“La experiencia de perder un bebé, deja huella en la mujer”, asegura Mariana Rodríguez Cabral, psicóloga especializada en duelo gestacional y quien, desde hace más de cinco años, recibe a mujeres que han perdido sus embarazos, es decir, han abortado “con o sin intención”, tal como lo describe ella.
¿Qué buscan en tus talleres las mujeres que han perdido un bebé?
Las mujeres que llegan acá quieren encontrar paz y que se las acepte. Buscan poder hablar lo que, quizás, nunca hablaron: verbalizar y ser reconocidas como personas.
Cuando realizamos el taller de Duelo Gestacional lo hicimos desde una mirada que busca integrar. Es un taller para mujeres que han abortado con o sin intención. Y esas son experiencias que dejan huellas que no siempre tienen que ser sucesos traumáticos. Lo traumático está ligado a muchos factores: si uno se siente sostenido emocionalmente, la atención que uno recibió por parte de los profesionales, la idea que uno tiene de lo que está pasando y las creencias que arman un escenario traumático o de violencia.
¿Cómo puede avanzar una persona en el proceso del duelo?
Las mujeres necesitan, para poder sanar, que uno las quiera. Los psicólogos por lo general no hablamos del cariño, pero si podemos querer y alojar a esta persona, ya empezó un proceso para sanar. Y para esto, hay reconocerla, mirarla con cariño y no juzgarla. Es clave no juzgar. Las mujeres que pierden un bebé, sienten culpa. Está tan instalada la culpa en la mujer –en todos los ámbitos-, que es inevitable que sientan culpa y que sientan que hicieron algo que no deberían haber hecho. Siempre hay castigo algo de hacia una misma.
También es importante darse cuenta que una mujer que aborta nuca quiere matar a una persona: quiere salir de una situación no deseada, que no le pase algo. Poder comprender esos lugares, ayuda al proceso de sanar.
Cada mujer tiene una historia y cada una debe ver qué tiene que sanar, en cada caso, con respecto a ese hijo que no está.
¿Cómo interpretás el “no juzgar”?
Yo entiendo por no juzgar, en base a mis procesos también, que uno quizás podría hacer lo mismo que esa persona, en esas determinadas condiciones. Yo no puedo decir: “yo no haría eso”. Si, utilizando un ejemplo extremo, yo no tengo para comer, no sé qué haría o qué no haría. Me pueden pasar muchas cosas por la cabeza, por esto creo que no puedo juzgar al otro en su accionar: es su decisión.
Las mujeres, además, estamos en una posición muy especial y recibimos críticas todo el tiempo: nos juzgamos por cómo nos vestimos, por las elecciones que tomamos, por como criamos a nuestros hijos.
Entre nosotras necesitamos mucha empatía, sería sano dejar de juzgarnos, más allá de estar a favor o en contra del aborto: tengo en frente una mujer dolida y que transita una situación muy difícil.
¿Cómo se vive la experiencia luego de una pérdida?
Todo lo que le sucede por dentro a una persona que transita por esto, parte de la concepción que uno tiene con respecto a lo que pasó: algunas mujeres abortan con total libertad y no tienen sentimiento de culpa o trauma. Ahora, si no tengo contención y me tratan mal, es probable que las consecuencias que sufra sean más severas.
Lo mismo sucede con los partos: cuando uno tiene una experiencia no muy grata y aunque ese bebé esté sano, si en el parto estuve incómoda o fue una situación terrible, es una experiencia traumática.
Lo importante de todo esto es que tengamos en cuenta que una mujer está transitando por una situación muy difícil y la está solucionado con las herramientas que posee. Por eso hay que acompañarla y no juzgarla.
¿Cuáles serían tus recomendaciones para alguien que transita por esta experiencia?
Seguramente a priori, nadie elije esta situación, realmente no lo creo. Me parece muy importante estar informado, tender redes con personas de confianza, buscar una persona que te puede sostener emocionalmente porque vas a atravesar una experiencia nueva y está bueno buscar algunos grupos que acompañan en esto.
Conozco muchas mujeres que vivieron abortos y están en paz. Se han podido perdonar, les han puesto nombre, integrar y enterrar de manera simbólica, y esto trae mucha paz.