña es porque todavía no está determinando una cuestión genérica, que es necesaria determinar: no es lo mismo escribir cuento, que escribir poesía, o un artículo periodístico o crítica. Son discursos y uno se posiciona ante esos discursos, y también aprende a escribirlos.


Empezamos a hablar, entonces, de poesía. De cómo es vivir en una provincia que se presenta como “tierra de poetas”. Luna dice que en Salta se acostumbra a exacerbar la cuestión lírica y añade que eso le parece bueno. Además afirma que después de recorrer otros lugares, otras provincias, nota que cada lugar tiene un acercamiento, por cuestión social o histórica, a algún género.


- Cuando vos te fuiste a Tolar Grande me acuerdo que habías escrito Haikus. Qué te impulsa a escribir el sur del país.


“Cuando me fui a la Puna tenía la necesidad de leer mucha literatura japonesa, en ese tiempo. Mucha literatura china también”, dice.

Comenta, sobre el Haykus que es un error pensar que se trata de sintetizar, que el Haykus es todo lo contrario. “En ese tiempo pude asociar esa literatura, la literatura universal, a un aspecto geográfico de la Puna: había pocos recursos, todo el tiempo era toparse con la naturaleza, hacer fuego para cocinar”, dice.

Luna dice, que ahora, que está en el sur del país, siente que todo los pueblos se parecen en algo, se parecen en sus soledades, en cierta desconfianza a lo citadino.

 “Como que voy a un pueblo y hago una labor antropológica primero, me quedo en el molde hasta que puedo encontrarle la forma que necesita ese pueblo para coexistir”, dice. Los pueblos, dice viven en una relativa paz, que no es real: “hay otra vida por debajo de eso”.


Nos tomamos un tiempo para hablar de música y de los proyectos musicales que tiene. Pero en algún momento surge el tema de una novela que está escribiendo.

Adelanta que estará contextualizada en Salta, que la historia va de desde 1980 y 2001 y se centra en un grupo de personajes universitarios en decadencia económica. “En este libro trabajo mucho la promiscuidad salteña, esa proximidad… Salta no deja de ser una ciudad pequeña o un pueblo grande, y a mí siempre me ha conmovido mucho la promiscuidad de Salta, los ambientes que he frecuentado, en las relaciones, en su escritura, en su forma de sintetizar esto que es el pueblo y la ciudad, esta idea de pueblo chico e infierno grande siempre me ha parecido cautivadora”, dice. Y añade que Salta, a pesar de lo tranquilo, es muy sexual y enfatiza que siempre le pareció deslumbrante este tema para la escritura, cómo traducir en palabras esa sexualidad que aflora a pesar de la pacatería que está todo el tiempo presente en los ritos religiosos. Adelanta que es una novela basada en chismes y chismes.

Pero no es una novela erótica.

En realidad cuenta una historia muy sencilla de tres personajes de universidad que terminan involucrados. “Está en el contexto también del crecimiento del paco, en la época en que yo lo vi florecer a toda marcha e incluso golpeó a un par de amigos, que empezaron a recibir los latigazos de la basura de la merca”, dice.

Habla de la intensidad postdictadura en las nuevas literaturas. “A mí la literatura que me interesa no es la literatura que habla de la dictadura, me interesa la literatura post dictadura en Salta en cuanto ya no habla de la dictadura, y mucho del discurso que está ahí es el discurso del erotismo que yo nunca me lo he cuestionado y creo que ninguno de los jóvenes se ha cuestionado este erotismo, pero hay como un renacer de la sexualidad, que había sido como cortada en las generaciones anteriores, que había sido de alguna manera mutilada en las generaciones anteriores y que en los jóvenes de ahora se nota mucho”.

Menciona, en este sentido, que los poetas más viejos reniegan mucho sobre el erotismo en la literatura.

Recordamos la charla que tuvieron Kuky Herrán y el Teuco Castilla, semanas atrás, justamente sobre la falta de temática erótica en la poesía en poetas varones.

“Un hombre muy reservado también, y me parece bien esa reserva, dice Luna, a Sylvester también lo escuché decir como que era una exposición hasta muy grotesca en la poesía femenina del erotismo (lo escuché en alguna conferencia)”

Dice que en los libros de jóvenes de entre 25 a 40 años hay mucha violencia en la escritura, y eso le gusta. Y mucha sexualidad, añade. “Yo pensaba que era eso, claro, por algún lado tenía que salir esta cuestión represiva de la década del 70, que se comió a un par de generaciones en el medio”.

La violencia justamente es algo muy presente en su libro de cuento. Cuando se le hace esa observación recuerda ciertos libros, como La Virgen de los sicarios o la película Ciudad de Dios y dice que “ya no hay otra manera de sutilizar el cuerpo… creo que lo interesante es preguntarse si a pesar de esto existe la belleza en eso, de qué manera se encuentra porque si hay algo que a mí me impresiona es que la gente sigue buscando la belleza en todo”.

En algún momento la charla se desvía hacia las influencias. Habla de Arlt, Borges y Cortázar. “Yo ahora trato de que no se me note tanto la admiración hacia tipos como Rulfo”, dice.

