Actualidad

“Hoy ser joven y provida es un desafío en este país”

Al son de “Celebra la vida” se realizó ayer una jornada de la tercera edición de la Semana del Niño por Nacer, en Tucumán.
22 Mar 2019
Espacio publicitario
Espacio publicitario

“En Tucumán me siento como en Narnia, si quiero puedo gritar que viva el niño por nacer y nadie me va a decir nada. En Buenos Aires es distinto. Vas en el subte y todas están con pañuelos verdes. Si te ven con tu pañuelo celeste te gritan, te insultan. Es muy grande la intolerancia que se vive en la Argentina. Yo veo una chica con pañuelo celeste en el subte ¡y tengo ganas de abrazarla! Hoy, ser joven y pro vida es un verdadero desafío”, dice Ana Belén Marmora, del Frente Joven por la Vida. Ella, junto a un grupo de disertantes de Buenos Aires, viajó a Tucumán a participar de la tercera edición de la Semana del Niño por Nacer.

“Las provincias, y especialmente Tucumán, tuvo una gran participación en la lucha por defender la voz de los que no la tienen” destacó Belén. “Aunque en Buenos Aires se cocinan las leyes, son las provincias las que nos marcan el rumbo. Por eso es importante que todos sigamos participando y apoyando la vida. Que Tucumán siga siendo la cuna del niño por nacer”, alentó la joven.

En el hall de la Legislatura de la provincia vecina, colmado de gente, las organizaciones pro vida realizaron una muestra de sus actividades. Un grupo de alumnas de los colegios Padre Manuel Ballesteros y Agrotécnico de Lules acompañaron con violín la canción “Celebrando la vida”, que fue seguida con palmas por los presentes.

De la mesa panel, bajo el lema “Seamos la voz de los que no tienen voz”, participaron el legislador Raúl Albarracín, Javier Walter, quien contó su testimonio, el periodista Rodrigo Fernández Madero, Ana Belén y el médico Fernando Secin, quien luego dio una charla sobre el negocio del aborto. Fueron presentados por Florencia Nucci, del Observatorio por la Vida, y el padre Marcelo Barrionuevo, del Centro de Estudios Bioética Tucumán.

“Una ley que pretende atacar la vida en su etapa más incipiente es una ley injusta y cobarde. Hoy lo que necesitamos es una legislatura pro mujer, además de pro vida. Por eso hablamos de salvar las dos vidas. Tenemos que generar una cultura de la vida, en la escuela, en todos los ámbitos para poder vivir en paz. Son tiempos difíciles y sufrimos ataques ideológicos, pero debemos seguir resistiendo”, instó Albarracín.

En el mismo sentido se pronunció Nucci: “Debemos seguir trabajando y exigiendo, que nadie en Argentina se arrogue la facultad de decidir quien vive y quien no; que nadie le niegue el derecho a la vida al más indefenso, y que no obliguen a nadie a hacerlo. No reconocer al Niño por Nacer su naturaleza humana, confirmada por la ciencia y reconocida por el derecho, además de ser aberrante es un terrible acto de egoísmo”. Fernández Madero remató con esta frase: “en Argentina había un gigante dormido que se despertó y vio que tenía un pañuelo celeste. No fue ley, no es ley y creo que no será ley”.

-JAVIER WALTER.-

> En primera persona
“Me pidió perdón porque ella no quería que yo naciera y se sacó la mochila que habia llevado 30 años”

Javier Walter cuenta su testimonio: “nací en Formosa hace 43 años. Mi madre biológica tenía 14 años cuando quedó embarazada. Ella volvía de Salta embarazada y la madre de ella, mi abuela, le dice: vos no podés tener ese chico, lo tenés que abortar. En ese momento aparece alguien, un sacerdote. Él habla con las dos, les da contención y mi madre con sus 14 años decide no abortar y darme en adopción. Por ese tiempo, mi mamá adoptiva trabajaba en el Ministerio de Salud, y le piden que vaya a Formosa, a Ingeniero Juárez, a abrir una salita de agente sanitario. Era un lugar muy humilde, en medio del monte. Nené, mi mamá, estaba parando en la casa de unas monjas. Una de ellas le pide que la acompañe a buscar familia para un bebé que iba a nacer. Mi mamá le dice ‘no busqués más, yo me lo llevo’. Me ve y se enamora de mí. Y me trae a Buenos Aires. Tuve una infancia muy feliz. Mi mamá es soltera. Pero siempre me llamó la atención mi apellido alemán. Yo sabía que era adoptado, pero nada más, quería conocer mis orígenes. Entonces me fui a buscar a mi mamá biológica. La encontré, nos abrazamos. Lloramos. Luego se acercó a mí una viejita, mi abuela biológica. ‘Yo tengo que pedirle perdón. Yo no quería que usted naciera’, me dice. La abracé y le quité una mochila de 30 años”.

Ver nota original
Ver nota original