El 3 de mayo de 1998 los hermanitos Melani, de 9 años, y Octavio Leguina, de 7, fueron secuestrados. Diez días después, la Policía los encontró muertos y con signos de extrema violencia en sus cuerpos.
Marcelo Torrico junto a Ariel Brandán, y tras una noche de consumo se drogas y alcohol, los asesinos de los hermanos Leguina decidieron tomar venganza ante una supuesta “mejicaneada” por parte del padre de los pequeños, Miguel Ángel Leguina.
Los peritos dieron cuenta del “sadismo desmesurado” con que se cometieron los crímenes y en diciembre de 1999, Torrico fue condenado a prisión perpetua.
A casi 20 años de los violentos hechos, el asesino de los hermanos Leguina dijo que “cuando pasó el hecho era un joven drogadicto, enfermo” y que “ahora no lo soy”.
Además, desde la cárcel de Villa Las Rosas aprovechó para pedir perdón.
“Yo le pediría disculpas a la familia (de las víctimas), sobre todo a la madre de los chicos y al resto de los familiares”.
Aunque no se mostró arrepentido ante el padre de los chicos, de quien dijo: “no así hacia Leguina, ya que Leguina estuvo en el hecho. Eso se lo podrían preguntar al interno Brandán”.
Fuertemente custodiado por efectivos del Grupos de Operaciones Especiales del Servicio Penitenciario de Salta, Torrico brindó una entrevista televisiva al programa Tribu Urbana.
Durante la misma dio detalles de la fuga que protagonizó en enero de 2006 y además aseguró que no es un “preso VIP”.
“Yo no gozo de beneficios como dicen, yo vivo sólo por pedido mío. Cualquier interno puede pedir vivir solo, tiene su derecho de hacer una nota y se aísla por seguridad. Yo vivo aislado por seguridad, no vivo con privilegios como se dice” afirmó Torrico.
El asesino vive en un pabellón en el que no comparte celda con ningún otro recluso, al igual que otros presos como Franco Gaspar Cinco.
“Hay muchos casos de gente que ha salido lastimada, golpeada por el delito que te juzgan adentro. Entonces, para evitar pelear o algún incidente, decidí por mi propia voluntad aislarme lo cual no significa que yo sea un preso VIP, no lo soy” manifestó Torrico y detalló: “vivo solo nada más, tengo mi televisor, un DVD, y un grabador, que es lo que tiene todo el internado, no soy el único que lo tiene”.
El escape
Torrico también habló sobre su fuga del penal de Villa Las Rosas la noche de año nuevo en 2006, mientras todavía estaba condenado a pasar el resto de sus días en la cárcel. Años después se cambiaría su condena de reclusión perpetua a prisión perpetua, que son 25 años de cárcel.
“Me dejaron las puertas abiertas y salí caminando por la puerta”
aseguró el recluso y confirmó que “se pagó dinero a gente de adentro” para que esto sea posible.
Además dejó claro que “después fui absuelto por la Justicia al demostrarse que no violenté ningún candado ni roto ni lastimado a ningún guardia”.
Consultado por supuestas ayudas de parte de miembros del gobierno provincial para poder concretar el escape, Torrico manifestó: “del gobierno no había ninguna ayuda” y agregó “tengo familia que está cerca del gobierno pero no tengo contacto con ellos, nunca me vinieron a visitar”.
Por ultimo justificó su escape diciendo que “el deseo de uno es salir como lo tiene cualquier preso acá adentro, más cuando uno en ese momento tiene una pena de por vida no piensa dos veces cuando te dicen pagá”.
A poco de salir
La pena de prisión perpetua establece 25 años de prisión, pero cumpliendo algunos requisitos a partir de los 12 años y medio se puede gozar de algunas salidas. Si el recluso tiene buena conducta los 14 años de prisión puede salir a la granja del Penal y a los 15 puede tener salidas transitorias.
Sobre este tema, Torrico comentó que está esperando “que el Servicio me haga la documentación para acceder a la transitoria o a la condicional que es lo que dice la ley y aseguró: “yo ya estoy listo para acceder a esos beneficios”.
Por otro lado, comentó que los informes psicológicos lo favorecen y que tras casi 20 años de condena está totalmente rehabilitado de su adicción a las drogas. Además, no cuenta con ningún hecho de violencia ni contra el personal ni contra internos.
“Decirle a la sociedad que me perdone y que me dé una oportunidad, que por favor sepan entender, que se me dé una oportunidad de poder salir y rehacer mi vida con mi familia, nada más”.