 - ¿Qué autores te interesan leer?

 “Yo he empezado con estos salteños que te decía, los románticos, Joaquín Castellanos, incluso lo leía a Frías, y después me he cautivado mucho con la lectura de Castilla, me parece un monumento, es interminable. Y después los post Castilla, como Walter Adet y Jacobo Regen, que son tipos que exceden el regionalismo…Cuando yo los leí por primera vez me había parecido que no eran de acá; sin leer el paratexto, me parecían que habían logrado hacer… quizá ni les interesaba la región, pero escribían desde un lugar más cósmico, a pesar de lo terrenales que son estos tipos porque hablan de la cuestión de la tierra, vos imagínate el poema el vendedor de tierra. La casa, de Adet”, dice.

Y cita de memoria sobre ese poema: “hay una casa que se le desmorona en todo el cuerpo”.

Luna sostiene que además fue formado por los escritores que han sido amigos de él. Menciona a Jesús Ferreira. “Me ha impactado mucho”, dice. Recuerda a Ramón Vera: “me ha cautivado como persona y como escritor”, dice. “Nosotros íbamos a los corsos con Juan Manuel (Díaz Pas), José Gonzáles, y nos encontrábamos ahí y teníamos la dicha de que él incluso nos pagara una cerveza, éramos chicos y nos pagaba cervezas, era un piola”.

 Dice que compartieron muchas noches en el bar Madrid con Vera. Y confiesa que lo admiraron como un símbolo.

Después retoma algo que quedó a medias.

 “Yo también me había formado con gente que para mí eran maestros de la palabra, a pesar de lo chicos que eran: Juan Manuel, José González me deslumbraron de entradita”. Añade: “En ese momento también estaban Fernanda Salas y había un par de jóvenes muy fuertes… El Chuky, Diego Ramos, que es encantador como persona y como personaje de las calles”, dice. “Yo me emociono con lo que escriben mis coetáneos”, dice.

 En algún momento quien entrevista cita una frase que se le suele atribuir a Hemingway: "hay que escribir sobre lo que se conoce". De alguna manera, la frase deriva en los viajes, en la emoción que generan, por ejemplo, los poemas de El Teuco. “Pero me pasa con algunos escritores que no sé cómo logran esa seriedad con el lugar al que van. Porque, hasta cierto, punto, por ejemplo la escritura que salió en la década del 90, que todo el mundo escribía sobre Irak, sobre Bagdad…a mí esa época me había parecido comprometida, pero poco sincera. No sé si peco de pelotudo, pero me parecían así esas manifestaciones. Porque es como que la globalización de alguna manera hace creer que uno está en esos lugares, pero uno no está ahí... Escribir sobre Palestina a mí me parece muy extraño... el compromiso social, que aparece en cierta época, me parece dudoso también”.

"Se nota cuando uno se pone una casa ajena", acota. 

Otras frases que quedan en el grabador:

“…a mí me ha pasado que en algún momento no quería decir lo mismo que decían mis amigos”

“Me preocupaba no hablar en el mismo lenguaje que mis coetáneos”.

 “Yo hablaba con un amigo, Cristian Adet, cómo sería escribir una literatura que escape del padre, de ese encanto que tiene también los círculos de escritores, los amigos, porque de última también está ahí la pasión, por eso renegar de lo que han hecho los anteriores está bien, pero hasta ahí nomás”.


Esta última frase es que la da pie a una pregunta sobre la relación entre generaciones en la literatura salteña.

Dice que él no sintió ninguna grieta, ni que se haya cerrado las puertas.

“Yo no lo he vivido así porque he sido amigo tanto de los poetas anteriores como de los poetas jóvenes. Y es como que he sentido de alguna forma que lo que me unía a algunos sujetos era la admiración a cierta potencia en la escritura”, dice.

También se puede escuchar: “Yo no podría renegar de un tipo como (Manuel J.) Castilla. Además yo le he choriado un montón de cosas también… Dávalos…estos tipos tienen una cuestión… uno dice al comienzo qué arcaico, esto, pero con el tiempo uno entra a un lenguaje que es metafísico, con estos tipos uno entra lo metafísico y después uno ve qué acepta de estos tipos y qué no”.

 Y continúa: “Yo no reniego, lo que hago de alguna forma es tener las antenas puestas para ver por qué estos tipos siguen sobreviviendo, por qué seguimos hablando de Anzoátegui, seguimos hablando del tipo ese y te puede gustar o no, pero que han hecho algo que estaba tallado en piedra, es innegable. Y el desafío también es ese: qué va a quedar de nosotros. Qué va a quedar de toda esta escritura que estamos produciendo desde finales de los 90 hasta ahora”

Sobre lo que se está escribiendo arriesga que quizá el trasfondo de violencia sea algo de lo que se agarrarán los lectores que vienen. “El riesgo de todo esto es que uno puede quedar en orsai, de ser una escritura libertaria, el peligro también es quedar atrapado en la mera provocación, y eso es peligroso… pero me gusta cómo se están enraizando en Salta ciertas cuestiones ligadas a eso porque eso me interesa desde hace mucho tiempo”, dice.




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