Mira el relato del caricaturista José Sosa, el artista que convoca multitudes alrededor de su stand en el circuito de la Balcarce.
El dibujo es una de las tantas formas de expresión que permite al ser humano transformar una diminuta porción de la realidad, hacerla propia y dejar un registro ínfimo del lenguaje universal.
El circuito de artesanos de la Balcarce es concurrido por cientos de salteños y turistas de paso, es allí donde es posible descubrir a José Gabriel Sosa.
Un hombre de altura media, pelo largo oscuro, cejas tupidas y un lápiz negro en la oreja. Espera ansioso en un banco al próximo modelo; a su alrededor hay colgadas centenas de obras animadas de gente famosa.
Sosa dialogó con LA GACETA y comentó que el dibujo había iniciado como hobbie en su infancia hasta convertirlo en un especialista de rostros y retratos. Viajó a Buenos Aires por razones personales, y le surgió la inquietud de aprender de los dibujantes de la calle. “Me atrapó la técnica que tenían y me perfeccione mirando”, expresó con aire de un recuerdo de hace exactamente 16 años.
En sus obras José deja parte de su vida y personalidad. “El secreto está guardado en los ojos que dibujo, de manera inconsciente aparecen gestos míos”, dijo y exclamó entre risas que eso no significaba que los dibujos sean un retrato de él.
“Dejé todo por dibujar, es algo que no se puede expresar con palabras y al final nadie entenderia”, finalizó.