Dos nuevos testigos declararon en el juicio que se sigue en contra de Franco Gaspar Cinco y contaron detalles estremecedores de cómo fueron los últimos momentos de Alejandra Párraga y su hijo Amir, envenenados con cianuro.
Susana Nieva vive a dos casas de las víctimas. El 5 de junio de 2017, pasadas las 16.30, sacó a pasear a uno de sus tres perros, ritual que hace diariamente. Ni bien salió de su casa, se topó de frente con “Alu” –como era conocida Alejandra- y la notó mal. La joven caminaba con los ojos cerrados, tenía los brazos entrecruzados y sus pasos no eran firmes; el cuerpo le pesaba y hacía lo que podía para llegar a la esquina de la cuadra, para pedir ayuda.
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La testigo dijo que Gaspar Cinco estaba junto a Alejandra y le hablaba con un tono alto, preguntándole qué le pasaba. La joven no respondía y, pese a que sus pasos eran erráticos, avanzaba lentamente por la Gorriti al 800. En un momento, el periodista se le puso enfrente y no la dejó avanzar, hasta que Alejandra le explicara qué sucedía.
“Cualquier persona que tenga sangre hace algo, actúa”
Alejandro Párraga y Mercedes Martínez cargaban a Amir en el auto de la familia rumbo a la clínica Santa Clara de Asís, porque la ambulancia no llegaba. Al paso, Nieva le dijo a la mamá de la chica que su hija estaba mal, que algo le pasaba.
La situación era dramática. La testigo dijo que decidió volverse a casa porque hasta su perro estaba nervioso. Lo dejó dentro de la vivienda y fue a ayudar a la joven que se desvanecía y empezaba a convulsionar. Sin saberlo, eran los últimos momentos de Alejandra después de haber ingerido –al igual que su hijo- cianuro.
Federico Saravia Zapiola, comerciante de la zona, también intervino en pos de ayudar a la joven mamá a la que le costaba respirar. El cuerpo se le ponía tenso.
El drama
“Alejandra se desvaneció y cayó al piso. Otros vecinos llamaron al 911; yo le sostenía la cabeza. Ella convulsionaba, empezaba a ponerse morada”, recordó Susana Nieva.
Y agregó: “tenía los ojos cerrados, no hablaba, estaba morada, con los dientes apretados, estaba como entumecida, rígida. Empezamos a abrirle la boca para que no se tragara la lengua”. Todo pasaba casi en la vereda de su casa, mientras esperaban la ambulancia que era para Amir.
“Se retorcía, tiraba espuma por la boca, se mordía la lengua. Llamé la ambulancia; era todo muy confuso, la situación era caótica”, describió a su tiempo Saravia Zapiola.
Alejandra sufrió hasta que llegó la ambulancia del Samec, pero no había mucho más que hacer.
“Se la llevó la ambulancia y yo me fui a seguir trabajando. Después me crucé a la casa, al rato, para saber cómo estaba la chica y una hermana me contó que había fallecido ella y su hijo porque les habían dado ‘agua bendita’ para tomar”, recordó el vecino.
“Cualquier persona que tenga sangre hace algo, actúa”
Esas fueron las palabras de Saravia Zapiola para describir cuál era la actitud del imputado. El testigo señaló que Gaspar Cinco estaba distante, no se involucraba para ayudar a su novia. Estaba callado, mudo.
“Él miraba, no sugería nada”, dijo y recordó que a Alejandra “le costaba mucho respirar, contraía su cuerpo”.
Susana Nieva aportó una declaración similar sobre el rol del acusado y también cuestionó, desde su punto de vista, que si el joven era el novio de la chica que sufría por qué no se involucraba más.
“Él estaba a cinco metros hablando por teléfono, yo pensé qué raro que siendo el novio esté tan distante”, dijo acerca de Gaspar Cinco que, quizás, usaba su celular para llamar un ambulancia.
En ese momento, la vecina miró hacia adentro de la casa de los Párraga y dijo haber visto a Amir tirado en el piso del living “como si le estuvieran haciendo respiración boca a boca, después lo cargaron en el auto y se lo llevaron los abuelos a la clínica y nosotros seguíamos con la chica ayudándola”, relató.
Así, según dos nuevos testigos, fueron los últimos momentos de Alejandra y Amir después de haber ingerido cianuro. Al respecto, la defensa del acusado, a cargo de Luis María Agüero Molina, apuntó que quizás las apreciaciones de ambos testigos acerca de que su defendido no se involucraba podría ser producto de un estado de shock.