La escena de un crimen puede ser inescrutable, para algunos. Para una persona capacitada, en cambio, esa escena dice mucho. Laura Quiñones Urquiza pertenece a este segundo grupo: es capaz de leer y analizar una escena, descubre huellas de una personalidad, donde otros sólo ven manchas de sangre, por dar un ejemplo. Ella es perfiladora criminal y la semana pasada estuvo en Salta brindando un seminario intensivo sobre Técnica de Perfilación Criminal de Homicidios y Delitos Sexuales a mujeres y niñxs.
El arte de perfilar delincuentes puede tener sus daños colaterales. En más de una ocasión ella evocó esta advertencia con letanías nietzcheanas: el que lucha con monstruos deberá procurar no convertirse en uno de ellos.
“El rol del perfilador es colaborar en una investigación criminal cuando algunos recursos de la investigación policial se han visto agotados. Lo que hace es un informe técnico consultivo que reduce el número de sospechosos, siempre fundamentando sus dichos, con la investigación policial, que siempre es muy valiosa, el informe médico legal”, dijo a LA GACETA. El perfilador reúne todos los datos que puede: autopsias, los dictámenes de los criminalistas de campo (los que van al lugar del hecho y levantan las pruebas) y luego, con todo ese material reunido, lee. Uno puntos. Descarta hipótesis, forma otras.
Un perfilador, advierte, debe actualizarse todo el tiempo. Habla de su capacitación: psicología, diplomatura de criminología, criminalística en Derechos Humanos, especialización en perfilación criminal. Pasó por universidades argentinas, españolas, inglesas. Nunca, enfatiza, hay que parar de actualizarse.
Siempre hay un caso que marca un antes y un después. En el caso de Laura, hay dos. Uno es el caso de un homicidio a un hombre de edad, a un adulto mayor; el otro fue un delito tecnológico, que consistía en amenazas, hostigamiento, hackeo a un hombre y a su familia. En esa ocasión Laura analizó el modus operandis, es decir los elementos que utilizaba para ocultarse, para reiterar las agresiones y también el sentido psicológico de quién podría tratarse. Qué le preocupaba para llegar a ese punto y a esa obsesión con ese hombre y su familia. Hizo ese trabajo para sacar el perfil del probable autor, es decir el quien, el por qué y el para qué.
Hace hincapié en la investigación científica. El instinto o el olfato no son serios. O no alcanza. “El olfato existe, pero uno no lo puede fundamentar desde el punto de vista científico y tampoco sería serio que uno vaya y diga “mi olfato me dice” tal cosa. A veces sí existe, a veces no. Por lo general lo que a mí me resulta interesante es cuando admite que tiene ciertas limitaciones. Eso es lo importante: saber que uno no sabe ciertas cosas”, dijo.
En Salta disertó sobre casos en los que ella participé, o de casos en los que ella consultada; también casos a los que tuvo acceso sólo para capacitación.
Respeta cada uno de esos casos, a tal punto de que no permitió a los asistentes fotografiar las imágenes que proyecto. “Estamos hablando de víctimas, sino es un espectáculo de gore”, dijo.
La capacitación es necearia porque los métodos cambian. “Violaciones hubo siempre, homicidios hubo siempre, amenazas hubo siempre, pedofilia hubo siempre. Lo que cambió es el modo de hacerlo, el modo de ocultarse y de distribuirlo. Son delitos que se van agiornando… los delitos que uno conoce en la vida diaria también se han agiornado al aspecto informático. Antes existía el sátiro que iba a la puerta de los colegios y debajo de un tapado le mostraba los genitales a los niños, para asustarlos, para escandalizarlos. Eso está pasando al tema del Sexting, que van hombres, o mujeres adultas que envían imágenes de ese tipo, de desnudez, a menores. Y eso tiene por función naturalizarlos, irlos ablandando, hacerlos entrar en confianza para que ellos hagan lo mismo”, advirtió.
¿Qué perfil es más difícil analizar? Un abusador, un homicida. ¿quién se oculta mejor?
A estas preguntas respondió: Quién se oculta mejor es una pregunta interesante. Quién se oculta mejor: el que persevera más tiempo. El serial es el que se oculta más tiempo. Y a veces hay seriales que no conocemos. Cuántos homicidios y violaciones hay sin castigar o hay personas falsamente acusadas, eso quiere decir que a veces existe el crimen perfecto, por más que se investigue bien, a veces existe.
Laura Quiñones Urquiza colabora con los medios de comunicación. Entrevista a presos en las cárceles, para Telefé.
De su experiencia lo que más la ha impresionado es la gente que todavía tiene fe en que los detenidos pueden recuperarse esas personas. “En criminología nosotros tenemos que apostar a eso también. Yo veo gente que va por poca plata a enseñar, incluso van gratis. Entocnes esa, para mí, es la gente que vale”, dijo. Y acotó que la voluntad está, pero tiene que ver también con el click en las personas de querer cambiar y de las oportunidades que les den. Por lo general sólo tienen oportunidades delictivas y no oportunidades sociales de reinserción.
Desde la ficción, en los últimos años, se abordaron en numerosas ocasiones a los asesinos seriales. Algunas de estas películas, libros o historietas muestran algunos signos de alarma en la niñez. Uno de esos signos tiene que ver con dañar a los animales. Consultada sobre el tema, la especialista evocó la tríada de Macdonalds: enuresis, piromanía y maltratoa animales. Eran, para Mcdonalds, los tres signos claves para detectar si uno era un asesino en serie o no. “Los asesinos en serie que él había entrevistado tenían esos signos previos en la infancia, como precursores en la infancia. Pero su muestra fue pequeña, no más de 100 personas, no alcanza para hacer una teoría criminológica a nivel mundial”, dijo.
-¿Cómo influye lo social en cierto tipo de delitos. Pregunto esto porque en Salta los índices de violencia hacia la mujer están sistemáticamente por arriba de la media nacional?
Laura respondió: “Existen tres fuentes de riesgo delictivo o criminógeno: las personales, que pueden estar incluidas las familias o pueden estar incluidos los riesgos sociales o contextuales o situacionales. Lo que vos me estás describiendo es un delincuente, que ve en su casa es admitida la violencia hacia la mujer, un hombre así difícilmente se amolde a otro tipo de patrón, de convivencia con mujeres. Pero eso no quiere decir que no sea rehabilitable o reeducable. Hay distintos factores de riesgo criminógeno, por ejemplo para ser pedófilo no hay una fuente de riesgo social, esa es una fuente de riesgo personal, tiene que ver con la perversión de cada uno”.