El noveno arte copa la Universidad Nacional de Salta. Arranca un seminario optativo sobre el desarrollo de la historieta en Argentina y está destinado tanto para los alumnos de Letras como para los de Ciencias de la comunicación.
Lo dictará Rafael Gutiérrez, especialista en literatura argentina y quien además participó como guionista de algunas historietas en la provincia; además de haber ganado el concurso provincial de ensayo con un trabajo que abordaba la relación entre el rosismo y el peronismo en la historieta.
Con él, mantuvimos esta charla.
¿Qué temás y obras se abordarán en el seminario? El seminario es una forma de legitimar la historieta como arte?
En el seminario veremos algunos clásicos del género y otros no tan conocidos por el público masivo, pero dignos de ser leídos. Estará el infaltable EL ETERNAUTRA, el épico NIPUR DE LAGASH y la crítica MAFALDA. Un par de novelas gráficas que me gustaron mucho cuando era adolescente EL PEREGRINO DE LAS ESTRELLAS y YO CIBORG. También leeremos a algunos salteños como Klixk Cornejo y la revista CAUDILLOS.
Hasta hace unos años, ser un “freak” estaba mal visto. Pero en los últimos años, en parte con el auge de las películas de Marvel, y con series como The Big Bang Theory, amar las historietas o el comic ya no es tan “raro”.
Soy de la generación que creció leyendo historietas y cuyo imaginario se disparó con series televisivas que veíamos en blanco y negro “Viaje a las estrellas”, “Ovni” y esa película que renovó la pantalla grande, “La Guerra de las Galaxias”.
En esa época la historieta era sólo un entretenimiento barato para chicos y para adultos que necesitaban de dibujitos para entender lo que leían. Nadie que se preciara de ser un buen lector declaraba en público que leía historietas. Esa apreciación cambió en la década del noventa porque revistas como EL PÉNDULO y FIERRO habían captado a lectores universitarios que comenzaron a prestar atención a un lenguaje al que teóricos de renombre internacional como Umberto Eco y Oscar Masotta le dedicaban libros.
Fue en esa época en la que había terminado mis estudios de grado en la universidad y propuse una tesis sobre un corpus de historieta que tematizaba el rosismo y el peronismo. Creo que el momento fue muy oportuno porque llamé la atención del Consejo de Investigación de la U.N.Sa., del Fondo Nacional de las Artes y de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta y con ese respaldo la U.N.Sa. y la UCASAL tuvieron sus primeras tesis sobre la historieta. Sin embargo no se formó un grupo de investigación o de producción como sucedió en Córdoba o Tucumán.
¿Cómo viviste ese cambio?
La cultura se estaba transformando y mientras las grandes editoriales dedicadas a la historieta desaparecían, los centros de estudio estaban prestigiando el género. La generación que se había formado en el mundo de la historieta ahora estaba en las universidades y podíamos dedicarnos a leer con nuevos instrumentos teóricos un lenguaje que se había desarrollado en el siglo XX y que marcaba la cultura del siglo XXI. Pensemos en una gran parte de la producción cinematográfica que se nutre del comic norteamericano, del cine animé y de las series de televisión como “Big bang theory” en la que los referentes de los personajes son la cultura mediática en la que me formé.
En este momento la historieta es tanto un objeto de estudio en la carrera de letras como en la de comunicaciones sociales porque para una es parte de la cátedra de “Literatura infantojuvenil” desde su fundación. Recuerdo que mi único interlocutor era Oscar Montenegro, el creador de la cátedra, y que incluso otros colegas bromeaban con nosotros y decían que ellos se dedicaban a “literatura de verdad” o “leían cosas serias”. Para las comunicaciones sociales el fenómeno del lenguaje de la historieta es insoslayable porque su potencia comunicativa tiene alcances muy grandes en sociedades muy distintas y distantes y en los contextos más inesperados.
¿Cómo se relaciona la historieta con el ambiente de las Letras y el de las comunicaciones sociales?
Hace un año publiqué un libro que reúne distintos estudios sobre el lenguaje de la historieta y la tematización del rosismo y del peronismo como dos fenómenos que marcaron a los siglos XIX y XX respectivamente, por ello me pareció oportuno dictar un seminario en la U.N.Sa. para un público amplio, pues no he pensado solo en los estudiantes de grado sino como “cátedra abierta” para estudiantes y docentes de otras instituciones. Es por ello que no he considerado correlatividades previas para el cursado.
La universidad es un centro de investigación y difusión de conocimientos, que se debe a la sociedad en la que se inserta, de ahí que tratamos de que el resultado del trabajo de investigación se difunda a través de cátedras y cursos abiertos y gratuitos.
La historieta es un arte, tiene su propio lenguaje, sus cánones, sus teóricos y críticos, tiene una dinámica propia en la que el seminario que proponemos no es más que un pequeño componente que muy poco influye en el reconocimiento del género.