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La guerra narco obligó a reforzar la frontera salteña

Un crimen planeado desde la cárcel y ejecutado por sicarios tucumanos y una venganza por el robo de un cargamento de droga han obligado a las autoridades a intensificar los controles.
12 Abr 2018
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La disputada de poder por quién controla el territorio; “mejicaneadas” –como suele denominarse en la jerga policial cuando un grupo le roba la droga a otro-, y los casos de sicariatos que terminaron con el crimen de un comerciante, han obligado a reforzar la seguridad en la frontera norte.

Desde hace tiempo las calles son patrulladas por efectivos de la Policía de Salta, Gendarmería Nacional y Policía Federal para combatir el narcotráfico y el contrabando de mercadería ilegal por pasos habilitados e ilegales.

El permanente enfrentamiento entre grupos que se dedican a cometer ilícitos vinculados al contrabando y el narcotráfico llamó la atención de las autoridades por el marco de ilegalidad que se maneja, violando todo tipo de acuerdos y supuestos códigos que deberían existir entre ellos.

Las causas vinculadas con el intento de homicidio de de Adrián Ricardo Gerónimo y la muerte de Raúl Fernando “Lalo” Martínez –ambas vinculadas con supuestos ajustes de cuentas- fueron la máxima expresión de una guerra en la que se puede pagar cualquier precio para tener el control. Por las calles de la ciudad norteña caminan personas que por entre U$S 15.000 y U$S 20.000 (o en su defecto tres o cuatro kilos de cocaína) son capaces de matar a su rival.

La trama de esa investigación desnudó que detrás de estos casos había bandas de sicarios tucumanos contratados que habían llegado a Salta y recibían las directivas desde la cárcel Orán. La historia comenzó a escribirse varios años atrás.

Un tal “Cólera” y un tal “El Coya”, que tenían antecedentes por robos, decidieron probar suerte en el negocio de la “merca”. Comenzaron desde muy abajo, trayendo un par de kilos de Bolivia. Les fue bien y quisieron más. Como no tenían el dinero suficiente, utilizaron el peor de los recursos: se dedicaron a mejicanear (robar) la droga de otros grupos que operaban en la frontera. En el mundo de los narcos, esa actividad es el peor de los pecados; la muerte es el castigo. Y no llega a través de una bala, sino de varias para que el mensaje sea bien claro.

“Cólera” y “El Coya” lo sabían. Por eso recurrieron a los servicios de hombres pesados de la zona como “Miguela” y “El Rengo MacGyver”. Durante mucho tiempo se movilizaban por el lado boliviano quedándose con el dinero de los que viajaban a comprar drogas o con la cocaína que pretendían ingresar al país. Como lobos hambrientos, esperaban el dato y atacaban sin piedad. Con esos recursos fueron construyendo su poder y ganando muchísimo dinero. En poco tiempo dejaron de ser vistos paseando en moto por Orán. Lo hacían en una Toyota Hilux o en autos de alta gama.

Pero hace poco más de un año la sociedad entre ambos líderes se rompió. Según los investigadores, “Cólera” no sólo pegó primero, sino que lo hizo dos veces. Al parecer, a principios de 2017 le robó a su ex socio un cargamento de unos 170 kilos de cocaína (en la frontera tiene un valor de U$S 510.000) que pensaba revender a cordobeses, salteños, tucumanos y rosarinos.

La venganza se planeó desde la cárcel. De acuerdo al expediente, un hombre que reside en Salta capital se habría ofrecido a realizar el primer trabajo. A fines de abril, dos hombres sorprendieron a Adrián Gerónimo cuando ingresaba a su domicilio. Le dispararon cuatro veces, pero la víctima sobrevivió. No se sabe si el ataque fue perpetrado por sicarios tucumanos, pero sí está confirmado que generó malestar entre los que encargaron el trabajo. Por eso se negaron a pagar los U$S 15.000 que habían pactado.

Siempre según las sospechas, “El Coya” habría ido por más. Se habría puesto en contacto con un tucumano al que se lo conoce como “El Pájaro” y a un socio cuya identidad no trascendió, para realizar otra tarea. Y estos hombres no fallaron. La primera semana de mayo, Raúl Fernando “Lalo” Martínez fue ultimado a balazos por dos personas en una plaza de Orán delante de su familia mientras comía un choripán. Ese crimen marcó un antes y un después en el caso.

Un operativo que evitó una sangrienta venganza por un nuevo caso de “mejicaneo”

Hace pocos días atrás, un operativo en Tartagal derivó en el secuestro de un importante cargamento de droga que había sido robado a otros narcos. Entre los detenidos hay un gendarme salteño y una empleada de la justica, ex candidata a concejal en las últimas elecciones.

La investigación había iniciado por otro caso de “mejicaneo” y se evitó una sangrienta venganza que ya había sido planificada y apuntaba al cabecilla del robo. El Juzgado Federal N° 1 de Salta supo aquello gracias a intervenciones telefónicas que venían realizando desde hacía muchos meses en el marco de la investigación y eso terminó por demostrarles que se trataba de una banda extremadamente peligrosa.

Las escuchas advirtieron a la Justicia no solo el traslado de droga sino que se estaba organizando el homicidio del narco que había robado la droga de otro grupo. La fuente judicial contó que las conversaciones eran salvajes, brutales, que no hablaban en códigos para ocultar el interés homicida. Ante esta situación el tiempo apremiaba, los investigadores sabían que si no actuaban rápido el caso iba a contar con una muerte segura. Tanto es así, que una escucha a la inminente víctima mostró que él sabía lo que le esperaba.

La información que manejaban era que saldrían el viernes al mediodía desde General Mosconi y el operativo comenzó a ejecutarse. Cuando la pareja que se trasladaba en un Chevrolet Onix se dio cuenta que los estaban siguiendo, decidieron escapar hacia la localidad de Tartagal.

En el trayecto, según confirmaron fuentes judiciales, los ocupantes del auto arrojaron por la ventanilla del auto una mochila en la que llevaban más de nueve kilos de cocaína. Y después de una larga persecución, lograron detenerlos.

Fuentes judiciales confiaron que al lograr evitar que el homicidio se concrete también impidieron que la banda ejecute otra parte del plan que conocieron por las escuchas, que implicaba venir a Salta a buscar a la madre y a un hijo del “enemigo” para matarlos.

Más presencia

Estos casos reflejan la tensión con la que se vive en el norte provincial, que obligó a reforzar la frontera.

En busca de contar con mayor presencia en la zona, el 16 de marzo se firmó un acta compromiso con la Subsecretaría de Control y Vigilancia de Frontera del Gobierno nacional, para articular los trabajos y operativos, para combatir el contrabando, narcotráfico, la trata de persona y cualquier delito trasnacional.

“Hay un interés del Gobierno nacional por combatir estos delitos y la provincia puso a disposición todos los recursos para lograr un trabajo articulado para combatirlos”, aseguró el secretario de Seguridad, Jorge Ovejero.

Desde hace semanas se han intensificado los patrullajes preventivos y operativos, articulando acciones e intercambiando información. “El narcotráfico ha crecido exponencialmente en los últimos 30 años y somos conscientes de la complejidad que existe, pero hay una decisión de combatirlo”, concluyó el funcionario.


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