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Científicos confirmaron que los perros detectan la tristeza y tratan de solucionarla

Un estudio de la Universidad Johns Hopkins descubrió además que se estresan si no pueden ayudar a sus humanos.
26 Jul 2018
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Un equipo de científicos e investigadores de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos logró confirmar que los perros sienten las emociones de los humanos con los que viven y que cuando detectan tristeza o desesperación, intentan ayudarlos con la mayor velocidad posible.

También demostraron que cuando no consiguen aliviarlos, los perros se estresan y padecen el llanto de las personas. En un artículo publicado en la revista 'Learning & Behavior', los investigadores describieron que cuando los lazos entre personas y perros son fuertes, los animales intentarán superar cualquier obstáculo en caso de que los humanos estén llorando o demuestren necesitar ayuda.

"Descubrimos que los perros no solo sienten lo que sienten sus dueños, si un perro conoce la manera de ayudarlos, atravesarán barreras para hacerlo", explica Emily Sanford, autora principal del trabajo y estudiante de posgrado en ciencias psicológicas y del cerebro. Algunos trabajos previos habían logrado demostrar que los perros son muy receptivos al llanto humano, pero el estudio reciente logró corroborar que cuando detectan angustia emocional, se apresuran para hacer algo al respecto.

La investigación se hizo en una muestra de 34 perros con sus respectivos humanos, de diferentes razas y tamaños, y en el experimento los animales eran colocados detrás de una puerta transparente, desde donde podían ver y escuchar a sus amos. Allí, las personas debían cantar una canción o emitir sollozos y llanto. 

El trabajo observaba la reacción de los perros, que podían abrir la puerta para ir con sus dueños, y también se midieron los niveles de estrés que mostraban a través de diversas variables fiosiológicas.

Los perros que abrían la puerta para ir con sus dueños, lo hacían tres veces más rápido cuando los escuchaban llorar que cuando cantaban. Los perros que no lograban abrirla o no se movían, demostraron un nivel de estrés mucho mayor que los que sí podían reunirse con sus dueños.



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