KAMASUTRA
La guía definida para la vida
El sexo no lo es todo, ¡pero como ayuda! Ante las exigencias diarias, muchas veces los encuentros sexuales con nuestra pareja son uno de los pocos momentos de goce que tenemos. Por tal motivo, hay que encontrarles la vuelta para evitar que sean robóticos y que el tedio se apodere de la alcoba.
Eso es a lo que nos conduce al Kamasutra: un libro de origen indio reconocido por describir (sin privarse de ilustraciones) el arte erótico y el comportamiento humano.
Son varias las culturas antiguas que creían que los efectos del sexo variaban según la posición utilizada, pero debemos aclararles que este manual va más allá del intento de Twister por ubicar nuestro cuerpo en el lugar correcto.
Consta de 36 capítulos y cada uno versa sobre un tópico diferente relacionado a la convivencia y el matrimonio. Hay consejos de seducción, pautas de modales para las esposas y sugerencias sobre cómo besar, usar accesorios sexuales y practicar tríos.
En otras páginas, en cambio, la ayuda está puesta en tips de decoración para acomodar los muebles (muy similares a los de la gurú del orden Marie Kondo). Inclusive, hay un apartado para respirar hondo y procesar los celos y otro con recetas de vigorizantes caseros (pócimas dudosas, con agregados de huevos rancios).
Entre tanto lifestyle, las posiciones -conocidas como “artes”- representan apenas un mero apartado; y aun así aquellas instrucciones siguen reinventándose en la actualidad. ¿Acaso la clave universal del placer logró hallarse hace más de 2.000 años?
“Hoy, con los lentes de la perspectiva de género, el Kamasutra no puede tomarse como modelo para construir una pareja ni relaciones equitativas. Ya que el kamasutra es una guía completa de cómo debe ser y de cómo debe actuar la mujer para alcanzar su plenitud espiritual/sexual”, explica la sexóloga Mileva Pavicich, a la par de los nuevos contratos y límites en las relaciones. Lo bueno, es que al menos su lectura sirve para sacarnos una sonrisa con la traducción de algunas posiciones como la somnolienta, la hamaca, las aspas del molino, el súper abrazo, posesión y la libélula. PD: las dudas del paso a paso, se googlean aparte.
LENCERÍA
Una incógnita tras de la tela
Con piezas de tiras regulares, babydolls, conjuntos de encaje y transparencias, la lencería representa por sí misma un detonante de sensualidad. Pero antes que nada cumple una función crucial para la salud sexual: proteger nuestros genitales del contacto con los agentes patógenos del ambiente.
Al mirar la ropa interior femenina, se puede ver que hay un doble forro, cosido sólo en un extremo y que parece un bolsillo. “Ese retazo está ubicado estratégicamente en la parte más vulnerable -explica la sexóloga Constanza Escalante-. El refuerzo de las costuras evita que haya una fricción directa con el resto de la bombacha y la prenda que tengamos encima. Ya sea un pantalón, pollera o short”.
La especialista explica que el diseño de la lencería fue pensado así, a partir de 1950, para que el textil absorba la humedad y no altere la composición bacteriana de la flora vaginal. “Aunque parezca un montón, tenemos que renovar nuestra ropa interior una vez por año para maximizar los cuidados. La mejor alternativa es usar a diario bombachas de algodón o tejidos naturales porque la lycra y el encaje aumentan la propensión a infecciones”, advierte.
Al pensarlo bien, el sacrificio de invertir anualmente en el guardarropas es pequeño en relación con otras prácticas relacionadas con la lencería. “Hay investigadores que rememoran la imagen de las damas de la nobleza de la época victoriana que vestían corsés metálicos muy apretados. A tal punto que podían generar la deformación del cuerpo o la asfixia. Además de pasar por un asunto cultural y estético del período, estos accesorios eran utilizados para bajar de peso y controlar el apetito. Tal era el esfuerzo para comer que las mujeres ingerían pocos alimentos en presencia de alguien más”, agrega Escalante, trazando una imagen de las cortes europeas del siglo XVII.
Con la posmodernidad, los aires de los 70 trajeron una novedad más afín a la gula: la lencería comestible. En su versión corpiño, boxer o less esta alternativa está hecha con caramelos o con goma azucarada que se degrada con la saliva.
Y no faltan las bombachas vibradoras (a modo de sextoy), la ropa interior hidrodegradable (desaparece con el agua) y las prendas anti-período, que aparecieron hace cuatro años y permiten absorber hasta dos tampones.
El primer “ohh”y los australopithecus de los dildos
Aunque actualmente se comercialicen en sexshops, los productos con siluetas fálicas ya aparecían resaltados en las pinturas del Antiguo Egipto y en los papiros griegos o romanos. “El hallazgo más antiguo tiene 28.000 años.
También hay registros de que durante el siglo XV las mujeres usaban maderas laqueadas con superficies texturadas para la estimulación”, comenta la sexóloga Mileva Pavicich, presidenta de la Fundación para la Salud Sexual. Sin embargo, la historia de los primeros dildos no fue tan placentera. “En la época victoriana, allá por la Inglaterra de 1880, se diagnosticaba a muchas pacientes con una enfermedad conocida como histeria. Los síntomas eran diversos e incluían dolor corporal, ataques de llanto o de risa, pesadez abdominal e insomnio”, detalla. En otras mujeres el asunto empeoraba con desfallecimientos, espasmos musculares, parálisis y hasta ceguera. ¿Pero qué tiene que ver una cosa con la otra? La clave está en el tratamiento para aliviar este “pesar” exclusivo de los cuerpos femeninos. “Los médicos (asistidos por una comadrona) se aplicaban un aceite especial en los dedos para estimular la zona genital de la ‘histérica’ hasta llevarla al clímax. La acción provocaba un paroxismo histérico, que no era otra cosa que un orgasmo”, explica Pavicich. A veces, la tarea del masaje pélvico duraba horas y era agotadora. En 1880, el médico Joseph Mortimer Granville inventó una máquina eléctrica (con forma fálica). Y voilá... así nació el primer vibrador.
En 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró que la histeria femenina era un mito caduco y el dildo se convirtió en un juguete para adultos. Divertido, y más decoroso. “En el marco de las terapias sexuales solemos recomendarlo para el tratamiento de la anorgasmia (imposibilidad de alcanzar el clímax) y tienen un alto éxito terapéutico”, agrega la sexóloga. En cuanto a la composición de los primeros “consoladores”, fueron de piedra, piel, madera y cuero; para luego pasar a las siliconas y los sextoys aptos para veganos.
El último quiebre de osadía ocurrió en 2014 y -a diferencia de las corrientes de revolución sexual- se dio en el mundo del diseño. Con sus lustrosas curvaturas y baño de metal, “Ora” (un simulador de sexo oral) fue el primer producto erótico del mundo en ser reconocido con un León de Oro en la categoría de innovación. De la cama, a la fama.