Los ojos del mundo están posados sobre la ciudad de Wuhan, epicentro del brote de un nuevo coronavirus que ya dejó 170 muertos y más de 7.700 casos confirmados sólo en China. La urbe, que cuenta con más de 11 millones de habitantes, se encuentra aislada y en cuarentena para poder controlar la propagación del virus. Se estima que la epidemia de neumonía empezó alrededor del 15 de diciembre. Tres días antes de la fecha estimada del inicio del brote abandonó dicha ciudad la científica tucumana María Eugenia Farías.
La investigadora principal del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) e integrante del Proimi (Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos) contó que fue invitada a participar como oradora de un congreso en la Universidad de Wuhan durante siete días: entre el 5 y el 12 de diciembre, justo antes de que se produzca el brote de coronavirus que tiene casos confirmados en 18 países del mundo. “Salí justo; es muy fuerte”, reconoció la microbióloga ambiental en diálogo con LA GACETA.
Estromatolitos en la Puna salteña
En octubre de 2009, la bióloga e investigadora del CONICET descubrió, junto a su equipo estromatolitos a 3000 m de altura en Socompa y Tolar Grande.
La investigación de los estromatolitos vivos en la zona de la Puna Salteña, la llevo a recorrer el mundo y buscar protegerlos para continuar con el desarrollo de sus investigaciones. Los estromatolitos son microbialitos, estructuras minerales bioconstruidas, finamente estratificadas de morfologías diversas, originados por la producción, captura y fijación de partículas carbonatadas por parte de biopelículas de cianobacterias en aguas someras. Las cianobacterias, mediante fotosíntesis, liberan oxígeno y captan de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono para formar carbonatos que, al precipitar, dan lugar a la formación de los estromatolitos.
SIMPOSIO. La investigadora fue invitada a disertar por Shaoxian Song, decano de la Universidad de Tecnología de Wuhan.
A raíz de su trabajo, la investigadora contó que viaja por todo el mundo, pero que era la primera vez que visitaba China. Reveló también que se quedó abrumada por la magnitud de la ciudad, de casi 8.500 kilómetros cuadrados. Es decir, unas 93 veces el tamaño de San Miguel de Tucumán y casi 42 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
“Es una ciudad tan gigantesca, con tanta gente que me dio una sensación un poco fuerte de pensar ¿qué pasaría si aquí pasa algo? Porque es tan enorme... da un poco de impacto. Es una cultura muy distinta”, manifestó la científica nacida en Córdoba, pero vive en Tucumán desde que tiene dos años, por lo que se considera tucumana.
En primera persona
Farías, que en 2009 obtuvo fama internacional por hallar en la puna salteña estromatolitos, la forma de vida más antigua del planeta (alrededor de 3.500 millones de años), dijo que pasa mucho tiempo fuera del país, pero que la visita a Wuhan fue algo completamente nuevo y distinto. “Cuesta mucho estar en una cultura tan diferente. Es una ciudad ‘china’, absolutamente; es decir: muy poca gente habla inglés, por lo que es muy difícil comunicarse; no aceptan tarjetas de crédito internacionales; y las aplicaciones como el traductor, Google Maps o Whatsapp no funcionan en China. Tampoco podés conectarte a internet, porque cuando lo vas a hacer está todo en chino y no sabés qué te pregunta. Es como una sensación de aislamiento muy fuerte”, explicó la bióloga, que dijo que no presentó síntomas de la enfermedad tras dejar el ‘gigante asiático’.
La investigadora del Conicet reveló que luego de visitar China estuvo en Australia, donde casi tuvo que ser evacuada con su familia debido a los incendios. Además, las casualidades llevaron a que estuviera en México durante el terremoto de Puebla (2017), y en Chile cuando sucedieron las inundaciones de Antofagasta (2019). “Tengo ganas de quedarme en Tucumán y no moverme más”, ironizó.
Crecen puertas adentro
Debido a la cuarentena, las calles están desoladas y la ciudad parece fantasma.
La científica tucumana contó que dialogó recientemente con profesores y colaboradores, quienes no le transmitieron pánico ni desesperación. “Me transmitieron una sensación de tranquilidad y que están a la expectativa; cada uno está en su casa, sin moverse; para lo único que salen es para ir a comprar comida, y van todos con barbijos”, graficó. Indicó también que, puertas adentro, los ciudadanos están produciendo. “Es una sociedad bien organizada. Es muy abrumador ver la capacidad de trabajo que tienen”, dijo. Además, a pesar de que su experiencia fue complicada, calificó la ciudad como “maravillosa”.
Futuro desafiante
Ya en su rol como bióloga, Farías marcó que las epidemias y pandemias han sido moneda común en la historia de la humanidad, y que son formas que tiene la naturaleza de regular las poblaciones. “El hombre cada vez presiona más a la naturaleza y la naturaleza responde, así de simple”, expresó. Estimó también que se logrará obtener una vacuna para frenar el virus, pero que no será la última vez que ocurra. “Tenemos que estar preparados porque esto es lo que viene. Y dentro de esas presiones que hace el hombre, el tema del calentamiento global va a traer cuestiones cada vez más dramáticas”, explicó de manera contundente. En ese sentido, dijo que la humanidad debe estar preparada, pero lamentó que en Latinoamérica se invierte cada vez menos en ciencia y en tecnología, a diferencia de lo que hacen los países del primer mundo.