Gabriel “Chirete” Herrera es uno de los asesinos más despiadados que recuerde la historia criminal de Salta.
La frialdad con la que relató cómo terminó con la vida de su pareja, Andrea Neri, durante una visita privada en el penal de Villa Las Rosas, conmovió a la comunidad.
“Vos a mi hijito miralo y miralo, porque esta es la última vez que lo vas a ver. Ahí la maté”, dijo Herrera con una tranquilidad inusitada.
Durante el desarrollo del juicio jamás mostró signos de arrepentimiento. Incluso observó atentamente las desgarradoras imágenes que proyectaban los peritos de como encontraron a la joven dentro de la celda y luego las de la autopsia, a pesar de que el Tribunal consultó si se quedaría en la sala durante la exposición del profesional.
“Ni se inmutó al ver el cadáver. Parecía como si quisiera ver su obra finalizada”, fue el comentario de uno de los que se encontraba adentro de la sala.
“Chirete” Herrera: “puse a mi hijito en la cama y la maté”
No es inimputable
El psiquiatra de la Alcaidía, Walter Sarverry, se entrevistó con Herrera luego de que cometiera el aterrador crimen.
En su declaración testimonial, el profesional aclaró que “Chirete” no posee síntomas psicóticos ya que siempre “estuvo coherente y consiente de sus actos”.
Al igual que el psicólogo que se entrevistó con Herrera en el penal, Sarverry manifestó que el doble femicida no mostró sentimiento de culpa por haber matado a la madre de su hijo de 36 puñaladas.
El psiquiatra también reveló que luego del hecho, Herrera amenazaba con quitarse la vida por lo que sugirió que sea vigilado permanentemente.
“No es que tenía esa idea (suicidarse) fija, sino que lo hacía por ser un manipulador”, consideró el Sarverry, al tiempo que definió a Herrera como un psicópata.
“Chirete” a un excompañero de celda: “yo la maté culpa tuya”
“El psicópata suele actuar. Tiene claro entendimiento sobre los actos que comete, es un manipulador y transgrede las normas”, explicó y agregó: “es una persona calculadora y premedita lo que va a hacer”.
Además explicó que Herrera sufre trastornos de ansiedad por lo que es medicado con ansiolíticos como el Clonzapan.
La defensora oficial de Herrera consultó al profesional si su defendido podría haber cometido el crimen por una “emoción violenta”, a lo que el psiquiatra negó esta hipótesis.
“En este caso no hubo emoción violenta, ya que es algo que se da inmediatamente. En la emoción violenta hay pérdidas de memoria o lagunas mentales sobre lo que sucedió y predomina luego la angustia. No son características que se dieron con el imputado”, puntualizó el profesional.
El psicólogo Matías Ricardo Chauque consideró que “Chirete” tiene “baja tolerancia a las frustraciones. No tiene seguridad y se lesiona”. También explicó que es un hombre que sabe manipular para conseguir las cosas.
“No detecté una situación de arrepentimiento. Me dijo que no entendía porque tenía una causa por homicidio doblemente calificado si solo había matado a una mujer”, contó el profesional.
El doble femicida
En marzo de 2006 estranguló a su entonces esposa durante una visita íntima en la cárcel de la ciudad de Metán.
Mientras Herrera asesinaba a la mujer, los dos hijos y la madre de ésta aguardaban a que finalizara el encuentro en la sala de visitas de ese penal.
El hombre, de entonces 28 años, se encontraba cumpliendo una condena de 60 meses de prisión por el delito de robo calificado. La víctima Verónica Soledad Castro, de 29 años, era su esposa y madre de sus dos hijos.
Castro ingresó a la celda 4 del pabellón C y, al finalizar el horario de encuentro, el recluso salió, se acercó a la madre de su mujer que estaba en un salón contiguo y le dijo: “Ahí está su hija, la acabo de matar”, detallaron fuentes del caso.
Aquel día de 2006 personal del Servicio penitenciario ingresó a la celda y encontró a Castro ya fallecida, con la remera de su esposo alrededor del cuello.
11 años después, Herrera repitió la historia. El 5 de enero de 2017, Andrea Edith Neri de 18 años fue junto con su bebé de dos meses a visitar a Herrera, con quien mantenía una relación sentimental, a la cárcel de Villa Las Rosas. Luego de 30 minutos juntos en la “visita íntima”, el interno salió de la celda con el niño en brazos, sangre en las manos y gritando que la había matado, mientras la víctima yacía en el piso con heridas punzantes a la altura del cuello.