La forma en que los hinchas de Boca o River vivan una posible derrota de su equipo en la Copa Libertadores puede ir desde responder simples bromas hasta sentir un fuerte impacto emocional, en especial si depositan en el club un sentido de la identidad que trascienda lo deportivo. Así lo informó Télam según su consulta a diferentes especialistas.
Criticar a los jugadores que no anduvieron bien o afirmar que "el partido estuvo arreglado", pensar que el equipo perdió porque no usó tal remera o no realizó determinada cábala son algunos de los mecanismos habituales para "minimizar el impacto que provoca una derrota", explicó Ricardo Rubinstein, psicoanalista especializado en Deportes y Equipos de Competencia.
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Pero el no haber ganado impactará de forma más negativa en las emociones de aquellas personas que presenten desequilibrios en otros aspectos de su vida (laboral, familiar, social), aclaró el especialista, que es autor del libro "Deportes al diván".
En la misma línea se pronunció el psicoanalista Ricardo Augman, quien se preguntó hasta dónde la derrota de Boca o River "teñiría" la vida cotidiana de un hincha.
"La derrota es el escenario de una frustración, y si una persona no puede manejarse con eso no es Boca-River, sino muchos otros aspectos de la vida personal", respondió.
En particular, Rubinstein sostuvo que "los hinchas de Argentina tienen una fuerte adhesión a su equipo y eso habla de la repercusión emocional", sin embargo señaló que "no quiere decir que sean fanáticos, porque ese concepto implica no tolerar la presencia del que se le opone y buscar eliminarlo o agredirlo".
En realidad, continuó, aquí se ve gente que vive "apasionadamente" y con "mucha conmoción" el partido porque "en él se juega su identidad y pertenencia".
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Más allá de aquellos que sufran la derrota, comentó que la mayoría de los hinchas del equipo que pierda el sábado en el estadio Monumental tolerará esa situación de forma regular: "Se van a tener que aguantar las cargadas y los memes durante mucho tiempo, porque es un evento muy significativo", aunque el deporte siempre brinda revancha por los nuevos partidos, destacó.
Por su parte, Gabriel Racky, analista de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), planteó maneras de procesar la derrota citando a Jacques Lacan.
"El modo epicúreo, de los epicúreos, que lo resolvían por el lado de abstraerse, de apartarse de la ciudad", indicó el especialista, y ejemplificó que en términos prácticos sería "cortar los chats o las comunicaciones".
"La otra salida es la estoica, como cuando se dice 'aguantar estoicamente'", citó Racky, y agregó que "es el hecho de estar hiperconectado y contestar todas las bromas, pero bajo la forma de revolverse hasta el hartazgo".
"La tercera salida, que me parece la más lúcida, es la de tramitar esa pasión, esa derrota, con el mal humor", por el hecho de que es un "toque realista", agregó, y dijo que tiene que ver con que la vida o el ser "no están totalmente captados por ese triunfo o esa derrota".
Una buena pregunta que se le podría hacer a un hincha es "qué se juega cuando se juega", planteó Laura Spaccatorella, psicóloga e integrante del capítulo de Salud Mental, Actividad Física y Deporte de APSA (Asociación Psiquiatras Argentinos).
En ese sentido, recomendó que a la gran final del sábado se la debe tomar como lo que es: "Un partido, tornarlo como algo concreto de la realidad y ser vivido con las emociones que uno les pueda transmitir".
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El área del deporte, continuó, "es privilegiada para transmitir buenos comportamientos, como el juego limpio, el aceptar perder aunque duela y el celebrar ganar respetando al adversario vencido".