Los salteños Oscar Blas y Jorge Sisterna probablemente no se conocían cuando combatieron en la Guerra de Malvinas en 1982. Lucharon en diferentes frentes, pero juntos, unidos por el orgullo de –como decían y sentían- “defender la patria”.
Ambos murieron en combate cuando sus esposas estaban embarazadas. No llegaron a conocer a sus hijas y hasta hace unos meses sus familias tampoco sabían dónde estaban sus cuerpos. Durante 35 años estuvieron enterrados en el cementerio de Darwin bajo una cruz blanca y la inscripción “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Sus parejas, hijos, madres, padres y hermanos nunca tuvieron un lugar donde dejarles flores hasta ahora.
Oscar Blas y Jorge Sisterna son dos de los 88 caídos en Malvinas que fueron identificados tras un estudio de reconocimiento que necesitó que sus familias se tomen muestras de sangre para el estudio de ADN de compatibilidad.
Hoy, la mamá y la hermana de Jorge junto a la esposa y un hijo de Oscar viajarán a las islas para, esta vez, dejar flores en sus tumbas. También habrá un acto homenaje. Estarán sólo un par de horas después volverán a Salta con la certeza de que cerraron una etapa marcada por la espera, la incertidumbre y la tristeza.
"Si me pasa algo cuiden a la Charo y a la bebé"
La mamá del oranense Jorge Sisterna tiene 80 años y desde que perdió a su hijo en la guerra de Malvinas sostuvo que no quería morirse sin saber dónde están sus restos. Hoy, después de 35 años, lo sabe y volverá al cementerio de Darwin a dejarle un rosario en su tumba. Antes, cada vez que pudo viajar a las islas, la familia Sisterna elegía una cruz al azar para llorar a Jorge.
Jorge Sisterna cumplió sus 20 años en Malvinas. A los 16 años había ingresado a la Escuela de Infantería de Marina y a los 18 se recibió de Ingeniero Anfibio, además era experto en explosivos. Estaba de novio y esperando un bebé cuando en abril de 1982 viajó a Malvinas. Durante la guerra mantuvo contacto con su familia a través de cartas. La última fue su despedida. "Si me pasa algo cuiden a la Charo y a la bebé. Los quiero. El Chango Batata".
Murió el 6 de junio en Monte Hermanas. Con sus compañeros estaban minando el terreno para impedir el avance de las tropas enemigas cuando un misil británico acabó con sus vidas. Dos meses después nació su hija Jorgelina.
Los estudios de reconocimiento de su cuerpo llevaron mucho tiempo y estuvieron a cargo de Morris Tidball-Binz junto 14 especialistas forenses de Argentina, Australia, España, Chile, México y el Reino Unido.
“Sabemos que fue un trabajo minucioso y a conciencia. En diciembre nos confirmaron dónde estaba enterrado y viajamos a Buenos Aires. También nos entregaron algunas pertenencias y que están intactas como su documento, la tarjeta de identificación naval, la credencial de la obra social, la cédula de identidad y una bolsita de tabaco. Parecía que el tiempo no hubiera pasado”, recuerda su hermano César, en diálogo con LA GACETA.
"Oscar sentía que su deber era defender la patria"
Nora Juárez mantiene intacta la imagen de su esposo, Oscar Blas, el día que lo acompañó al aeropuerto y se despidió de él. Había pasado más de un mes del inicio de la guerra en Malvinas y a Oscar, que era sargento primero del Ejército, lo convocaron el 25 de mayo. “Se fue feliz y con orgullo”, recuerda Nora.
“Fue un hombre que se preparó mucho y vivía estudiando. El comando fue siempre su vocación. Desde que comenzó la guerra Oscar estaba ansioso por ir y cuando lo convocaron su sueño se hizo realidad”, relata la mujer a LA GACETA.
Oscar y Nora tenían tres hijos en ese momento. Ella estaba embarazada pero nunca llegó a contárselo. “El se fue sin decirme que se iba a Malvinas. El 27 de mayo me llamó desde Comodoro Rivadavia y me contó. Le pedí que no se vaya pero él sentía que su deber era defender a la patria. Estaba orgulloso”, destaca.
En esa breve charla telefónica, Nora no pudo decirle que estaba esperando un bebé. Fue la última conversación que tuvieron aunque ella le mando una carta que meses después volvió a sus manos. Oscar no la recibió.
Blas llegó a las islas el 29 de mayo y se sumó la Compañía de Comando 602 creada por Aldo Rico. Murió en combate al día siguiente. “Resistió el avance de los ingleses y no se rindió para que sus compañeros puedan salir. Nadie lo vio morir”, relata.
La confirmación de su muerte llegó un mes después de finalizada la guerra. “Lo espere todos los días desde que se fue. Lo busqué en la lista de heridos, después pensé que era prisionero de guerra. El Ejército tampoco dio información porque no tenía claro cómo había sido el combate. En julio de 1982 le avisaron a mi cuñado”, cuenta.
Hasta hace unos meses, la familia Blas nunca supo donde habían enterrado a Oscar. Nora y sus hijos viajaron a Malvinas en diferentes oportunidades, y caminaron entre las tumbas del cementerio de Darwin pensando que algún “Soldado argentino sólo conocido por Dios” podía ser Oscar.
En diciembre del año pasado les confirmaron el lugar exacto donde está el cuerpo del sargento salteño. Antes, la hija menor había donado sangre para el estudio de ADN. Los resultados dieron el 99.9% de compatibilidad.
“Pasé 35 años preguntándome donde estaría y gracias a Dios tuve la posibilidad de encontrarlo. Voy a ir a Malvinas a contarle que tiene siete nietos para que descanse en paz”, finaliza.