Falleció otra una niña wichi en el norte de Salta, cuando la ministra visitaba el hospital
“Es una vergüenza que el granero del mundo tenga niños muriendo de hambre”, dijo Octorina Zamora. Habla desde los pasillos del hospital de Tartagal, donde más de 26 niños se encuentran internados, recuperándose por desnutrición.
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La presidenta de la Organización Kaianteya del Pueblo Wichí asiste, junto a otras dirigentes a los niños y, sobre todo, a sus familiares: padres, madres, abuelos. “Un niño desnutrido está así porque tiene una familia desnutrida”, advirtió e hizo hincapié en que es fundamental el acompañamiento por parte del estado de las familias: la asistencia tiene que continuar después de que se le da el alta a un niño. “Detrás de cada niño internado por desnutrición hay historias: padres desocupados, casas precarias (techo de plástico y varillas), gente toalmente desamparado por el Estado”, dijo.
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“Esto siermpe existió, sólo que ahora se está visibilziando. Es necesarioque esto se haga visible, sino quiere decir que vivimos en un estado hipócrita. A muchos les preocupa el 'apartheid' en África, pero no se da cuenta de que acá también vivimos un aparthait”, dijo.
Octorina, junto a otras dirigentes, junta pañales, agua mineral, elementos de limpieza: pequeñas cosas que son importantísimas para quienes no tienen nada.
La foto que ilustra esta nota fue tomada cuando realizaba, junto a madres de los niños, una charla: cuentan historias, mitos, intercambian experiencias. Es una forma de estar juntas. Octorina dijo que se sientan en el piso porque les resulta más cómodo, nada más y agradeció la colaboración de las autoridades del hospital de Tartagal, y la de los médicos: “son amorosos con la familia y los niños”, dijo.
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Lamentó, por otra parte, la ausencia de referentes de comunidaes originarias ni de ONG (que reciben, después, la plata del Estado).
“El gobierno nacioal debe sentarse seriamente y ponerse esta situación al hombro. Es una vergüenza que el granero del mundo tenga niños que se están muriendo de hambre”, dijo y acotó: “El stado se tiene que hacer cargo de lo que estamos pasando. No estamos pasando hambre porque nosotros queremos. A ellos no les tiembla la mano en dar a las emrpresas el permiso para destruir nuestro hábitat.
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