Cada tanto un caso policial sintetiza problemas sociales más grandes. Un caso aislado que, de alguna manera, sirve para mostrar deficiencias más grandes y complejas.
A Rosa Sulca la mataron con alevosía: 17 puñaladas recibió su cuerpo. Hay algo de muerte anunciada en este caso. La maestra 48 años ya había denunciado robos. En la comisaría y en las redes sociales expuso su miedo, ante algo que no paraba de repetirse.
"Entraron a robarme el 26 de enero y nuevamente el 16 de marzo, esta última fecha, antes de la cuarentena me desvalijaron la casa y nadie vio nada. Ya todos deben estar vendiendo en Floresta, es como sentirse vejada, solo uno sabe lo que cuesta adquirir las cosas y también sé que todo se paga en esta vida. Fuerzas y a salir adelante", publicó la maestra en Facebook.
El miércoles 29 de abril, quienes la mataron también habría entrado a su casa para robar. Rosa estaba en casa porque quería respetar la cuarentena. En su misma red social había publicado una foto con el hashtag “Quedate En Casa” y la frase “Me cuido, te cuido”.
Un vecino dijo a un medio local: "dicen que la mataron con un cuchillo sierrita. Rosa hace rato había denunciado en la Comisaría 4º que varias veces le entraron a robar, pero la Policía no hizo nada para prevenir semejante tormento. Yo la ví a Rosita hace dos semanas y estaba muy deprimida y llorosa”
De los detenidos se sabe poco: una pareja de escasos recursos, que mendigaba o hacía changas por Villa Mitre.
"El chico vino el domingo a mi casa a venderme estampitas. Como no se las compré me insultó, luego me pidió plata, a mi negativa, me pidió mercadería. Ante mi negativa continuó agrediéndome verbalmente. Lo vi muy poco por aquí, lo mismo que a la chica", relató Doña Guidín, vecina de Villa Mitre a LA GACETA.
Pero el foco, en este caso, está puesto más que nada en la policía: hay dos efectivos detenidos. Son quienes acudieron esa noche, tras el llamado de Sulca. La maestra había llamado al 911 y llegó a decir “me están matando”. Los policías fueron a casa, tocaron la puerta y como no los atendió nadie se fueron. Dentro de la casa estaba Sulca, desangrándose.
Hoy los fiscales precisaron justamente esto: que la muerte podría haberse evitado si los efectivos hubieran actuado bien. Rosa Sulca llamó a las 2.37 de la mañana. El Móvil 1113 llegó a la casa a las 2.51. Una vez allí, los policías informaron “negativo moradores, no son alertados por persona alguna”. Se quedaron, según consta, un minuto más: “luego de efectuar los llamados y no siendo atendidos, a las 2.52 el móvil fue liberado por cierre del suceso, informado como “delito no constatado”.
Un detalle para sumar: entre el llamado de Sulca y el arribo de la policía hay 14 minutos. La publicación oficial de fiscales no señala otro dato clave: la casa de Sulca está a dos cuadras de la comisaría. A una persona le lleva menos de cuatro minutos llegar desde la puerta de la comisaría hasta la casa de Sulca.
De no ser por toda esta cadena de falencias, Rosa Sulca debería estar viva.
Pero no lo está.