“La escasa circulación al respecto de la información sobre la cantidad de casos de suicidios en Salta nos hizo ignorar la situación”, dispara Lucrecia Miller cuando LA GACETA la invita a hablar sobre su último libro y las investigaciones que realiza permanentemente sobre el tema.
Según la psicóloga especializada en problemas de la niñez y en suicidio en particular, “estamos atravesando una situación de absoluto desconocimiento de la envergadura de la problemática en nuestra provincial. Es un mito que ´de esto no hay que hablar´, insisto en que sí hay que hablar del suicidio para hacer aportes para su prevención, pensando que los suicidólogos del mundo dicen que es un proceso y, a lo largo de ese proceso, se puede intervenir para que el resultado no se consume”, explica.
El dato: Salta junto con Jujuy lideran las estadísticas nacionales de suicidios en la niñez y en la adolescencia, según datos tomados por especialistas de la Red Nacional de Prevención del Suicidio.
LUCRECIA MILLER, PSICOLOGA FOTO DE FACEBOOK / JAVIER VERON
¿Por qué hablás de una “trama invisible” en tu libro “La trama invisible del suicidio en la adolescencia, estrategias preventivas”?
No nos hacemos cargo del suicidio como problema, sigue siendo un tema irresuelto y mi idea con el libro fue dirigir un mensaje a la comunidad.
Al no hacernos cargo de que tenemos un problema no elaboramos políticas públicas y no hacemos nada al respecto. Eso es doblemente grave, no transparentamos la solución del problema y eso es parte de la trama invisible. Salta y Jujuy lideran las estadísticas de suicidios en niños y jóvenes de entre 10 a 25 años en una edad de la vida en donde el sujeto se está formando.
Otra parte de la trama invisible es subestimar los intentos de suicidios que como datos estadísticos no se tienen en cuenta. Quienes estudiamos esto sabemos que luego de un intento de suicidio habrá otro entre los seis meses o el año posteriormente, hasta concretarlo y lograrlo.
Otra cuestión tiene que ver con las condiciones sociales que llevan a la conducta suicida. Generalmente los chicos que están en edad escolar y han quedado fuera del sistema educativo con una condición socio educativa adversa, son chicos que les costará una inserción social. No tienen perspectiva de una existencia autónoma, ni preparación educativa para el mercado laboral despiadado.
“Básicamente hay que promover que los niños no sean víctimas de violencia”.
¿Se sabe dónde puede originarse esta conducta autodestructiva?
Una de las características del suicida es que por lo general, el disparador es una pérdida que puede ser: un vínculo importante o no poder progresar escolarmente.
Siempre hay un factor de pérdida que nos remite a otra pata de lo que abordo en mi libro: por los casos que he estudiado, la conducta se genera en los chicos que tienen un déficit marcado de apego emocional. Para que el niño sea en un futuro independiente debe tener antes satisfecha la dependencia emocional, cualquier pérdida que el chico experimente y le genere condiciones de máxima vulnerabilidad hará que no pueda soportar ni angustias, ni fracasos ni ningún tipo de dolor. Los abusos sexuales también tienen que ver con esa condición de vulnerabilidad.
Básicamente hay que promover que los niños no sean víctimas de violencia.
¿Cómo se relaciona la violencia familiar o social con los casos de suicidios?
La violencia familiar que se ve hoy tiene que ver con los años en los que este tema fue callado. Lo que permanece oculto y no se habla, hace que no exista una conciencia preventiva.
Se puede reconocer si un niño se va a suicidar si se sabe que crece en un ambiente de violencia. La violencia no es un acto sino cuando se omite brindarle al niño lo que necesita para su sano desarrollo.
Hay muchas problemáticas que asolan a la infancia: el alto índice de consumo de sustancias, no terminar la escuela, las madres niñas. En Salta hay un 60% de niños y adolescentes obesos, esa es otra problemática que afecta a la infancia. Esto marca un déficit en la conducta alimentaria.
Insisto: debemos cuidar cómo crecen los niños.
FOTO DE FACEBOOK LUCRECIA MILLER
¿Cómo podemos hablar de suicidio en nuestro ámbito social?
Hablar de suicidio es hablar de estrategias preventivas Primarias que tienen que ver con fortalecer la autoestima, la tolerancia a la frustración, enseñar a resolver problemas. Tantas cosas podríamos aportar a la vida de un niño si dejáramos de tener miedo de hablar de suicidio. Hay que ver cómo aportamos en la vida de esas personas para que cuando deban enfrentar situaciones de la vida no sean frágiles y busquen eliminarse.
La prevención Secundaria es advertir precozmente los indicadores de riesgo suicida; y la Terciaria es cuando indicás específicamente que ese niño y ese grupo familiar y social deben acceder a una asistencia porque hay riesgo de suicidio.
“Salta necesita un defensor de niños y adolescentes”
¿Y en ese caso cómo se aborda?
El enfoque de un suicida es sistémico: el niño y su contexto. Un niño que crece en un contexto seguro que le aporta los suministros necesarios para que pueda transitar su vida, siendo autónomo eligiendo en libertad, resolviendo problemáticas que le tocan vivir en la vida y que llegue a ser una persona útil en su entorno.
Es sencillo, pero necesario tener la visión de sistema y que las políticas públicas sean eficaces. Si vivimos en una provincia en donde se ignora la figura de Defensor del Niño que plantea la Ley 26.061 y que busca la protección integral de los niños partimos de una visión de la infancia secundaria. Entonces vamos a tener suicidios, consumidores de drogas, madres niñas y conductas delictivas.
El libro “La trama invisible del suicidio en la adolescencia, estrategias preventivas” (Mundo Gráfico Editorial) se consigue en Librería Rayuela y en el consultorio de la psicóloga en San Juan 118.