Juicio a Reynoso: ¿un amigo del ex juez vigiló a los empleados del juzgado?
Uno de ellos declaró que se sintió perseguido por un hombre con llamativos antecedentes que merodeaba su casa.
“Después de que declaramos pasaron cosas raras”, fue la frase con la que un empleado del Juzgado Federal de Orán comenzó a describir una serie de episodios que sucedieron desde que se hizo pública la investigación contra Raúl Reynoso, el ex juez a cargo. En su relato, acusó a un hombre con particulares antecedentes de haberlo vigilado.
En la audiencia del lunes, quien ocupa el puesto de jefe de Despacho desde 2014, Juan Manuel Puig, contó sus vivencias durante el tiempo en el que estuvo bajo las órdenes de Reynoso, hoy detenido y enjuiciado por, presuntamente, pedir coimas para beneficiar a narcos. Sobre el final de su testimonio contó que al poco tiempo de que declarase en la Instrucción de la causa, algunos empleados comenzaron a ver a una misma persona merodeando por sus casas con frecuencia.
Detalló que les dijo que era amigo del ex magistrado y que hasta había ayudado a Reynoso a sacar sus pertenencias del Juzgado cuando fue suspendido por el Consejo de la Magistratura por la acusación que afrontaba. Puig no dudó y lo nombró: “se llama Dante Salazar”.
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Ese nombre no pasa desapercibido en Orán y menos aún desde que el Juzgado cambió de mando. El 29 de diciembre de 2016, denunció en la Fiscalía Federal de Orán, al juez federal subrogante, Gustavo Montoya, por presuntos delitos de contrabando agravado, narcotráfico, trata de personas y posible tráfico de armas. Expuso en su queja penal el incremento de los delitos en la frontera atribuyéndolos a omisiones de la justicia Federal, solicitando al Consejo de la Magistratura que investigue.
Días después, en la tarde del 6 de enero, Salazar cayó detenido con 23 kilos de cocaína de máxima pureza que trasladaba desde Orán hacia Corrientes, justo cuando se disponía a cruzar el puente Belgrano que conecta Chaco y Corrientes.
La Ford Ranger que conducía exhibía una identificación de Vialidad Nacional que llamó la atención de los gendarmes. Al corroborar la chapa patente y otros datos se percataron que se trataba de un engaño, lo revisaron y encontraron los paquetes cargados en dos mochilas y ocultos en la caja de la camioneta.
El hombre que trabaja como mecánico en Orán fue liberado luego de pasar cuatro meses detenido por aquél hecho y al recuperar la libertad dialogó con LA GACETA y aseguró que recibió la falta de mérito por orden del juez Federal n° 1 de Salta, Julio Bavio.
Respecto a lo sucedido desligó de la responsabilidad de los hechos: “la cocaína estaba en mi caja de herramientas pero no es mía, ni yo soy el responsable de la venta ni del transporte”, se defendió mientras reconoció que la camioneta es de su propiedad. “Iba a Corrientes por trámites de gente de vialidad, estaba llevando materiales”, agregó y acusó a Montoya de estar atrás de la maniobra en su contra.
En otro episodio relatado por Puig en su declaración, mencionó que la hermana de Reynoso comenzó a pasar seguido por el Juzgado luego de la salida del ex juez para “averiguar chismes” y consultar los horarios de entrada y salida de algunos empleados.
“Ya me voy a encargar de los peces pequeños”
Además de Puig, la abogada María Alejandra Yampotis –también empleada del Juzgado- , prestó su testimonio ante el Tribunal Oral Federal n°1 con versiones, dichos y relatos muy similares al del resto de sus compañeros que comparecieron durante las últimas audiencias.
El común denominador de sus testimonios fue el de los malos tratos, retos públicos, enojos injustificados y controles excesivos que sufrían en tiempos de Reynoso. “Él era muy verticalista, autoritario, no había lugar para el disenso, yo le tenía temor reverencial”, declaró Yampotis. Puig dijo que con él siempre fue respetuoso pero que no vio el mismo trato con otros empleados y que todos le recomendaban no hacerlo enojar.
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Ambos hicieron mención a un episodio que los dejó marcados y los intimidó. Al estallar el escándalo por la investigación en contra de Reynoso, ambos debieron viajar a Salta para declarar y al volver fueron citados por el entonces juez a una reunión privada junto al resto de los empleados, la que fue grabada por Puig, según él mismo reconoció.
En esa oportunidad, Reynoso les habría dicho que consideraba traidores a todos los que declaren en su contra y advertido: “ahora me estoy ocupando de los peces gordos pero ya me voy a encargar de los peces pequeños”. Además, les habría anunciado que ninguno tendría una vida sencilla.
Yampotis también se sintió amenazada cuando inició una relación sentimental con un compañero de trabajo y Reynoso le dijo que si la continuaba, jamás iba a avanzar en su carrera judicial, según declaró.
Al igual que los otros empleados que declararon la semana pasada, coincidieron en que los abogados imputados junto a Reynoso, María Elena Esper y Ramón Valor, pasaban muchas horas en el Juzgado, recibían a sus clientes allí y tenían un trato diferencial con Reynoso y con el sumariante que se encargaba de las causas penales más complejas, el también imputado Miguel Ángel Saavedra. Esto despertaba el malestar de los otros abogados que se quejaban porque sus presentaciones no eran tratadas con la misma diligencia.