Es lunes a la tarde y, como de costumbre, las puertas de la parroquia San Joaquín y Santa Ana, que dirige el Presbítero Carlos Alberto Gamboa, están abiertas y como cualquier otro día se puede entrar a orar.
Pero esta tarde, el silencio y la oscuridad se adueñan del templo, pese a que las agujas del reloj marcan las 18, parece mucho más tarde. Dentro de la Iglesia no hay nadie. La luz aparece a medida que ingresamos al templo caminando hacia el altar. Allí unas velas y las imágenes de los patronos de la Parroquia -que celebraron su fiesta la semana pasada- se roban la atención.
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A un costado de la Parroquia ubicada entre la calle 3 y pasaje 21 del barrio Santa Ana I se puede apreciar una de las obras que encaró y terminó el párroco: "El Santísimo", un lugar de silencio y oración.
Por detrás de la Iglesia y la capilla está la administración. "Pase sin golpear", dice el cartel pegado en la puerta. Adentro, el silencio continúa y solamente hay un colaborador del sacerdote quien le aseguró a LA GACETA que hoy no había ido a trabajar porque estaba "agotado" por los festejos y celebraciones en honor a San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, realizados el fin de semana. Los días martes no hay misa, por lo tanto, el regreso del sacerdote se dará el próximo miércoles 1 de agosto.
Denuncia a Gamboa: la relación con la madre de su hija comenzó cuando él ya era sacerdote
Desde hace mucho tiempo el nombre del presbítero Carlos Alberto Gamboa llegó a los medios de comunicación, por diferentes motivos relacionados a su tarea en la Parroquia. Pero, en las últimas horas, el testimonio de su hija quien contó su historia de vida, apuntando contra el sacerdote por no querer entablar vínculo con ella y reconocerla luego de un juicio de filiación que se arregló extrajudicialmente, lo puso nuevamente en la escena. ¿Quién es el sacerdote y qué dicen los fieles de él?
Un revolucionario, de perfil cálido y cercano a la gente
La llegada del padre Gamboa a la parroquia de San Joaquín y Santa Ana se dio a comienzos de esta década. El desembarco fue -como dicen algunos vecinos- para poner "paños fríos" a un escándalo de índole sexual, que incluía los votos sacerdotales y alcohol y que se llevaron al párroco anterior a otro Iglesia.
Recuerda un vecino que al principio miraban de reojo al cura porque nadie en el barrio lo conocía, "pero de a poco se fue ganando el afecto de todos". Cuentan como anécdota que eran varios los fieles que los fines de semana iban a misa y se "molestaban" con Gamboa porque a él le gustaba ser puntual y les hablaba de la importancia de respetar los horarios. Pero, con el tiempo, los horarios se fueron retrasando unos 10 minutos.
Dicen que unas de las improntas del sacerdote fue el empuje que le dio al barrio, la Iglesia y fieles, para levantar la parroquia de Santa Ana. Recuerdan los vecinos que Gamboa llegó con ganas e ideas de mejorarla y, al poco tiempo, empezó a realizar sorteos, rifas y colaboraciones: su idea era cerrar el templo con paredes y rejas, un emprendimiento costoso ya que la Iglesia ocupa toda una manzana en uno de los barrios más añejos de la ciudad.
Ni siquiera esta casa de Dios se salvó de la inseguridad y en reiteradas ocasiones les entraron a robar, llevándose micrófonos, equipos de audio y el poco dinero que había en la secretaría.
El "empuje" -como repiten los vecinos- de Gamboa por remodelar la Iglesia los hizo sentir cómodos. De a poco el extraño sacerdote se ganó el afecto de los fieles que cada fin de semana concurren a la Parroquia. Se cerró por completo el templo y se construyó la adoración al Santísimo, con aportes de vecinos, rifas, contribuciones y festivales que se hicieron para recaudar dinero.
Gamboa se ganó el aprecio de la comunidad por las obras y porque es un sacerdote al que le gusta estar "más cerca de la gente, es común verlo bajarse del altar y celebrar la misa cerca de las sillas, casi al lado tuyo", detalla una colaboradora.
Un devoto de la Virgen de Urkupiña
Además de los festivales, obras y acciones solidarias, los vecinos destacan la cercanía de Gamboa con la Virgen de Urkupiña. Pocos años atrás logró traer a la Parroquia la Santa Imagen que fue venerada entre bailes, cánticos y bombas de estruendo.
En cada festividad de la Virgen de Bolivia es común ver al sacerdote acompañar los festejos, recibiendo el afecto y agradecimiento de los fieles, pero también las críticas de católicos y creyentes por los ruidos de la celebración.
Escuchado en el Arzobispado
Carlos Alberto Gamboa es reconocido en la Iglesia de Salta. En cada tiempo del Milagro tiene una activa participación la preparación de la festividad, la asistencia a las cientas de peregrinaciones y cada 15 de septiembre siempre se lo ve dialogando con los medios de comunicación y organizando la salida del Señor y la Virgen, y su posterior regreso. Desde el Arzobispado respetan su trayectoria como sacerdote y ocupa un lugar cercano a Monseñor Mario Antonio Cargnello y las máximas autoridades.
Por esos días, es común su ausencia en la parroquia de San Joaquín y Santa Ana. Sacerdotes cercanos al presbítero llegan a reemplazarlo y celebrar la Santa Misa.
La historia personal que salió a la luz
En tiempos de redes sociales, las noticias circulan con tanta velocidad que algunos vecinos aseguran estar desorientados por lo que pasó ayer, cuando se dio a conocer un mensaje en Facebook de la hija reconocida del sacerdote: Agustina Gamboa Arias. La joven rompió el silencio y contó su historia de vida que involucra al sacerdote de 54 años.
Relató que, mientras gamboa cumplía funciones como sacerdote conoció a su mamá y la dejó embarazada pero, según cuenta la joven, jamás se hizo cargo de ella. Logró que el presbítero le diera su apellido a través de una larga pelea judicial porque "siempre quiso ocultarla".
"Si bien estoy viva, si fuera por él estaría en completo abandono", lamenta Agustina y desarrolla un largo y conmovedor testimonio.
"A partir de mi insistencia pudimos concretar algunos encuentros que se hicieron cada vez más complicados. Nos veíamos en estaciones de servicios alejados de toda persona que lo pudiera reconocer. En los encuentros me repetía que me amaba pero que no podía ser mi padre", relata Agustina en su muro de Facebook.
Por estas horas, Gamboa y la Iglesia se mantienen en silencio mientras los vecinos, que valoran su obra como sacerdote, no salen de su asombro.